Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 13 de junio de 2017

Llámalo amor puro

Estaba allí de pie como si el tiempo se hubiese detenido. Ante mí tenía la grabación de uno de sus días más esperados. Se graduaba para emprender un nuevo camino hacia la etapa de la adultez. Ella era la más espigada de todas las pequeñas que allí se arremolinaban. Sus ojos eran los más maduros, pero también tenían una chispa de ilusión infantil que parecía no querer disiparse. La sonrisa era dulce, como sus rasgos de niña casi mujer, y sus pequeñas manos se movían nerviosas sobre los pliegues de su balda de bailarina.

Era el final de curso de su etapa de primaria. Sus tías me habían grabado el evento deseando que pudiese sentirme tan orgulloso como cualquier padre de esa sala. Me moví en el sillón inclinándome hacia delante y deseé estirar mis brazos para darle la bienvenida a la pequeña que veía tras la pantalla. Por un momento olvidé que ya no era una niña, que sólo era una imagen antigua, y que al otro lado de la ciudad se paseaba tomada del brazo de Viktor. Rose, mi rose. Mi dulce y eterna rosa era el duro sacrificio de una vida entera postergada a tener la fortuna de poseerla cerca, tan cerca como me era posible.

Amaba sus sonrisas dulces, las cuales parecían no quererse separar de ella pese al sufrimiento. Había perdido a su madre, luego soportó mis silencios, también lo indecible en aquel centro que la culpabilizaba de un pecado que no había cometido y luego ese malnacido que casi la deja ciega. Mi niña había crecido entre espinas, pero finalmente floreció fragante, fuerte, decidida y con una belleza única. No era la belleza que transmitía sus hermosos rasgos, sino ese alma rebelde y curiosa que estallaba en cada paso que daba.

Tras varios minutos apagué el televisor y saqué el DVD del aparato, lo coloqué en su funda y decidí salir al balcón. Me puse a ver los viñedos que quise tener cuando era joven, pues deseaba que mi familia volviese a tener poder y riquezas. Mi padre jamás se sintió orgulloso, aunque en su lecho de muerte me dijo que lo estaba. La única orgullosa era mi madre. Ni siquiera mis hermanos sintieron hacia mí un respeto tan puro como el suyo.

Entonces, cuando estaba a punto de romper a llorar, él apareció consolándome. Sus brazos me rodearon, sus labios carnosos y tibios se colaron entre el cuello de mi camisa de algodón blanco y mis cabellos y su aliento rozó mi cuello. Louis, siempre Louis. Él estaba de nuevo a mi lado sosteniendo mi alma, acariciando mis heridas y recordándome que me amaba. Enfrenté sus esmeraldas con mis zafiros y sonreímos diciéndonos “te amo” sin necesidad de palabras.


Me siento amado. Simplemente me siento amado. Amado, respetado, cuidado y codiciado. He hallado el hogar al fin, mi lugar en este mundo, y es protegiendo los recuerdos que me hicieron ser quien soy y que me arrojan a cuidar lo que tengo y lo que deseo tener. Sigo siendo un soñador rebelde e impertinente, pero también un sabio torpe.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt