Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 19 de septiembre de 2009

Dark City - capitulo 10 - Creo que voy a matar a alguien. (parte I)


Capítulo 10

Creo que voy a matar a alguien.


Días después del nacimiento de mi nieto pude disfrutarlo unas horas. Pedí a Hizaki que lo trajera a casa. Jun se comportó como un celoso sin remedio. Mi hijo pequeño iba recogiendo sus juguetes y gritando mío con la dirección hacia donde estaba el bebé. Lo peor fue cuando lo tomé en brazos, Jun gateó hasta donde estaba y comenzó a gritar balbuceos ininteligibles. Hizaki tuvo que llevarse el bebé tras la gota que colmó el vaso, la cual fe tirarle del pelo a Phoenix por acariciar una mejilla del pequeño.

-Jun te has portado mal.-decía mi pareja, mientras lo llevaba al parque de juegos.-Muy mal, así no se tratan a los sobrinos. Eres un tito muy malo ¿lo sabías?

Yo simplemente miraba las fotografías que había logrado hacerle. Me recordaba a mis hijos, aunque era muy pequeño.

-¿No crees que será alto?-interrogué observando una donde se veía sus manos enormes para el pequeño cuerpo que tenía.

-Lo que creo es que si sale tan posesivo, celoso y gritón como Jun será un Atsushi auténtico.-murmuró recogiendo algunos juguetes esparcidos por el suelo.

-No digas eso, no grito tanto ni soy tan celoso.-murmuré.-Recuerda que a mí no me importa que te tomes fotos, mostrarlas y sentirme orgulloso cuando vas a mí lado.-inmediatamente su rostro se tiñó de rojo.

-¡Maldito pervertido!-gritó tirándome un cojín a la cabeza, pero lo esquivé.- ¡Aún recuerdo cuando mostraste esas fotos mías vestido de chica! ¡Te odio! ¡Hoy duermes en el sofá! ¡Maldito!

Yo tan sólo reía. Esa amenaza no la cumplía nunca. Siempre venía a mí cuando me mandaba al sofá, casi hipando y contándome pesadillas horribles. También era frecuente que me pidiera que lo abrazara en la cama, se había vuelto una costumbre y sin mi abrazo no podía dormir. Así que me sentía impune de hacer lo que quisiera con las imágenes que aún poseía, era incapaz de descifrar la clave de la caja fuerte donde terminé depositándolas.

Los días eran siempre así desde ese entonces, eran días cálidos a pesar de haber empezado a entrar poco a poco el otoño. Yutaka no daba señales de vida. Anii estaba preocupado, pero Imai siempre le quitaba hierro al asunto. El cd había quedado paralizado, lo único agitado era la carrera hacia el éxito de mi hijo. Los desfiles que se habían dado poco antes de la venida de mi nieto, sus conciertos a los cuales no pude asistir y varios anuncios televisivos.

Esa misma noche, como de la nada y sin avisar, tocó al timbre Wilde. Allí estaba vestido como lord inglés con una sonrisa en sus labios. Sus gafas de pardillo, su flequillo de niño bien y su aspecto de chiquillo le quitaban cualquier sombra de duda sobre su pasado. Pero, siempre que lo veía notaba algo extraño en mi cuerpo. Algo había en él que no concordaba.

-Buenas noches, espero no importunarle su descanso.-miró el reloj y alzó una ceja.-son las diez de la noche, tal vez te he molestado en la cena.

-No, aquí se cena poco y aún no nos poníamos a ello.-sonrió al escuchar eso de mis labios.

-Perfecto, así podemos cenar juntos y hablar sobre ciertos aspectos.-lo miré incrédulo, se había invitado él solo.-¿Hay algún problema?

-No, es que no esperaba visitas.-era incapaz de negar que entrara, pues me había hecho un gran favor.

-Bien, podremos hablar a solas ¿o nos acompañará su dulce esposo?-interrogó con una sonrisa entrando en la casa tras un gesto leve de mi mano.

-Nos acompañará, por supuesto.-dije cerrando la puerta.

-¿Podríamos luego de la cena conversar? Necesito ayuda.-sus ojos brillaron levemente, eran como los de Clarissa que chispeaban cuando algo importante sucedía. Si bien, los de ella eran fríos y los de él parecían los de un niño.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt