Lestat de Lioncourt
Adalid de la pintura,
lo ególatra y la mentira.
Hijo de la historia,
los bárbaros y el imperio.
Mujeriego y soñador,
bebedor de vino
y poeta sin lira...
Gran y funesto orador.
El amor vino a ti con inocencia
y lo regresaste cubierto de avaricia.
Ahora parece que te pesa la conciencia
porque extrañas sus caricias.
Maestro de la indomable ira,
compositor de leyes imposibles.
Hijo de los milenios,
soledad y conocimiento banal.
Líder de besos apasionados
y ardientes miradas.
Gran y funesto amante.
Ella te entregó su amor,
y tú te adueñaste de su vida.
Por eso cuando la abandonaste
emprendió la prodigiosa huida.
Maestro del engaño y el poder,
hombre injusto y cruel.
Te creías superior a cualquiera
y no escuchabas a quien amabas.
Te encerraste en tus quimeras
y abandonaste la virtud
de escuchar a quien quieres,
respetar sus ideas y sueños.
Tú, por mal que te pese,
no eres su dueño.
No intentes ser Zeus,
pues como mucho eres Hades
que intenta retener Perséfone
en sus mortecinos valles.
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