Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 11 de agosto de 2008

Lobo vs Vampiro


The Cat, el personaje que uso para el rol con Dio...sí, personaje "uke" ¿y?

La vie en Rose ~ラヴィアン・ローズ~ - BUCK-TICK





Desperté en medio del más profundo silencio. Mis ojos verdes observaron la escena que se mostraba a mí alrededor. Me sentía como un felino desde que adquirí mis poderes, podía ver en la oscuridad y atrapar matices que antes no encontraba. Casi podría decirse que comencé a ronronear cuando lo noté a mi lado. Su piel tan cálida, muy contraria a la mía que parecía de reptil, y sus labios sellados en una sonrisa dulce me condujeron a una calma inexistente en este aciago mundo. Estábamos desnudos y pude comprobar que en su piso de soltero. Esa cama con dosel era especial, allí me tuvo por primera vez suplicante por tenerlo. Acaricié su mejilla y me levanté dejándolo en la cama. Me dirigí hacia el espejo de cuerpo entero. Durante unos minutos me contemplé y luego sonreí como un chiquillo.

-Espejito, espejito mágico, ¿quién es el vampiro más afortunado?-reí bajo y noté que él se levantaba.

-No lo sé, ¿tú?-respondió quedándose detrás de mí como un perro guardián y me agarró por la cintura.

-Sí, soy yo.-sonreí observándonos en el espejo, acariciando suavemente su rostro y quedándome perplejo ante el cambio tan radical que había dado mi vida.

-Pensé que eras caperucita roja y no la madrastra de Blancanieves.-argumentó frunciendo el ceño.-¿O es que ahora te gusta ir tras enanitos?-besó mi cuello y caí en un placer único. Era, y es, la parte más sensible de mi cuerpo, la que me hace delirar en un único roce.

-Tú eres mi lobo feroz, yo soy caperucita pero no tengo abuela y quiero que me comas.-me giré de improvisto para él y lamí sus labios mordiendo el inferior.

-¿Seguro que soy yo el lobo?-preguntó con una sonrisa llena de significado para mí. Me tomó del trasero y yo me encaramé sobre su cuerpo. Mis brazos rodearon su cuello, mis piernas caían a ambos lados de sus costados y mi boca quedó pegada a la suya en un beso.

-Sí, pero el cuento cambió.-susurré mordiendo el lado izquierdo de su cuello, sin hacerle el menor rasguño.-Dame el placer del amor más pasional, lobito mío.-dije acariciando su rostro con una de mis manos, dejando que mi garra rodeara su pómulo hasta su mentón.

-Ya veo, ¿qué pensaría tu hija del cambio drástico del cuento?-susurró arqueando una ceja para llevarme de nuevo al colchón.

-Creo que se divertiría aún más que nosotros cuando nos lo contaron.-dije notando bajo mi espalda las sábanas negras que tenía el somier. Palpé la calidez de la tela, la seducción de la suavidad que emanaba de cada fibra y abrí bien mis piernas mostrándome sin pudor.-Pero el final es siempre el mismo.-mis manos pasaron por sus fornidos hombros, para luego ir hacia su torso, el cual estaba marcado y lleno de pequeñas heridas de guerra.

-¿Cuál? ¿Viene el cazador y me mata? ¿Traerás a tu padre aquí?-dijo frunciendo el ceño jugando conmigo a las fábulas.

-No, el lobo se come a caperucita. En el mío terminaba así y yo quiero que me comas pequeño lobezno.-esa mano era como una serpiente, se enroscaba en cada trozo de su torso hasta llegar a su entrepierna. Allí comencé a masturbarle para notar ese vigor, esa fuerza animal.-Ponte condón, quiero que sea fuerte y si sangro será perjudicial para ti.-mis dientes de vampiro brillaron al igual que mis ojos.

-Tranquilo, el lobo desea comerse a su caperucito y no dejar nada de él.-mis dedos seguían aquel juego.

-Me pregunto como será cuando estés en celo.-dije divertido, pensando que todo era un agradable sueño y que en realidad tendría que despertarme.

-Pues, te diré que ya estoy en celo por tu culpa. Deseo sexo cada noche, pero tú eres demasiado lindo para obligarte.-susurró lamiendo mi cuello, para luego ir hacia los pezones y comenzar a sentir una excitación endemoniada, no podía ocultar que aquellas zonas erógenas existían y él las conocía a la perfección.

-Entonces, házmelo como todo un lobo.-gruñí en un gemido y le observé notando mi flequillo sobre mi frente.

-Eso tenlo por seguro.-abrió mis piernas y me penetró con dos de sus dedos, llevando su boca hacia mi sexo y comenzando a succionar desde el inicio. Mi miembro estaba comenzando a despertar cuando lo enroscó en su lengua y me atrapó en una fiebre que me hacía delirar.

-¡Dio!-exclamé aferrándome a sus hombros mientras abría bien mi boca para respirar. Aquellos condenados dedos se movían rítmicamente, girándose y profundizando cada vez más.-¡Dios!-blasfemé contra el creador de todo, ahora que sabía que existían los ángeles tenía un morbo añadido.-¡Dio!-gemí al notar cuatro dedos entre mis nalgas.-Por favor, entra.-rogué en un murmullo notando mi torso oscilar con fuerza.

-Calla.-sonrió lamiendo sus dedos, dándome un respiro.-Ahora viene lo mejor.-murmuró y como si nada los volvió a sumergir haciéndome enloquecer.

-¡Dio!-grité intentando no arañar su cuerpo, por ello me aferré a las sábanas.

-Te daré la vuelta, quiero ver ese lindo culito.-me volteó y me dejó con mis redondas posaderas al aire, mostrándoselas sin ningún pudor.-Estás tan dilatado, tan excitado.-susurró lamiendo mis nalgas para luego introducir su lengua entre ellas.

-¡No me tortures!-grité cerrando los ojos y agarrando, esta vez, la almohada.

-No es una tortura mi pequeño vampiro, es un deleite para mis sentidos.-mordió ambos lados y se sumergió sin más con su pene bien erecto.

-¡Reviéntame!-jadeé con mi pecho húmedo por el sudor, empapando la almohada y las sábanas.

-Si vieras que bonito queda tu pene rozando el colchón, tus testículos chocando casi con los míos y mi sexo rellenando tu agujerito.-susurró besando mi espalda, dejándome recobrar el aliento y algo de la cordura.

-¡No seas pervertido!-exclamé cerrando los ojos y moviendo un poco las caderas para acomodarla en la funda de mis entrañas.-Fuerte.-gemí.

-Lo haré tan fuerte que no vas a querer ir a ver a tu abuelita.-rió bajo y empezó a embestirme como un poseso. En cada arremetida había un grito mío de placer, mi boca se llenaba del pecado de la carne y sus caderas eran mi purgatorio.

-¡Te amo!-era la primera vez que lo decía tan convencido. Había pasado un mes, un glorioso mes, y estaba rendido a él.

-Y yo pequeño.-balbuceó dejando sus manos en mis costados mientras una mía me daba placer a mi mismo.

-Quiero que me otorgues el premio.-cuando fui a gemir como un desgraciado mordí la almohada y me dejé llevar por la lujuria. Eyaculé manchando las sábanas, mis piernas y parte de mi pecho.

-Ven entonces.-salió se mí y comenzó a masturbarme observándome.-Ven y toma el regalo.-me giré y gateé para lamer la punta.-Entero, es tu premio.-me agarró de la cabeza y lo clavó hasta el final de mi garganta, para dejar liberado su torrente de semen. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos y una lágrima se escapó de ellos, la cual limpió con una de sus manos. Siguió moviendo su sexo un poco más en mi boca, mostrándome quien dominaba a quien en la cama, para luego dejarme recostado y subirse sobre mí.-Te amo.-besó mi cuello y siguieron las caricias que tanto deseaba, las del después del sexo, esas que demostraban complicidad.

La complicidad en la pareja… es el mayor premio ¿no es así?

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt