Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 29 de octubre de 2014

Deliciosas peleas

Echo la vista atrás y siento escalofríos. Al fin he conseguido estar donde deseaba. He recorrido mundo, sacrificado verdades, palpado imposibles, sentido la verdad derramarse sobre mi rostro y quemarme. He tenido la desfachatez de reírme del Demonio y llorar por él. Sin duda fui todo lo que no debía de ser. Pero, hay momentos que me recuerdan que quizás no he vivido tanto, y, si lo he hecho no lo he disfrutado.

Recuerdo a Louis apoyado en el balcón con la vista perdida en los lejanos edificios. La calle estaba serena. Sólo locos y borrachos se atrevían a recorrerla en esos momentos. Tenía el ceño ligeramente fruncido, sus manos se aferraban al balcón con coraje y estaba a punto de estallar en uno de sus discursos profundos sobre mi maldad. Eran tan extraño hablar de bondad, misericordia, el Diablo, la vida, la muerte y la traición que yo le hacía a todos. Yo bajaba el infierno para otros, lo condenaba a él a jugar conmigo y luego corría por las calles riéndome de mi victoria. Al menos, así lo creía.

Había llegado ebrio de placer. Mis mejillas estaban sonrojadas, mis ojos brillantes y mi cabello estaba libre cayendo sobre mis hombros. Tenía la camisa mal abotonada, los pantalones con la bragueta abierta y estaba descalzo. Sobre el sofá había una mujer, la cual parecía borracha de ron, que yo mismo había traído con engaños y pretextos. La muerte rondaba su cutis juvenil, su escote rezumaba su última respiración aún y su piel empezaba estar fría.

—¿Por qué?—murmuró aferrándose al balcón—. ¡Por qué!—exclamó girándose para que lo viera.

El típico burgués que deseaba ser un santo varón, discípulo de modales y creencias nobles. Su camisa de chorreras estaba impecable, como el pañuelo verde botella de su cuello y la chaqueta del mismo color y tono. Llevaba unos elegantes pantalones de vestir negros, medias y unas elegantes botas que brillaban por el lustre. Magnífico.

—¿Por qué no?—pregunté con una sonrisa burlona.

—¡Son vidas humanas! Podemos vivir de animales—dijo entrando en el salón.

—Malvivir—rectifiqué.

—¡Llámalo como quieras!


Estaba exaltado y furioso. Me divertía ver animado su rostro. Él desconocía que esa mujer había ahogado a sus hijos tras envenenar a su marido. En esos momentos, era una puta más que sacaba la cartera a cualquiera y vivía de uno de los oficios más viejos del mundo. Yo me regodeaba, me sentía malo, y él me tachaba de perverso. Quizás debí saborear más esos momentos. Pues son momentos felices para mí que no regresarán.

Lestat de Lioncourt 
  

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Lestat de Lioncourt