Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 11 de diciembre de 2016

Eclipse

Marius dedicando algo a Pandora...

Lestat de Lioncourt 

Recuerdo aquel hombre. Ese hombre que me abrió las puertas de su casa y me presentó a su encantadora hija. Apenas era una niña de nueve años y yo ya era un hombre joven. Ella sonreía con el brillo de cientos de constelaciones, sus ojos eran profundos y cautivadores, su léxico y conocimientos iban más allá de la educación y cultura que poseía.

Era hermosa. De delicados rasgos y largo cabello negro que cubría su pequeña espalda. Si bien yo no estaba preparado para comprometerme a tener una esposa, y menos tan joven. Sabía que los matrimonios podían acordarse y arreglarse. Comprendía cómo era para aquella sociedad el deber de ofrecer descendencia. Sin embargo, era lo único que deseaba alejar del imperio y de mí.

Había nacido hijo de una esclava. Sus suaves y salvajes muslos se abrieron a mi padre, un hombre rudo y, en ocasiones, detestable. Sometió a una hermosa y delicada mujer de los bosques para satisfacer su virilidad, la llevó consigo y la convirtió en su concubina. Su verdadera esposa lo toleraba mientras amamantaba a su primogénito. Cuando nací la hicieron desaparecer y me quedé a cargo de su mujer y mi hermano mayor, el cual tenía ya un par de años. Fui educado como romano, pero jamás acepté ser un guerrero. Amaba la fuerza y el poder defensivo de Roma, pero odiaba tomar una espada. Mi padre, que esperaba tener entre sus filas al mejor guerrero, se vio decepcionado. ¿De qué servía un coloso apasionado por la historia, la poesía y la pintura? Por eso, esa invitación de compromiso con la joven Lydia era lo mejor que me podía ocurrir; pero como siempre, por terquedad, la perdí.

Tuvieron que pasar varios años, de numerosos viajes y encuentros con otras mujeres, para ver a aquella joven de aspecto salvaje rogando estar entre mis brazos. Nada más verla supe que era ella. Ella era la niña que recitó poemas de amor para mí. Una niña que era todo una mujer llena de gracia y fuerza. Me quedé anonadado junto a mis esclavos, los cuales me ayudaban a redactar los hechos que acontecían en los distintos pueblos que visitaba. Deseé beber su piel, acariciar su cintura, aspirar el aroma de sus cabellos y llevarla conmigo. Pero de nuevo el destino, y su padre, nos separó.


Un destino que nos separaría más años de los que ella y yo podríamos contar, que una vez unidos nos volveríamos a dividir y sólo nos encontraríamos ocasionalmente durante la eternidad. Seríamos como el sol y la luna que sólo se encuentran cuando hay eclipse. Ese sería nuestro destino y horror. Un amor imposible porque somos dos fieras que no se dejan someter.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt