Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 29 de junio de 2007

Fin del Camino


Hay que presentarlo? DEPP




Mis brazos corrieron a rodearlo aferrándolo contra mi piel, mi conciencia murmuraba una intranquilidad fuera de lo común. No entendía bien mis actos, mucho menos el sentimiento que me evocaba y desbordaban a mi alma. Estaba dominado por aquellas lágrimas, no podía verlo en aquel estado, mi mirada intentaba mantenerse serena pero fue imposible pues caí en el mismo pesar con distinto significado. Nuestro lazo se hizo más brutal, más intenso, y sentía como mi piel ardía entre sus dedos. Volvimos a recostarnos entre las ropas alborotadas del colchón. Sus cabellos entre mis yemas, mis labios sobre sus mejillas susurrando un perdón que no merecía. Observé como bajó su mirada y terminó bajando los párpados mientras sus manos se deslizaban hacia mi espalda aferrándose con todas sus fuerzas. Reviví nuestros encuentros en el pasado, en otra vida y otro lugar, sus labios posados sobre los míos intentando comunicar secretos olvidados en mi mente. En mi cabeza no paraban de revolotear mariposas negras y pétalos de flores marchitas. Me sentí impotente ante aquello, mi dolo se había envuelto mi alma creándole un manto de noche. El rocío de amargura se deslizaba por sus mejillas mientras yo las paladeaba. Sentí en ese instante su boca posándose sobre la mía y fundiéndose en mí con deseo, su lengua intentaba comunicarse con la mía, para luego sentir el rechazo de si mismo ante aquello girándose dándome la espalda. Entonces vi aquel tatuaje que no había notado, eran unas pequeñas letras garabateadas cerca de su nuca, mis dedos dibujaron cada letra intentando memorizarla en mi retina y piel. Su llanto era más profundo, en esos instantes seguramente se estaba volviendo loco. La rúbrica tenía un mensaje y era un nombre, mi antiguo nombre, “Francesco”. Durante horas, quizás un par de ellas, estuve en silencio escuchando sus sollozos aferrado a él abrazado como si fuera la corona de cristo y yo las espinas. Me clavaba en su piel al igual que el veneno de aquella tinta, se había tatuado mi nombre en su cuerpo. Intenté romper el silencio con una pregunta quizás inadecuada.

-¿Por qué tienes Francesco dibujado para la eternidad en tu piel?- Murmuré mientras acariciaba sus cabellos de hebras melancólicas.

-Fue una estupidez, no debí, pero necesitaba llevarte en mi misma alma. Quizás fue un gesto de agradecimiento que confundí con un sentimiento de unión. Fui un estúpido en el pasado, un niño diminuto y desterrado, esquizofrénico renegado a un mundo intangible. ¿A caso esta prohibido soñar?- Respondió mientras se aferraba a la almohada.

-No está prohibido soñar, pero no es bueno creer los propios sueños.-Dije con semblante serio y preocupado.

-Si mi Morfeo no me hubiera dado alas, si no me hubiera mecido, si no me regalara abrazos y dejara seducirse por mis labios no me crearía ilusiones imposibles.- Comentó mientras se giraba en dirección a mi rostro. Lo acarició intentando consolarse con aquel gesto de complicidad.

-Lamento que por mi comportamiento salgas dañado.- Susurré mientras me fundí en su mirada, por un instante pude observar imágenes de su interior. Un joven aferrado a si mismo llamando a un ser que según él le rescataría, aquel ser era yo. El mismo día de su muerte me llamaba, al igual que en las imágenes confusas de mi propia muerte. Al nacer debí borrar sus llantos y plegarias para no sentirme un fracasado y un necio ante el mundo, aunque lo terminé siendo.

-Yo lamento haber soñado con ser tomado por ti. Nunca he hecho el amor, en ninguna de mis vidas, reservándome para ti. Sabía bien que éramos partes de un mismo alma, que no lo máximo que podemos tener es hermandad pues cada uno teníamos una sexualidad distinta.- Dijo mientras contemplaba mi rostro con clemencia y dolor.

-No entiendo eso de las almas.- Dudé por un segundo, no entendía aquella teoría.

-Cuando un alma es completa, no se ha dividido en dos entes, es capaz de amar cualquier persona mientras si esta dividida se convierte en una sexualidad distinta a la otra como las dos caras de la moneda.- Repuso mientras se aferraba a mi torso posando su rostro sobre mis latidos.

-Entonces, según esa teoría, al ser dos partes de un mismo alma sentimos unión mas somos incapaces de amarnos como pareja. Somos un lazo más mágico, sagrado y único que el de una pareja acarreándonos dudas y dolor por las situaciones que puede traernos. Una relación en lo eterno, un nudo que nos hace refugiarnos uno en el otro, mas jamás con pasión y deseo.- Murmuré mientras acariciaba su rostro consolando su espíritu.

-Si, yo lo sé y no dudé en sentir atracción por ti a sabiendas de que jamás conseguiría nada, salvo tu hermandad. Me desbordé.- Comentó mientras sus manos apartaron las mías de su cuerpo y rostro.

Recordé momentos en silencio, juegos de niños cobijados por los lápices de cera y dibujos que contemplaban las puertas del más allá, nuestras miradas cargadas de ingenuidad y pánico junto con una canción que no puedo olvidar. Sus brazos de joven débil ante las emociones que lo derrumbaban como si fuera creado por cascarones, el aroma a incienso, los murmullos del párroco, las llamas y su calor junto a la pureza de las sábanas de aquel fin de nuestras existencias. El llanto mermado por sus pulmones congojados por una pena ruin, su rostro inmaculado, sus manos de pianista, sus cabellos de noche derramándose por mi pecho, estaba rememorando junto a él momentos en los que estuvimos unidos por completo. Fotogramas de películas desconocidas, palabras alzadas en un manuscrito histórico y algo enrevesado. Me descubría ante todo como un joven guerrero junto a un escudero servicial, un mendigo de historias junto a un monje de rostro sereno, un noble cabalgando a lomos de una yegua mientras portaba sobre mi pecho a una joven que supuestamente también era él, un niño jugando con las ceras y sonriéndome intentando olvidar lo que conocía, un pequeño esquizofrénico aullando el dolor que sentía; demasiadas imágenes al igual que demasiadas vidas.

-Hemos vivido demasiado.- Dije tras minutos eternos de silencio. Su mirada naufragaba en la mía.

-Lo estas recordando.-Murmuró con media sonrisa dibujada en su rostro.

-Hemos arriesgado la vida por entender el mundo, por contemplarlo tal y como es sin vestiduras ni gasas que nos atrapen en ruines falsedades.- Asintió mientras murmuraba aquella frase tras avivar parte de mi alma que aún permanecía dormida.

-Michel debemos terminar con todo, encontrar solución a nuestro último enigma.- Repuso mientras se alejaba de mí apoyándose en la pared.

-Hoy en día el anticristo y sus fieles intentan desmoronar al hombre, no saben que el ser humano mismo es Lucifer y Jesús.- Comenté mientras caminaba hacia mi pequeño despacho, él me siguió.

-No es sólo eso, piensan que lo sucedido fue gracias a él, tan sólo fue obra de un alma enajenada.- Repuso mientras cruzábamos la puerta de aquella estancia.

-Alexander, mi gran amigo, piensa con detenimiento tenemos un puzzle que montar.- Dije mientras me sentaba en mi sillón y mis codos se posaban en la mesa, tenía la pose de un erudito y el ordenador se encendió gracias al toque de mis dedos.

-En la red debe de haber alguna información que nos ayude, quizás alguno de los susodichos y auto proclamados “hijos de Satán” anden en algún foro reclutando almas, por así decirlo.- Repuso mientras se sentaba en el escritorio junto a mí.

-Tengo entendido que su sociedad es un laberinto, que cuando entras el minotauro te atrapa, que se proclaman tan creyentes como los que sufren estigmas que obtuvo nuestro señor.- Medité un segundo, no teníamos tiempo que perder.

-Recuerda a la sombra, recuerda que nos decía.-Murmuró.

-Que dios le había confiado aquel trabajo, purgatorio para sanar su alma, por ello debía obedecer llenando el mundo de suplicio y odio.- Respondí mientras mis dedos ágiles se posaban sobre el teclado.

-Lo sé, busca algo referente a las insignias en estos nuevos tiempos de esos tipos de clanes.- Dijo mientras se bajaba de la mesa y se poyaba en mi hombro izquierdo.

Pronto dimos con una página que hablaba del alcance de estas sectas, de esta religión. Varios expertos de la iglesia católica afirmaban en un artículo que son unos cincuenta y cuatro grupos con más de seis mil personas afiliadas. Estos actuaban de forma activa y bastante peligrosa. Operan en el levante, las capitales de provincia y algunas zonas del sur de la península. Todo esto venía dado por la fascinación por lo oculto, un deseo de saber que hay tras la puerta que se cierra con candados gracias a la iglesia y a la escasez de conocimientos. En el artículo marcaba nombres como la denominada “Toro” con la que Alexander y yo en otra vida habíamos luchado. La santería también estaba ligado a todo aquello, mi compañero leía atentamente la información que más o menos ya conocíamos de antemano. En otra página hablaba de un libro publicado en mil novecientos noventa, que poseí en mi anterior historia, que nos sería ahora de gran ayuda. El hombre es un ser curioso y caótico que suele aferrarse a soluciones inoportunas simplemente por el ansiado saber. Yo particularmente ateo convencido jamás creí en ninguno de las dos deidades, me parecía algo absurdo, podía creer en las almas o la energía que jamás se destruye sino que se transforma en otro ser, idéntico, con un libro con páginas en blanco dispuesto a ser rellenado.

-Hubiera sido interesante que en los pasados siglos hubiéramos tenido tanto contenido, tanto material.-Murmuró mientras señalaba en la pantalla el amplio listado de sectas.

-Es inquietante que el hombre se aferre al mal tan sólo por desear conocer.-Comenté mientras me recostaba en el asiento.

-Es patético, la mayoría de nuestra raza es un cúmulo de cráneos sin sesos.- Dijo algo asqueado sobre lo inútil que se podía sentir cualquiera en nuestra situación, aparte el dato sobre sectas tenía unos treinta años. La iglesia había dejado todo sobreseído, no deseaba involucrarse más sobre esos temas pues creía que nuestras muertes eran causadas por la sectas que tanto repelíamos.

-Hay cientos de enlaces en la red, miles dando directamente a sus cultos con direcciones sobre donde acudir, esto es indeseable, cualquiera puede caer en sus zarpas.- Su brazo dejó de caer sobre mis hombros, caminó hacia el corchó y contempló mis dibujos que hacía para aliviar mi estrés.

-O sobre sus fauces.- Concluí su frase y él dirigió la mirada hacia mí.

-Tienes insignias de ellos ante tus narices, además ese minotauro es parecido a la concepción que tiene “Toro” sobre su dios.- Indicó quitando la chincheta de la hoja de papel y mostrándome los detalles del dibujo que concordaban con las ideas de esas mentes enfermas.

-Es instintivo mi mente quería volver, hermano.-Murmuré, me sentía de nuevo en casa, mis problemas dejaban de revolotear por la mente y se veía lúcida. Un cúmulo de sensaciones, se sobresaturación de información, de daños y emociones que me derrumbaban pero que me mantenían estable.

-Me alegra volver a tenerte a mi lado, hacía demasiados siglos que te habías perdido en tu edén de profundo trance.-Dijo arqueando levemente sus labios, sin duda yo también me alegraba de volver a ser lo que fui.

-Mira en este documento, es algo irreal.-Murmuré mientras me alejaba del teclado.

-¿Qué sucede?- Comentó aproximando su rostro hacia la pantalla.

-Es un recopilatorio de entrevistas a personas que ejercían o ejercen actualmente la religión satánica. Mira, uno de ellos dice que Nietzsche tuvo la culpa en todo pues dejó de creer en Dios por sus enseñanzas. Es algo ilógico pues cuando dejas de creer en Dios deberías de dejar de creer en el demonio al ser su igual.- Indiqué mientras observaba con incredulidad las palabras impresas en aquel monitor.

-El ser humano siempre ha buscado algo en lo que aferrarse, y aunque parezca ilógico, esto le da la firmeza de un futuro tras la muerte. Nos pasamos la vida buscando soluciones a preguntas impuestas por la sociedad y sus logros, asesinamos la realidad buscando huellas en fragmentos olvidados de libros religiosos o intelectuales. Creer en el diablo, un ser casi tan mitológico como el minotauro o las sirenas, nos hace débiles de mente. Muchos se refugian en el satanismo o su ideología por traumas psicológicos y psicopatías, gracias a ello podemos derivar sus “voces” y “susurros del demonio” a su propia incapacidad aunque también sacan tajada los hombres de Dios. Verás es algo lógico gracias a estos personajes existen los exorcismos y su documentación.- Respondió mientras arqueaba las cejas intentando expresar sus opiniones.

-El hombre es un Lobo para el hombre, recuerdo esa frase que más de una vez he recordado y leído en más de mil libros. Sé bien que es un entre irracional por mucho que nos esmeremos en demostrar que somos seres inteligentes. El ser humano jamás aprenderá de sus errores, como tampoco sabrá ser responsable de sus actos o aprender que las respuestas a la muerte tan sólo se conceden tras su beso y no en brazos de ninguna deidad. Me indigna contemplar como en pleno siglo veintiuno aún existe las voces que aclaman a lo sagrado o a lo satánico, creí que el hombre ya estaría fuera de la caverna contemplando la cruda realidad. El satanismo es la religión temida, la filosofía de este modo de vida es intratable. Sé que todos tenemos un lado perverso y otro encantador, uno que nos llama a evocar sensaciones o sentimientos que nos llenen de lujuria o de placer más allá de obrar el bien, pero no por ello somos seres despiadados y llenos de odio aunque a veces dudo de que sepamos que es realmente la paz o el amor. El concepto de Lucifer es de un aguerrido que ha librado la batalla más cruenta contra un Dios que no escucha nuestras plegarias, muchos se cobijan en él pensado que este si les mostrará afecto por sus cánticos o rezos. El demonio no es una cabra, no es un toro, no es un ser abominable y tampoco es un ángel hermoso con la espalda empapada en sangre que emana permanentemente de sus yagas, es más bien un lado oscuro de la sociedad.- Mi discurso concluyó aforrándome en el asentimiento explícito en su mirada.

-El ser humano es un ser estúpido, abocado al fracaso junto al auto engaño y la resignación, no lucha por lo que desea sino que se desvanece en sus propios sueños contemplando como jamás se cumplen.- Repuso mientras se posaba en la mesa dando la espalda al monitor.

-Lo más curioso son sus declaraciones satánicas, algunas de las cuales incluso yo afirmaría que he hecho.- Sonreí mientras una de sus manos se posaba en la mía.

-Como por ejemplo es mejor la complacencia que la abstinencia o dar amabilidad ante aquellos que se la merecen, pero es más creo que la mejor de todas es “responsabilidad para el responsable” junto con “Satán ayuda a la iglesia ya que ha mantenido el negocio vivo todos estos años”.-Una carcajada se liberó de sus labios.

-Si, es algo irracional creer en el diablo, pero, algo bueno tendría que tener confesar la religión que aboga por un enriquecimiento mental antes que espiritual.-Murmuré.

-Es por ello que muchos empiezan a amar esta religión, que demasiados se hacen fieles a ella y pocos la abandonan.-Respondió a mi frase mientras me cuestionaba mil enigmas.

-El hombre creó a Dios y Dios creó a Lucifer.- Aquella afirmación hizo que mi propio interior sintiera un alivio sobre humano.- ¿Quién creó el mal o el bien?- Murmuré mientras cavilaba mi propia respuesta.-Fue el hombre sin duda, fue quizás antes que el propio Dios y por ello tuvieron que llamarlo Padre bueno.- Respondí y él me contemplaba como si fuera una estatuilla divina y su fe me hiciera ser adorado.

-Simplemente sé que todas las épocas han tenido sus Deidades para luego ser derrotadas por otras, estamos en la época de la no fe y aún se erigen iglesias y se captan adeptos al igual que sucede con los satánicos.- Dijo apartando su mano cálida mano de la mía.

-Es más racional no creer en los dioses sino en la ciencia.- Murmuré.

-La ciencia aún tiene campos que no ha logrado aclarar, que aún son sólo meras hipótesis, pero aún así se pueden demostrar con el transcurso de los años.- Repuso.

-Es como el cambio climático, hacía años que no nevaba y hemos tenido épocas de duras sequías casi llegando a la hambruna en algunos países del primer mundo. El tercer mundo es el más afectado y nadie hace nada. Es algo intolerante ver como se muere medio globo terráqueo y los cristianos a penas hacen algo junto con otras religiones. Lo más curioso que la iglesia tiene acciones de fábricas de preservativos y aún lo condenan, como también condenan la eutanasia o el suicidio. La religión siempre ha prohibido cosas, la iglesia satánica poco hace para cancelar sentimientos o deseos de sus miembros.- Dije mientras tecleaba en el ordenador buscando información sobre los nuevos ritos satánicos.

-Dejemos la búsqueda aquí, tengo hambre, ¿qué tal si tomamos algo de aperitivo y seguimos luego?- Murmuró al ver mi empeño y mi mirada cansada.

-Un segundo deseo encontrar un relato que hace años encontré, es algo imprescindible, ya lo veras, habla sobre Jesús y su salvación. Me parece algo asombroso, algo totalmente sacado de contexto, algo que dice la cruda realidad. es un relato de un joven, lo hallé poco antes de aquella mañana en la oficina. Estaba en español y con bastante fluidez. En este pequeño texto o enigma de sutil escritura se podía contemplar un ente libre sin duda alguna. Conversaba sobre las falacias de los creyentes, susurraba que todo era un juego podrido alimentado por mentiras, hablaba como si él fuera Jesús y arrojaba el desprecio que sentía por las catedrales. Según decía el texto el alma de cristo se marchitaba por cada céntimo en el cepillo deparado a la panza del monje en vez de a los pobres. Las imágenes, las oraciones vanas y los actos de buena fe en busca de recompensa lo aislaban y lo hacían odiar el mundo con un ansia tal que lo marchitaba. Tendría unos veinte años, ahora rondará la cincuentena, se hizo famoso por varios libros y promulgó la inteligencia humana, sin duda si algún creyente en Satanás lo conociera diría que es de los suyos aunque es sólo un ateo más. En esta vida le seguí la pista, el rumbo, no sabía porqué aquel empeño y ahora ato cabos.- Dije en tono quedo.

-Hablas de Ángel González Gálvez, sé quien es, se llama como el joven del primer libro que te hizo venir hacia mí.-Murmuró.

-Sí, es un hombre inquietante, pocos han visto su rostro y los que lo han contemplado dicen que posee la juventud de un ángel, a penas tiene arrugas y su mente es juvenil.-Le respondí extasiado, era mi autor favorito y lo conocía.

-Es un gran hombre, luchó por sus derechos, no dejó jamás que le pisotearan, tuvo una infancia dura y bastante traumática en algunos aspectos. Vivió durante años en un pequeño pueblo andaluz hasta marcharse a la capital del reino. ¿Adivinas qué pueblo?- Cuestionó finalmente.

-Jerez de la Frontera, el lugar de Ciudad de Presencias, tu pueblo y la cuna de nuestra última historia conjunta.- Repuse, paladeé la emoción y el deseo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt