Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 23 de marzo de 2017

Belleza

Julien es mi gran polo opuesto, pero le admiro por el amor que tenía hacia Richard.

Lestat de Lioncourt 


—¿Qué haces?—pregunté acercándome al tocador donde cepillaba su larga cabellera oscura. El cepillo se deslizaba por las elegantes ondulas de su cabello.

Sus labios, pintados con un carmín intenso, tenían una sonrisa pérfida que incluso llegaba a cuestionarme si estaba frente a un ángel, un demonio o simplemente el ser que amaba se hallaba tramando un malicioso plan en mi contra.

—Te ignoro—respondió cerrando los ojos para luego tomar una de sus brochas de pintura. Comenzó a aplicarse la base mientras yo colocaba mis manos sobre sus delgados hombros.

Sólo tenía un camisón escueto, el cual sólo le llegaba por la mitad de sus torneados muslos, de dos tiras delgadas muy finas.

—Te sale bien—dije hundiendo mi rostro en el recodo de su cuello hacia su hombro derecho. Mi nariz chocó con su oreja, de la cual colgaba unos pendientes de perlas hermosos engarzados en oro blanco, y mis labios rozaron su piel. Me quedé absorto en la imagen que proyectábamos en el espejo.

Se detuvo. Dejó el pincel de pintura sobre la polvera y se giró dejando cierta distancia. Sus largos dedos se movieron por mi corbata anudándola bien, pero de repente se entristeció. Algo en su rostro se llenó de amargura. Quería llorar, lo noté. Aprecié sus ganas de ponerse a llorar tan profundamente que no dudé en caer de rodillas.

—Aprendí de ti—chistó.

—Mi corazón es tuyo. Mi fidelidad es tuya—dije tomándole de las manos.

—Y de tu mujer así como de cualquiera de tus putas—su voz se quebró y las lágrimas bordearon sus mejillas.

—No lo comprenderías—contesté.

—Nunca lo comprenderé aunque me lo expliques mil veces, pero aún así estoy aquí vestido de fantoche, convirtiéndome en tu fetiche, viviendo una vida de mentiras, sonriendo a quien me mira para que no aprecie mi dolor y dejando que mis gemidos suenen cerca de tu oreja. Soy la puta más barata que tienes, pues la compras con un par de flores, caricias y unas promesas que no vas a cumplir. Julien Mayfair, eres el ser más terrible que conozco—aquello sonó peor que una bofetada.

Lasher surgió en el espejo mirándonos a ambos. Llevábamos el mismo traje gris humo, la misma corbata negra, la misma camisa blanca y los mismos gemelos de oro. Éramos dos seres perfectos, de rostros diferentes y miradas profundas que se miraron unos instantes. Él poseía mi cuerpo, él le daba sentido a mi “virilidad” autoimpuesta y a mis abrumadoras noches de bourbon, whisky y brandy. El hombre sensible, ese que leía poemas para que su alma triste no terminase de suicidarse, mientras la música sonaba en su gramola era enteramente suyo. Era de Richard.

—Nunca...—repetí mirando sus ojos castaños.

—Y aún así estoy para ti—dijo girándose para cubrir las imperfecciones del maquillaje.


Me odiaba. Odiaba no poder contarle tantas cosas... ¡Tantas que serían demasiado crueles!  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt