Duerme mi niño y no llores,
madre bajará para ti las estrellas
y anidarán en tu pelo como flores.
Mi niño, mi ángel, mi ruiseñor
canta en las cumbres nevadas
donde los lobos a ti no te harán nada.
Duerme mi niño, mi pequeño,
en mis brazos que te mecen
mientras caminas hacia tus sueños.
Yo te bajaré la luna y tu manta ser la
noche,
te besaré sin reproche y con ternura
porque tú serás la luz que disipe las
brumas.
Mi niño, mi pequeño, mi adoración
en tu pecho he puesto un corazón
cuídalo del mal amor y la traición.
Duerme mi niño de dulce rostro,
tus ojos tiernos y tus labios carnosos
serán pronto los de un hombre honor.
Tú el niño divino de la cuna,
el ángel que anuncia la bendición
pura,
harás que mi vida sea un paraíso.
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