Magia en tu piel de seda,
más allá de tus ríos dorados
de trigo, cebada y centeno
que corre rizada como las olas
de un mar agitado.
Te besaré en mitad del dolor,
para que tus lágrimas cesen.
Magia de tu cuerpo de sirena,
el cual se tostó como el café
bajo el sol del desierto de palmeras,
arenas y crema de coco.
Te besaré en mitad de la tormenta,
para liberar nuestros sentimientos.
Magia en tus cálidas venas,
rojas como el tinto
y espesa como la niebla.
Porque es de ahí donde bebo
con la inocencia de un anciano.
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