Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 22 de junio de 2007

Descubrimiento los sentimientos

Capítulo Cuarto


Relaciones imposibles.




































Durante una semana hablamos por móvil y mensajería, cada vez notaba más su complicidad y se abría lentamente hacia una relación duradera. El sábado habíamos acordado ir al final a tomar un café, en vez de al cine. Estuve atacado hasta que lo observé sentado en una de las mesas, del fondo de la cafetería acordado. Estaba vestido con una sudadera oscura algo fina, unos pantalones caídos de tela vaquera y del cuello colgaban algunas cruces de Isis de distinto tamaño. Mi corazón bombeaba intranquilo, mi alma temblaba y el mundo se quedó parado. Me presenté ante él para que me marcara con dos besos en mi rostro. Yo en mis manos llevaba un pequeño regalo, eran unas chocolatinas que me dijo adorar. Al sentarme sonrió aceptando el presente algo nervioso y yo deseaba abrazarle. Parecía más joven de lo que decía.

-Gracias por las chocolatinas.-Masculló nervioso mientras abría la bolsa.

-Tan sólo es un pequeño regalo, no me costó casi nada.-Sacó una y le dio un mordisco, deseaba ser aquel chocolate.

-Eres muy atento.-Dijo clavando sus ojos claros en mí, hasta ese instante no me di cuenta de su belleza. Parecía un ángel, hermoso y lleno de paz.

-No, simplemente hago feliz a un buen amigo.-Respondí sonriendo levemente.

-¿Pedimos algo?-Interrogó haciendo ese gesto tan cotidiano que tanto amaba, se mordió el labio inferior.

-Sí, dime que quieres y voy a la barra.-Comenté.

-Capuchino con canela o cacao.-Dijo para volver a morder la barrita.

-Ahora vengo.-Comenté dirigiéndome hacia uno de los camareros que se encontraba en la barra, pedí mi café y su capuchino.

-Eres más guapo que por cam.-Murmuró cuando volví cargado con nuestro pedido.

-Tú también.-Dije guiñándole un ojo.

-No te he preguntado nunca, tampoco era capaz.-Comentó llevándose la taza a la boca.

-¿Qué no me has preguntado?-Interrogué, pues se quedó a mitad de la frase.

-Si tienes novio.-Se sonrojó mientras apoyaba el capuchino en la mesa.

-No, no tengo.-Respondí ocultando de nuevo que estaba casado, que tenía hijos y que para la mayoría tenía una vida perfecta.

-Cuando tomemos esto quiero ir a dar un paseo al parque, ¿quieres?-Cuestionó tomando otro sorbo de su capuchino, yo hacía lo mismo con mi descafeinado.

-Claro.-Simplemente no me importaba donde estuviéramos, él me atraía y deseaba pasar tiempo a su lado.

-Genial.-Sonrió dejando la taza vacía a un lado.

-Eres precioso, no sé como no tienes pareja.-Susurré.

-No me gustan los chicos de mi edad, son estúpidos.-Masculló.

-Los chicos que pasan la veintena hasta la treintena, no son demasiado maduros.-Dije.

-Te he mentido en la edad.-Él también mentía, pero seguramente no tanto como yo.

-¿Qué edad tienes?-Interrogué.

-No voy a la facultad, aun me quedan varios años para eso.-Respondió coqueteando con sus cabellos.

-¿Qué edad tienes?-Pregunté echando cábalas en mi mente.

-Dieciséis-Aparentaba una madurez superior a esa edad, pero por su rostro concordaba más.

-Ahora entiendo el porqué no te llevas bien con los de tu edad.-Reí levemente tras tomar mi último sorbo de café.

-¿Por?-Indagó.

-Suelen pensar tan sólo en fútbol, salir con los amigos, a que chica se tiran antes que su amigo y en como estafar a los padres.-Dije.

-No todos somos así.-Parecía nervioso.

-Lo sé, eres distinto.-Comenté agarrando una de sus manos, era un gesto cómplice que me atreví a realizar.

-¿Quieres seguir siendo mi amigo?-Preguntó con la voz entrecortada.

-Claro, no hay nada malo en que seas más pequeño.-Dije alzándome de la mesa.-Vámonos, ya pagué yo antes.-Comenté.

-Sí, vayamos a dar una vuelta.-Se levantó del asiento y caminó conmigo hacia la puerta.

Estuvimos en el parque y charlamos durante horas sobre sus estudios, ilusiones y cine. Las dos horas que pasé a su lado se me hicieron extremadamente cortas, sin embargo tenía que volver a casa. Le acompañé a la suya y parecía encantado. Su cuerpo era débil pero sensualmente hermoso. Su madre sabía de su homosexualidad, parte de su familia también. Según por lo que me contaba no tenía amigos, tan sólo conocidos en el instituto que si supieran su homosexualidad le destrozaría. Cuando subimos en el ascensor se pegó a mí y me abrazó, en aquel instante no sabía que pensar o como actuar, para luego darme un leve beso.

-Me gustas, no sé si yo te gusto, pero tenía que intentarlo.-Susurró marcando mi rostro con su aliento.

-Seguramente confundes sentimientos.-Musité deseando tener de nuevo en mis fauces su boca.

-No lo sé.-Respondió apartándose de mí bastante serio, como pensativo.

-Date tiempo.-Mascullé acariciando sus cabellos

-De acuerdo, hasta la noche en el Messenger.-Sonrió ocultando la tristeza de su mirada, empujó la puerta del ascensor, y yo me quedé a solas pulsando el botón para la planta baja.

Fue nuestro primer encuentro, día tras día la relación se volvió más intensa y nos veíamos con cierta frecuencia. No volvió a repetirse aquel gesto, supuse que por una vez en mi jodida vida había razonado y no actuado por impulsos. Pasó un mes por completo, mi familia y mi vida en general seguían igual. Solía escaparme alegando que necesitaba desahogarme andando o que iba al gimnasio. Él parecía satisfecho con tan sólo una tonta conversación y un café o helado. Fuimos a ver “La Mala Educación” en los cines, del director manchego Almodóvar, además de algunas películas americanas de humor o reposiciones. Habíamos quedado en unas diez ocasiones y siempre sentía paz a su lado, liberación y un profundo sentimiento de calor. Cuando no hablábamos de cine, música o algún acto cultural era sobre sus estudios, mi trabajo o la sociedad. Descubrí muchas cosas de su mano y recordé otras jugando en los recreativos. Parecíamos padre e hijo, no amigos.

Como he dicho pasó un mes exacto y me invitó a su casa a jugar a un videojuego, siempre hablaba del Zelda y decidí averiguar que era lo bueno que escondía ese nombre. Estábamos solos en aquel apartamento. Me mostró su cuarto, lo tenía empapelado con posters de películas y de animación japonesa, además de los volúmenes que poseía sobre poesía, o simplemente pequeñas novelas, en las estanterías. Tenía una espada, me confesó que sabía usarla y que practicaba en una academia. Pidió que me sentara en su cama mientras buscaba el juego para explicármelo, pero entonces sentí su boca sobre la mía. Su lengua se volvió un estallido de sensaciones cuando entró en contacto con mi saliva. Me recosté en la cama y él subió sobre mi cuerpo, parecía dispuesto a todo. Su mandíbula se fue a mi cuello y mordisqueó mi oreja izquierda, mientras yo tocaba sus nalgas aferrado a mí. Le detuve, más bien nos detuvimos, porque me sentía un monstruo.

-¿No te gusto?-Susurró con tono apenado.

-Sí, pero no estoy dispuesto a hacerlo.-Respondí apartándolo de mí e incorporándome.

-No, si yo no quiero hacerlo aún.-Dijo serio intentando abrazarme.

-¿No?-Interrogué impidiendo que me rodeara con sus brazos.

-No, simplemente besarte y abrazarte.-Comentó dejando a la luz unas lágrimas, algo que me desconsoló.

-Pero ni siquiera somos pareja.-Mascullé atónito antes sus palabras.

-Porque tú no quieres, yo si quiero.-Susurró.

-Soy muy mayor para ti.-Deseaba hacerlo mío allí mismo sin importarme nada, sin embargo la conciencia me mataba.

-Me importa una mierda, me gustas y sé que no me harías daño.-Tras esto me levanté y arrojé en la cama, para tirarme encima de él.

-Me vuelves loco.-Mascullé y quité su camiseta para lamer su pecho.

-No quiero sexo.-Dijo ante mis caricias.

-Te deseo.-Susurré clavando mi mirada en la suya.

-No, sexo no.-Repitió bastante nervioso.

-Tan sólo voy a tocarte.-Comenté mordisqueando sus pezones y bajando mis manos hasta su entrepierna.

-¿Serás mi novio?-Preguntó mientras clavaba sus manos en mi espalda.

-Eres mío, únicamente mío.-Susurré.

-Para.-Masculló.

-¿Por?-Interrogué bajando su cremallera.

-Estoy muy excitado y no quiero cometer una tontería.-Dijo en un tono de voz bajo.

-Permíteme que te ayude a bajar tu excitación, no te voy a penetrar tranquilo.-Con esa frase se relajó y bajé sus pantalones. Estaba realmente excitado con tan sólo unos besos, yo también lo estaba aunque no tanto. Saqué su miembro para paladearlo lentamente, los gemidos comenzaron a salir de su interior y sus manos se aferraron a las sábanas. Enroscaba mi lengua en su miembro, humedecía aquella piel suave y delicada, mientras me lo introducía en su totalidad. Vertió su esencia en mis fauces, no me importó y la tomé como un regalo. Temblaba completamente mientras se incorporaba.

-Es la primera vez que me hacen eso.-Aún estaba excitado y como ausente, creo que no procesaba toda la información que se le acumulaba.

-¿Eres virgen?-Interrogué subiendo sus prendas.

-Sí, tan sólo he besado a un chico una vez y ahora ti.-Parecía avergonzado ante lo que me decía, como si fuera un juego cruel del destino, y quizás se sentía inferior por tan poca experiencia.

-¿Quieres ayudarme como yo te he ayudado?-Le pregunté deseando una respuesta positiva.

-Claro.-Susurró apenas sin voz.

-Ponte de rodillas en el suelo.-Tras mis palabras se arrodilló frente a mí y saqué mi entrepierna de la bragueta. No sé si por instinto, o simplemente porque ardía en deseos, se abalanzó a mi miembro y comenzó a lamer. Lo que sí es cierto es que se notaba que no sabía hacerlo, era torpe y tosco en sus movimientos; aún así terminé vertiéndome en él.

-No me vas a dejar ¿verdad?-Masculló mientras limpiaba su rostro.

-¿Por qué lo haría?-Interrogué.

-No lo sé.-Musitó.

-Me gustas, no te amo pero sí me vuelves loco.-Fui totalmente sincero.

-Tengo que marcharme, se me hizo tarde.-Dije mirando el reloj.

-¿Luego nos veremos en el Messenger?-Preguntó.

-Sí.-Respondí y me dirigí con él hacia la puerta, allí nos besamos apasionadamente y tomé las escaleras correteando hasta la salida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Primero quiero decir que babeé con la foto de la anterior publicación xD shane (L)

Ahora sí, con respecto al texto en una parte, en la que le enseñaba el tatuaje, se me vino a la mente el fragmento del primer capítulo de la segunda sesión de The L word, en donde se conocen Shane y Carmen, y esta última tiene un tatuaje allí. Oops me fui por las ramas xDD nada que ver con la historia.

En particular, me agrada la idea de un hombre mayor y un jovencito, no sé cómo lo verán los demás, pero para mi está bien, como bien se dice " el amor no distingue edad, etc, etc"

En fin, continua que quiero leer (un consejo, aprovecha que estoy leyendo xD)

saludos

Anónimo dijo...

ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

>< AUNQUE ES UN PERVERRRRT

PERO BUENO...


siento no haberte firmado antes

gomennnnn

Anónimo dijo...

...esto no puede acabar bien..:(

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt