Pliegue de diminuta mariposa púrpura,
labios seductores de amapola
clandestina...
Son tus tímidos pechos nieve cálida
que cubren tu corazón salvaje.
Cabellos taciturnos de galeón pirata,
libres como el viento, ondulados como
la mar,
con el perfume de mil girasoles ciegos
que bailan al sol de la inmortalidad.
Tus ojos contra los míos, en un duelo
mortal,
mientras mis manos ásperas te besan
tu delicada piel de nido de pájaro del
paraíso...
te buscaré entre las sábanas de mi
lecho.
Mi sangre se vuelve descocida lava,
el sudor cae de mi frente de gardenia
y que se funde con los ríos
clandestinos
que cubren tu espalda y torso de
doncella cautiva.
¿Y si grito tu nombre en ésta noche?
¿Quién podrá impedirme que te ame?
¿Ha visto alguien el ángel que eres?
Mi musa, mi dulce jardín de flores
silvestres.
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