Capítulo tercero.
II. Confusión y creación.
Vino a la noche siguiente y yo le esperaba deseando de coquetear. Para mi sorpresa era reacio a mis halagos. Le conté la supuesta idea para mi historia, mostré mis bocetos y el inicio del proyecto. Parecía encantado con poder ser mi muso, también amigo pero nada más. Leí en su mente que tenía una novia, hasta ahora no me había percatado de ello, quizás porque deseaba obviarlo. Mi sonrisa era amarga y la suya llena de satisfacción. Decía que tenía grandes dotes, que debía de exponer con él en la galería y que estaría encantado de que tomara unas pintas en la taberna de su amigo. Comenté que desgraciadamente no podía acompañarles en sus juergas, que me sentía fuera del ambiente y solía vagabundear a solas. Aparté de mí el deseo de morder sus labios, arrojarme a sus brazos y que me complaciera por el resto de siglos de vida que me quedara. Se marchó rondando las dos de la madrugada y yo salí de cacería, mis victimas pagarían la tortura de no poseerlo.
Me hice su amigo, tardé meses en ganarme su total confianza y una novela. No me proponía editarla, sin embargo su existencia y el deseo de complacerlo hicieron que terminara por buscar una editorial decente. El libro se vendía relativamente bien y él se sentía un héroe al estar plasmado en unas miserables hojas. Alimenté su orgullo y lo convertí en un petulante. Sus amigos le dejaron poco a poco de lado, su novia decía que no podía estar con alguien que solo se amaba a si mismo y yo aproveché el momento hasta sus últimas circunstancias.
-Vaya, dicen que no me soportan y que nadie lo haría. Se equivocan porque tú sí lo haces, son unos inútiles.-Aquellas palabras taladraron mi corazón. Me sentía aún más atado a él que instantes antes, y realmente lo creía. Podía leer su mente, más bien su mirada, pues los vampiros tenemos un sexto sentido para saber cuando alguien miente o secretos que deseamos guardar. Es como la empatía en los seres humanos.
-Son inferiores a ti y a mí.-Susurré aproximándome a él. Estábamos en mi piso, seguía sin apenas tener muebles, sentados en el suelo con los pies descalzos y sin apenas ropa. Hacía bastante calor, era pleno Julio, y todo ardía, incluso yo.
-Por supuesto.-Masculló clavando su mirada en mí.
-Tengo que confesarte algo.-Dije mientras se recostaba a mi lado.
-¿Es importante?-Dijo tomando un sorbo de su cerveza.
-Sí.-Asentí imaginándome su reacción.
-Dilo, eres mi mejor amigo.-Más bien era su único amigo.
-Te amo, no me voy de tu lado ni lo haré a no ser que me lo pidas.-Susurré dejándome caer sobre el suelo, junto a él.
-Lo sé, lo sabía. Eres extraño, se notaba tu tendencia sexual.-Dijo acariciando mis mejillas, era un gesto íntimo y no sabía como tomarlo. Dioses, era y soy un vampiro sin embargo me sentía como un niño.
-¿No te importa?-Interrogué dubitativo.
-No, porque tú me has dado a conocer a cientos y te debo más de lo que crees.-Respondió recordándome la novela.
-¿Quieres saldar tu deuda? Dame un beso, la saldarás.-Dije ingenuo, esperando que sus besos se cruzaran con los míos. Me besó, me extasió y algo en mí se expandió por completo. Su lengua junto a la mía, intenté que mis colmillos no emergieran y mostraran el monstruo que soy. Me subí sobre su cuerpo sin pensarlo, su torso era espectacular. Era el David de Miguel Ángel bien labrado, con un rostro más hermoso y con un pelo tan sedoso que me invitaban a desear jugar con ellos. Mi miembro se erecto como por arte de magia. Dado el caso que maté a tres jóvenes ebrios para aparentar estar vivo, al menos no tan blanco y frío, podría decirse que tenía sangre suficiente para toda la noche.
-Te amo.-Susurré excitado sentándome sobre su pelvis.
-Si fueras una mujer serías mía.-Dijo apretando mis nalgas con sus manos.
-Lo siento me dejé llevar por el momento.-Intenté no llorar, mis lágrimas no iban a ser translúcidas sino sangre.
-Eres ambiguo, apenas tienes bello, cabellos largos, mirada de pantera, piel suave y sobretodo tu arte. Lo único que te falta son dos senos.-Su heterosexualidad de nuevo dándome un golpe casi mortal.
-También me sobra un pene.-Balbuceé.
-Sí. Estaría contigo si fueras mujer.-Otra daga más.
-Obvia mi sexo, óbvialo.-Dije reclinándome sobre él, necesitaba saborear de nuevo su boca.
-No puedo, sobretodo con el bulto que asoma en tus pantalones.-Comentó apartando sus manos de mí.
-Soy un terrible idiota. No existía tal novela, la hice solo para aproximarme a ti. Pensé que quizás verías algo en mí, algo que no tuvieran las chicas, y me amarías.-Rompí a llorar y me tapé el rostro con mis manos cayendo sobre él.
-Pues para no tenerla prevista, ser solo un engaño, la escribiste con maestría.-Susurró intentando animarme, lo noté. Al hacerme mirarlo contempló mi rostro bañado en sangre, hilillos rojos corrían por mi piel de mármol ruborizada un poco por la carnaza.
-Soy un vampiro.-Mascullé apartándome de él.-Ahora huye y aléjate. Pensaba hacerte mi novicio, pero no me amas y es mejor que me aleje de ti.-Susurré temblando.
-Dios mío, creí que era solo mitología. Conviérteme, quiero ese poder, quiero vivir para siempre. Si lo haces seré tu sirviente.-Aquello fue tentador y decisivo, lo hice mío entre mis fauces hasta casi dejarlo sin su último aliento. Más tarde, en milésimas de segundo, me abrí la muñeca y le di a beber.
II. Confusión y creación.
Vino a la noche siguiente y yo le esperaba deseando de coquetear. Para mi sorpresa era reacio a mis halagos. Le conté la supuesta idea para mi historia, mostré mis bocetos y el inicio del proyecto. Parecía encantado con poder ser mi muso, también amigo pero nada más. Leí en su mente que tenía una novia, hasta ahora no me había percatado de ello, quizás porque deseaba obviarlo. Mi sonrisa era amarga y la suya llena de satisfacción. Decía que tenía grandes dotes, que debía de exponer con él en la galería y que estaría encantado de que tomara unas pintas en la taberna de su amigo. Comenté que desgraciadamente no podía acompañarles en sus juergas, que me sentía fuera del ambiente y solía vagabundear a solas. Aparté de mí el deseo de morder sus labios, arrojarme a sus brazos y que me complaciera por el resto de siglos de vida que me quedara. Se marchó rondando las dos de la madrugada y yo salí de cacería, mis victimas pagarían la tortura de no poseerlo.
Me hice su amigo, tardé meses en ganarme su total confianza y una novela. No me proponía editarla, sin embargo su existencia y el deseo de complacerlo hicieron que terminara por buscar una editorial decente. El libro se vendía relativamente bien y él se sentía un héroe al estar plasmado en unas miserables hojas. Alimenté su orgullo y lo convertí en un petulante. Sus amigos le dejaron poco a poco de lado, su novia decía que no podía estar con alguien que solo se amaba a si mismo y yo aproveché el momento hasta sus últimas circunstancias.
-Vaya, dicen que no me soportan y que nadie lo haría. Se equivocan porque tú sí lo haces, son unos inútiles.-Aquellas palabras taladraron mi corazón. Me sentía aún más atado a él que instantes antes, y realmente lo creía. Podía leer su mente, más bien su mirada, pues los vampiros tenemos un sexto sentido para saber cuando alguien miente o secretos que deseamos guardar. Es como la empatía en los seres humanos.
-Son inferiores a ti y a mí.-Susurré aproximándome a él. Estábamos en mi piso, seguía sin apenas tener muebles, sentados en el suelo con los pies descalzos y sin apenas ropa. Hacía bastante calor, era pleno Julio, y todo ardía, incluso yo.
-Por supuesto.-Masculló clavando su mirada en mí.
-Tengo que confesarte algo.-Dije mientras se recostaba a mi lado.
-¿Es importante?-Dijo tomando un sorbo de su cerveza.
-Sí.-Asentí imaginándome su reacción.
-Dilo, eres mi mejor amigo.-Más bien era su único amigo.
-Te amo, no me voy de tu lado ni lo haré a no ser que me lo pidas.-Susurré dejándome caer sobre el suelo, junto a él.
-Lo sé, lo sabía. Eres extraño, se notaba tu tendencia sexual.-Dijo acariciando mis mejillas, era un gesto íntimo y no sabía como tomarlo. Dioses, era y soy un vampiro sin embargo me sentía como un niño.
-¿No te importa?-Interrogué dubitativo.
-No, porque tú me has dado a conocer a cientos y te debo más de lo que crees.-Respondió recordándome la novela.
-¿Quieres saldar tu deuda? Dame un beso, la saldarás.-Dije ingenuo, esperando que sus besos se cruzaran con los míos. Me besó, me extasió y algo en mí se expandió por completo. Su lengua junto a la mía, intenté que mis colmillos no emergieran y mostraran el monstruo que soy. Me subí sobre su cuerpo sin pensarlo, su torso era espectacular. Era el David de Miguel Ángel bien labrado, con un rostro más hermoso y con un pelo tan sedoso que me invitaban a desear jugar con ellos. Mi miembro se erecto como por arte de magia. Dado el caso que maté a tres jóvenes ebrios para aparentar estar vivo, al menos no tan blanco y frío, podría decirse que tenía sangre suficiente para toda la noche.
-Te amo.-Susurré excitado sentándome sobre su pelvis.
-Si fueras una mujer serías mía.-Dijo apretando mis nalgas con sus manos.
-Lo siento me dejé llevar por el momento.-Intenté no llorar, mis lágrimas no iban a ser translúcidas sino sangre.
-Eres ambiguo, apenas tienes bello, cabellos largos, mirada de pantera, piel suave y sobretodo tu arte. Lo único que te falta son dos senos.-Su heterosexualidad de nuevo dándome un golpe casi mortal.
-También me sobra un pene.-Balbuceé.
-Sí. Estaría contigo si fueras mujer.-Otra daga más.
-Obvia mi sexo, óbvialo.-Dije reclinándome sobre él, necesitaba saborear de nuevo su boca.
-No puedo, sobretodo con el bulto que asoma en tus pantalones.-Comentó apartando sus manos de mí.
-Soy un terrible idiota. No existía tal novela, la hice solo para aproximarme a ti. Pensé que quizás verías algo en mí, algo que no tuvieran las chicas, y me amarías.-Rompí a llorar y me tapé el rostro con mis manos cayendo sobre él.
-Pues para no tenerla prevista, ser solo un engaño, la escribiste con maestría.-Susurró intentando animarme, lo noté. Al hacerme mirarlo contempló mi rostro bañado en sangre, hilillos rojos corrían por mi piel de mármol ruborizada un poco por la carnaza.
-Soy un vampiro.-Mascullé apartándome de él.-Ahora huye y aléjate. Pensaba hacerte mi novicio, pero no me amas y es mejor que me aleje de ti.-Susurré temblando.
-Dios mío, creí que era solo mitología. Conviérteme, quiero ese poder, quiero vivir para siempre. Si lo haces seré tu sirviente.-Aquello fue tentador y decisivo, lo hice mío entre mis fauces hasta casi dejarlo sin su último aliento. Más tarde, en milésimas de segundo, me abrí la muñeca y le di a beber.
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