Capítulo Onceavo: Lo más importante
“Eres tú, que más da seas lo que seas” fueron las palabras que obtuve hoy cuando me declaré homosexual delante de mi pequeña y particular familia. Pero eso fue después de venir de clases, el infierno, donde tanto uno como otro me acosó con notas diciéndome lo desesperados que estaban.
Deseaba quedar con Iván en los baños, probar su piel y devorar su cuerpo, pero sin embargo decidí hablar claro con Héctor y dejarme de rodeos innecesarios. Fuimos a nuestro lugar de encuentro habitual, él parecía satisfecho y deseoso de algo que no iba a ocurrir. Nos sentamos bajo el árbol y comencé a escuchar lo feliz que era a mi lado, que yo también lo sería y que me perdonaba lo que le había dicho la última vez que hablamos.
-Para.-Intervine en su discurso de “el mundo es bello y yo te amo”.
-¿Te sucede algo?-Preguntó con media sonrisa en sus labios, me rodeó con su brazo izquierdo y sentí su aliento en mi rostro.
-Yo no te amo y estoy con Iván.-Su mirada se volvió distante y apartó su brazo de mí.
-¿Qué?-Su sonrisa se había borrado mientras sus ojos se bañaban en lágrimas.
-Cuando no te cogía el teléfono él y yo lo hacíamos en mi cama, no te lo quise decir para no dañarte. Te quiero mucho como amigo, pero no…-Jamás pensé decir eso a nadie, es más no me dejó ni acabar.
-Ahórrate tus palabras, guarda fuerzas y traga tu almuerzo porque no te voy a molestar. Quédate ahí sentado, me largo. Ahora soy yo quien no quiere saber nada de ti.-Dijo levantándose de mi lado.
-Pero…-Balbuceé.
-Estoy enamorado de ti desde que te conozco, eso fue hace mucho. ¿Por qué te defendía? ¿Por qué no me unía a todos? ¿Por qué recibía insultos cuando podía pasar desapercibido? Porque te adoraba, amaba como me sonreías solo a mí y como te dejabas abrazar sintiendo la felicidad más absoluta. Aunque uno crece, evoluciona, y necesita algo más que simples miradas cómplices junto con juramentos absurdos de hermandad. No me lo dabas y yo seguía con mi vida intentando llenarla con otras parejas, tanto hombres como mujeres. En estos momentos estoy aguantando las lágrimas porque no te las mereces, como tampoco estos años a la espera y mucho menos las letras que componía en secreto para ti.-Fueron más o menos sus palabras, exactamente no las recuerdo.
-Yo no sabía nada de eso, simplemente eres mi amigo.-Me levanté e intenté agarrarlo por el bazo, pero se zafó de mí.
-A ver cuando te enteras que no puedo serlo.-Dijo conteniendo las lágrimas.
-¿Por?-Pregunté clavando mi mirada en la suya.
-Te amo por eso no puedo ser tu amigo. Eres un puto idiota que prefiere a otro como él antes que a mí.-Esa frase quedó grabada en mi mente.
-¿Te he perdido?-Pregunté con un nudo en la garganta.
-Se puede decir que sí.-Respondió.
Después de esto no pude comer y me arrojé a la desesperación. No me había hecho elegir entre Iván y él, sino que él mismo se había ido de mi vida como si nada. Lo conozco desde que tengo memoria, siempre me ha defendido y me ha enseñado a hacerlo por mi mismo. Él fue quien me llevó a artes marciales, él quien me dejó su Katana para que la sostuviera sobre mis manos y él quien siempre me ha tenido a su lado como un perro faldero. He sido su perro faldero muchos años y no me ha importado, pensé que sin él mi vida sería más amena y menos sometida a presión. Su peor enemigo me gustaba, sin embargo ese enemigo no era de él sino mío. Me sentí un inútil y me odié. Cuando regresé a clases él seguía en su asiento mirando a la nada, como si yo no existiera. Iván me dedicó una mirada extraña llena de encanto, pero eso no me animó en nada.
Tras las clases decidí volver a mi apartamento junto con mi familia y esperarla al completo, tenía que liberarme y centrarme en algo. Necesitaba que otros supieran mi secreto y poder notar complicidad, aunque fuera falsa. Me armé de valor y reuní a todos en el salón. Mi hermana, mi madre y mi padre me esperaban sentados mientras yo balbuceaba intentando emprender la conversación.
-Tengo que deciros algo.-Dije clavando la mirada en un punto fijo.
-¿Es importante?-Comentó padre mirando una revista automovilística.
-Sí, y deja de leer por favor.-Le recriminé su actitud.
-De acuerdo.-Apartó la revista y se quedó clavado escrutándome.
-Yo soy homosexual.-Dije sin dar rodeo alguno.
-Eso lo sabía.-Respondió mi hermana.-Nunca tuviste novia y tu habitación esta empapelada con chicos casi desnudos.-Comentó.
-Jussi de The 69 eyes es mi ídolo, uno de tantos como los que cuelgan en mi pared.-Balbuceé asombrado de que mi madre y mi padre no intervinieran.
-Yo a mis heroínas femeninas no las miro con cara de idiota mientras babeo.-Respondió sarcástica.
-Cariño, me da igual con quien te acuestes pues eres mi hijo.-Añadió mi madre.-Eso sí, no traigas chicos a casa diciendo que son tus amigos cuando son tus líos. El día que tengas pareja, una pareja formal, estaré de acuerdo pero mientras no quiero verte salir y entrar con muchachos para hacer dios sabe qué.-Dijo levantándose del sofá.
-Mamá son mis amigos, no hice nada con ellos y apenas hice nada con chicos. Soy el marginado de instituto, apenas tengo amigos y cuando los tengo hago un lazo extraño con ellos.-Mentí, aunque no del todo pues algo de cierto tenían mis palabras.
-Así que eres como mi hermano.-Respondió mi padre a todo lo dicho.
-¿Hermano?-Interrogué confuso porque que yo supiera su único hermano era heterosexual.
-Sí, tenía un hermano que murió más o menos con tu edad. Jamás hablo de él porque para mi es doloroso, igual que para ti lo de tu gemelo. Verás, éramos uña y carne, le adoraba. Siempre me dijo que era y estaba seguro de haber encontrado el chico apropiado, sin embargo no pudo con la presión y se suicidó. Me recuerdas mucho a él y pensé desde un principio que tal vez podrías serlo. Da igual a quien ames, lo que importa es como eres. No soy nadie chapado a la antigua, sabes mi ideología de izquierdas y no sé porque te torturaste todo este tiempo ocultándolo. Sé que es un trago amargo, no puedo comprenderlo del todo porque no lo he vivido, pero seguro que te ha costado. Yo no soy quien para juzgarte, nadie lo es. Ahora entiendo tu actitud algunas veces, los comentarios o como te cabreaste por no ver a ese actor que tanto te gusta cuando vino a un preestreno en la ciudad. La homosexualidad no es un delito ni es antinatural, es algo normal aunque no hay nada normal en el mundo y siempre hay algo que sobresale. Preocúpate de quien te enamoras, de tus estudios y de tu futuro, no de qué piense yo cuando salgas a pasear con un chico.-Su discurso me descolocó, mi madre le apretaba la mano quizás en señal de ánimos por el recuerdo de mi tío y mi hermana simplemente se quedó sentada mirando fijamente la escena.-Ahora déjame leer el número de este mes y a tu madre descansar de la oficina con una buena película de sobre mesa.-Dijo volviéndose a sentar tomando la revista entre sus manos. No supe como reaccionar y tan sólo sonreí, me acerqué a él para abrazarlo. Me sentí cómodo en casa, algo que jamás creí poder decir sin embargo aún llevaba un lastre. Héctor había dejado de ser mi amigo, alguien que creí que siempre iba a estar ahí.
Luego de esto me encerré en mi habitación, busqué mi álbum de fotografías y en todas salía él. Incluso una donde estábamos los tres, mi hermano y yo junto su rostro endiabladamente encantador. Siempre pensé que pude sobrellevar la muerte de Adán gracias a él. Tan sólo se quemó mi habitación, bueno nuestra habitación, y él más bien murió por el humo. La casa se reconstruyó y volvimos a vivir en ella, mi madre apenas podía dormir de noche, pero no quería dejar el domicilio porque también le venían los buenos recuerdos. Héctor sonreía en todas las fotografías agarrándome como si fuera de su propiedad, en más de una aparece abrazado a mí y cualquiera podría decir que somos pareja. Recordé en ese instante las noches en vela tirados en mi cama, recostados pensando en nuestro futuro. Sus brazos rodeándome cuando tenía pesadillas, miedo o flaqueaba ya no estarían. Entonces me di cuenta que alejarme de él fue un error. Un amigo es más importante que un lío de cama.
Cogí el teléfono móvil y llamé a Iván, quería explicarle que no podríamos volver a vernos como él deseaba. Comenzó a decir entonces que no podía ser, que me necesitaba y que no podía quitarse el deseo de su cuerpo. Me pidió entonces suplicando que el fin de semana sí, que al menos complaciera por última vez su cuerpo. Le dije que cuando podría ir, él respondió que en ese mismo instante porque sus padres se acaban de ir. Así que le pedí una hora, me duché y aquí estoy escribiendo esto para irme a su encuentro. Espero que todo vaya bien y entienda; no quiero perder a Héctor.
“Eres tú, que más da seas lo que seas” fueron las palabras que obtuve hoy cuando me declaré homosexual delante de mi pequeña y particular familia. Pero eso fue después de venir de clases, el infierno, donde tanto uno como otro me acosó con notas diciéndome lo desesperados que estaban.
Deseaba quedar con Iván en los baños, probar su piel y devorar su cuerpo, pero sin embargo decidí hablar claro con Héctor y dejarme de rodeos innecesarios. Fuimos a nuestro lugar de encuentro habitual, él parecía satisfecho y deseoso de algo que no iba a ocurrir. Nos sentamos bajo el árbol y comencé a escuchar lo feliz que era a mi lado, que yo también lo sería y que me perdonaba lo que le había dicho la última vez que hablamos.
-Para.-Intervine en su discurso de “el mundo es bello y yo te amo”.
-¿Te sucede algo?-Preguntó con media sonrisa en sus labios, me rodeó con su brazo izquierdo y sentí su aliento en mi rostro.
-Yo no te amo y estoy con Iván.-Su mirada se volvió distante y apartó su brazo de mí.
-¿Qué?-Su sonrisa se había borrado mientras sus ojos se bañaban en lágrimas.
-Cuando no te cogía el teléfono él y yo lo hacíamos en mi cama, no te lo quise decir para no dañarte. Te quiero mucho como amigo, pero no…-Jamás pensé decir eso a nadie, es más no me dejó ni acabar.
-Ahórrate tus palabras, guarda fuerzas y traga tu almuerzo porque no te voy a molestar. Quédate ahí sentado, me largo. Ahora soy yo quien no quiere saber nada de ti.-Dijo levantándose de mi lado.
-Pero…-Balbuceé.
-Estoy enamorado de ti desde que te conozco, eso fue hace mucho. ¿Por qué te defendía? ¿Por qué no me unía a todos? ¿Por qué recibía insultos cuando podía pasar desapercibido? Porque te adoraba, amaba como me sonreías solo a mí y como te dejabas abrazar sintiendo la felicidad más absoluta. Aunque uno crece, evoluciona, y necesita algo más que simples miradas cómplices junto con juramentos absurdos de hermandad. No me lo dabas y yo seguía con mi vida intentando llenarla con otras parejas, tanto hombres como mujeres. En estos momentos estoy aguantando las lágrimas porque no te las mereces, como tampoco estos años a la espera y mucho menos las letras que componía en secreto para ti.-Fueron más o menos sus palabras, exactamente no las recuerdo.
-Yo no sabía nada de eso, simplemente eres mi amigo.-Me levanté e intenté agarrarlo por el bazo, pero se zafó de mí.
-A ver cuando te enteras que no puedo serlo.-Dijo conteniendo las lágrimas.
-¿Por?-Pregunté clavando mi mirada en la suya.
-Te amo por eso no puedo ser tu amigo. Eres un puto idiota que prefiere a otro como él antes que a mí.-Esa frase quedó grabada en mi mente.
-¿Te he perdido?-Pregunté con un nudo en la garganta.
-Se puede decir que sí.-Respondió.
Después de esto no pude comer y me arrojé a la desesperación. No me había hecho elegir entre Iván y él, sino que él mismo se había ido de mi vida como si nada. Lo conozco desde que tengo memoria, siempre me ha defendido y me ha enseñado a hacerlo por mi mismo. Él fue quien me llevó a artes marciales, él quien me dejó su Katana para que la sostuviera sobre mis manos y él quien siempre me ha tenido a su lado como un perro faldero. He sido su perro faldero muchos años y no me ha importado, pensé que sin él mi vida sería más amena y menos sometida a presión. Su peor enemigo me gustaba, sin embargo ese enemigo no era de él sino mío. Me sentí un inútil y me odié. Cuando regresé a clases él seguía en su asiento mirando a la nada, como si yo no existiera. Iván me dedicó una mirada extraña llena de encanto, pero eso no me animó en nada.
Tras las clases decidí volver a mi apartamento junto con mi familia y esperarla al completo, tenía que liberarme y centrarme en algo. Necesitaba que otros supieran mi secreto y poder notar complicidad, aunque fuera falsa. Me armé de valor y reuní a todos en el salón. Mi hermana, mi madre y mi padre me esperaban sentados mientras yo balbuceaba intentando emprender la conversación.
-Tengo que deciros algo.-Dije clavando la mirada en un punto fijo.
-¿Es importante?-Comentó padre mirando una revista automovilística.
-Sí, y deja de leer por favor.-Le recriminé su actitud.
-De acuerdo.-Apartó la revista y se quedó clavado escrutándome.
-Yo soy homosexual.-Dije sin dar rodeo alguno.
-Eso lo sabía.-Respondió mi hermana.-Nunca tuviste novia y tu habitación esta empapelada con chicos casi desnudos.-Comentó.
-Jussi de The 69 eyes es mi ídolo, uno de tantos como los que cuelgan en mi pared.-Balbuceé asombrado de que mi madre y mi padre no intervinieran.
-Yo a mis heroínas femeninas no las miro con cara de idiota mientras babeo.-Respondió sarcástica.
-Cariño, me da igual con quien te acuestes pues eres mi hijo.-Añadió mi madre.-Eso sí, no traigas chicos a casa diciendo que son tus amigos cuando son tus líos. El día que tengas pareja, una pareja formal, estaré de acuerdo pero mientras no quiero verte salir y entrar con muchachos para hacer dios sabe qué.-Dijo levantándose del sofá.
-Mamá son mis amigos, no hice nada con ellos y apenas hice nada con chicos. Soy el marginado de instituto, apenas tengo amigos y cuando los tengo hago un lazo extraño con ellos.-Mentí, aunque no del todo pues algo de cierto tenían mis palabras.
-Así que eres como mi hermano.-Respondió mi padre a todo lo dicho.
-¿Hermano?-Interrogué confuso porque que yo supiera su único hermano era heterosexual.
-Sí, tenía un hermano que murió más o menos con tu edad. Jamás hablo de él porque para mi es doloroso, igual que para ti lo de tu gemelo. Verás, éramos uña y carne, le adoraba. Siempre me dijo que era y estaba seguro de haber encontrado el chico apropiado, sin embargo no pudo con la presión y se suicidó. Me recuerdas mucho a él y pensé desde un principio que tal vez podrías serlo. Da igual a quien ames, lo que importa es como eres. No soy nadie chapado a la antigua, sabes mi ideología de izquierdas y no sé porque te torturaste todo este tiempo ocultándolo. Sé que es un trago amargo, no puedo comprenderlo del todo porque no lo he vivido, pero seguro que te ha costado. Yo no soy quien para juzgarte, nadie lo es. Ahora entiendo tu actitud algunas veces, los comentarios o como te cabreaste por no ver a ese actor que tanto te gusta cuando vino a un preestreno en la ciudad. La homosexualidad no es un delito ni es antinatural, es algo normal aunque no hay nada normal en el mundo y siempre hay algo que sobresale. Preocúpate de quien te enamoras, de tus estudios y de tu futuro, no de qué piense yo cuando salgas a pasear con un chico.-Su discurso me descolocó, mi madre le apretaba la mano quizás en señal de ánimos por el recuerdo de mi tío y mi hermana simplemente se quedó sentada mirando fijamente la escena.-Ahora déjame leer el número de este mes y a tu madre descansar de la oficina con una buena película de sobre mesa.-Dijo volviéndose a sentar tomando la revista entre sus manos. No supe como reaccionar y tan sólo sonreí, me acerqué a él para abrazarlo. Me sentí cómodo en casa, algo que jamás creí poder decir sin embargo aún llevaba un lastre. Héctor había dejado de ser mi amigo, alguien que creí que siempre iba a estar ahí.
Luego de esto me encerré en mi habitación, busqué mi álbum de fotografías y en todas salía él. Incluso una donde estábamos los tres, mi hermano y yo junto su rostro endiabladamente encantador. Siempre pensé que pude sobrellevar la muerte de Adán gracias a él. Tan sólo se quemó mi habitación, bueno nuestra habitación, y él más bien murió por el humo. La casa se reconstruyó y volvimos a vivir en ella, mi madre apenas podía dormir de noche, pero no quería dejar el domicilio porque también le venían los buenos recuerdos. Héctor sonreía en todas las fotografías agarrándome como si fuera de su propiedad, en más de una aparece abrazado a mí y cualquiera podría decir que somos pareja. Recordé en ese instante las noches en vela tirados en mi cama, recostados pensando en nuestro futuro. Sus brazos rodeándome cuando tenía pesadillas, miedo o flaqueaba ya no estarían. Entonces me di cuenta que alejarme de él fue un error. Un amigo es más importante que un lío de cama.
Cogí el teléfono móvil y llamé a Iván, quería explicarle que no podríamos volver a vernos como él deseaba. Comenzó a decir entonces que no podía ser, que me necesitaba y que no podía quitarse el deseo de su cuerpo. Me pidió entonces suplicando que el fin de semana sí, que al menos complaciera por última vez su cuerpo. Le dije que cuando podría ir, él respondió que en ese mismo instante porque sus padres se acaban de ir. Así que le pedí una hora, me duché y aquí estoy escribiendo esto para irme a su encuentro. Espero que todo vaya bien y entienda; no quiero perder a Héctor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario