Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 4 de diciembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (VI)


-Algo así imaginaba.-respondió intentando ordenar sus ideas.-Sabía que esa imagen tan sofisticada ocultaba algo más, no podía ser un muñeco perfecto y menos viviendo en esta ciudad.

-Así es.-no me atrevía a mirarlo a los ojos.-No debes decirle que lo sabes, no debes.

-Ya lo sé, pero tú también deberías de morderle la lengua respecto a tus crímenes.-comentó.-Los acepto, acepto el porqué lo hiciste, sin embargo no dejan de ser personas.

-Tú hablabas de matar a un tal Brandon.-repliqué.

-A golpes, una pelea de iguales, y quedar con la satisfacción de haber acribillado a patadas a un desgraciado. Así tendría la muerte que se merece, no que ese maldito morirá de viejo en su cama con sábanas de firma parisina.-le odiaba, no se daba cuenta que el odio lo iba a consumir.

-Él no tuvo la culpa de vuestra discusión.-comenté.-Tú mismo lo dijiste.

-Sí, así es.-aceptó que no debía tenerle ojeriza a Brandon por su última discusión.-Pero él ha sido el causante del dolor de Olivier.

Entendía sus razones, su dolor, su rabia y también que deseara verlo en un hermoso ataúd negro camino a su nicho en el cementerio. Sin embargo, también sabía que la venganza no traía nada bueno. No quería que tuviera un pasado oscuro como yo, él no. Me procuraría que él saliera distinto, que no fuera un maldito imbécil como todos los de nuestra saga familiar.

-Él ha sido el causante de un daño, pero tú deberías de ser el causante de que eso lo olvidara. Si no eres capaz de hacer que olvide algo así, que se sienta seguro a tu lado, y que pueda amarte sin miedos... si no lo eres, olvídate de él porque no va a ser feliz.-no sabía si me había entendido, pero en grandes rasgos le estaba hablando de la felicidad y el sentimiento de paz que sentía y que siento cuando veo a Phoenix. Todo lo que he vivido se olvida, todo lo malo, y nada más queda lo bueno.

-No sabes lo extremadamente complicado que ha sido poder tenerlo.-masculló.

-Las personas no se tienen, me ha costado llegar a esa conclusión y aceptarla; sin embargo, te aseguro que no se tienen, porque no son objetos que se puedan poseer.-lo miré directamente a los ojos y después aparté la mirada hacia el pequeño.

-Quiero tenerlo, aunque no sea un objeto, tenerlo entre mis manos y poder sentir su frágil cuerpo. Es lo que quiero, lo único que quiero.-le comprendía bien, sabía que necesitaba verlo a su lado cada mañana y sentir que el mundo tenía sentido. Pero, por otro lado, no entendía que se quedara parado.

-Cambia.-respondí.-No tu forma de ser, sino tu forma de expresarle lo que sientes. Si vuelve a ti, por el motivo que sea, si consigues encontrarlo, si finalmente lo buscas, demuéstrale que dice tu alma.

-Papá lo he hecho en un libro que seguramente no ha leído. Las críticas literarias que he tenido han sido excelentes, si bien...-no dejé que terminara, sabía que seguía tras aquella frase iniciada.

-Si bien no son las que quieres oír, quieres saber qué piensa él y si ha descubierto que sois vosotros dos.-él únicamente asintió.-Hizaki escribe una canción que pueda escuchar, haz un video que pueda hacerle recordar y emítelo en televisión a escala mundial. Tienes talento, tienes contacto y tienes dinero para invertir.

-Lo haré.-respondió.-Pero quiero que me ayudes a componerla, ahora mismo no tengo ánimos ni para tomar un lápiz.

-Está bien.

Estaba acostumbrado a escribir y componer con él, era fácil de hacerlo en su compañía. Con mi amigo Imai era distinto, siempre entregaba todo a última hora y como respuesta a su tardanza tenía un simple resoplido. Hizaki estaba predispuesto al trabajo, amaba ponerse manos a la obra y no entendía porque no quería una carrera universitaria normal. Había accedido a una academia de arte dramático, cursaba sus estudios como podía y se adaptaron a él por sus obligaciones. Estudiaba duro, ensayaba aún más duro y aprendía fácilmente. Por ello acepté, porque siempre era un buen compañero a la hora de trabajar y además tenía mis genes.

El pequeño se había quedado dormido en sus brazos tras su toma, él lo llevó a la cuna y lo dejó recostado quedándose en silencio. Notaba su orgullo de padre, también la preocupación que podía existir en él al mirar aquella pequeña criatura. Todos los padres tenemos preocupaciones aunque nuestros hijos estén creciendo sanos, fuertes y con buena actitud. Aún hoy miro a mis hijos de esa forma, con ese sentimiento y el deseo que vayan superándose sin problemas.

-Papá ¿tienes tiempo?-preguntó sin girarse.

-Tengo todo el tiempo que tú desees.-respondí dejando mis manos sobre sus hombros.-Para mis hijos siempre tengo tiempo.

-Quiero componerla ahora, cuanto antes mejor.-susurró girando su rostro y yo lo abracé.

-La compondremos.-me aparté de él con una sonrisa, él tan sólo respondió con otra y me guió a su pequeño despacho.

Nos sentamos y comenzamos a escribir frase por frase, pasadas dos horas Phoenix me llamó y yo le comenté donde estaba. No di demasiados detalles, creo que él tenía cierta idea porque estaba con Hizaki y porque me había escapado de casa de esa forma. Antes de que nos diéramos cuenta llegó el medio día, se hizo corta la mañana entre ideas y pequeñas discusiones. No me fui a casa, simplemente llamamos a un restaurante japonés con reparto a domicilio. Nada más llegar el pedido paramos de trabajar, teníamos que saciarnos.

-¡Sushi!-gritó casi con lágrimas.-Del mejor de la ciudad.

-No sólo hay niguiri sushi, también soba de té verde con pato y fideos fritos.-murmuré con una sonrisa de lado mientras sacaba todo.

-¡Te quiero!-gritó abrazándome.

-¿Vuelves a recuperar el apetito?-siempre que le preocupaba algo dejaba de comer casi de inmediato, por ello me gustaba ver como regresaba a él la gula.

-Sí, pienso que esa canción hará que vuelva.-respondió.-Soy optimista.

-Yo también.-respondí sacando el sake en pequeñas botellitas y se las mostré.

-¡Sake! ¡De alta graduación!-entonces puse mi mano sobre su cabeza.-¿Qué?

-Esto es para mí, tú tienes tu refresco.-no me gustó la mirada de indignación que puso, pero me hizo cierta gracia como intentó robar una de las botellas.

-¡Sake o muerte!-gritó lanzándose sobre mí para atrapar su licor, pero le salió mal la jugada porque el niño comenzó a llorar.

-No deberías ser tan ruidoso.-dije alzando y bajando mis cejas con una sonrisa prácticamente felina.-Sabía que el niño se despertaría y yo terminaría con mi Sake.

-Maldito seas viejo Cheshire.-respondió bufando para ir hacia el dormitorio y calmar al pequeño.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt