Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 6 de diciembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (VIII)




-Hacía años que no comía tanto y tan bien.-murmuré con los ojos entrecerrados.

-Yo no tanto, creo que hace unos meses viendo un partido de fútbol con Max.-ese nombre me martilleó las sienes.

-¿Qué hace Max con Yutaka?-pregunté levemente molesto.-¿Se cree que puede hacerlo feliz?

-Es mejor que tú sin duda, porque te recuerdo que tienes a Phoenix y me desagradaría pensar que mi padre sigue de colegial de culo inquieto.-me desaprobaba esa actitud de “todos son míos y yo de nadie”.

-Simplemente no lo veo apropiado para Yutaka.-respondí intentando no parecer celoso, pero mis celos me podían.

-Papá debes dejarlo ser feliz, que elija a la persona que crea correcta porque tú ya no vas a volver a su vida.-era cierto, aunque me dolía aceptarlo.

-Por favor dejemos el tema Max.-lo decía por mi propia salud mental, me sentía idiota al no poder refrenar los celos que me ahogaban y tensaban.

-Papá ¿piensas que soy un buen padre?-preguntó en un tono leve, como si tuviera miedo ante mi respuesta.

-Digamos que eres primerizo, por lo tanto no puedes ser el mejor padre del mundo. Tendrás tus fallos, como todos los padres lo tenemos seamos veteranos o no, pero eso sí hay algo que tú demuestras cuando tomas al niño en brazos.-quería explicarle que el instinto lo tenía.

-¿Qué?-dijo mirándome fijamente.-¿Qué tengo? Me dejo hundir porque he dejado escapar a una persona que me daba ánimos, cuando debería de acostumbrarme a que lo único que tengo asegurado es mi hijo.

-Y eso será hasta que cumpla la edad de las salidas, la rebeldía, las ganas de libertad y de confiar en alguien más que tu palabra.-era lo que más temía siempre un padre, el momento en que la mano de su hijo se apartaba de la suya.

-Lo sé, pero continua con lo que dices que yo poseo.-se había encogido en el sofá mirando a la nada, como si la televisión estuviera encendida y en ella dieran algo entretenido.

-Amor de padre.-dije con simpleza.-Amas a tu hijo, darías todo por él, se nota. Quieres que sea feliz, te preocupas por cada cosa que pasa en su pequeño mundo y te sientes orgulloso cuando sonríe por impulso.-acaricié su cabeza y revolví sus cabellos.

Él quedó en silencio y yo también. No sé sus pensamientos, pero yo recordé algo que aún me dolía. No había podido estar en el parto de Miho, en su nacimiento, y tampoco había podido demostrar mi amor por ella. Era instintivo. A penas la conocía y ya sentía que mi vida no tenía sentido sin ella. Era mi hija, mi única hija, y mi primogénita. Verla sonreír, saber que su embarazo iba bien y que me haría abuelo pudiendo disfrutar de ella como mujer me hacía sentir extraño y a la vez emocionado.

-Ahora te entiendo.-dijo tras un prolongado silencio.-Sé lo que sientes por mí, por Hero, por Jun y por Miho.-susurró.-Jun es mi primo, pero lo veo como hermano ya que tú lo ves como hijo. Un hijo se ama a pesar de que haya venido al mundo gracias a otro, que haya estado lejos de ti, o que simplemente no haya nacido perfectamente sano.-sonrió de lado y me miró.-Amo a Takumi y lo habría amado si hubiera venido con algún problema.

-Lo sé, lo sé bien.-respondí acariciando sus cabellos como cuando era un niño, un gesto cómplice en el que las palabras perdían cualquier valor y los gestos se hacían necesarios.

-Miho está bien.-comentó como si nada, aunque pienso que él me conocía mejor que nadie en esta vida y podía conocer lo que pasaba por mi mente.

-¿Por qué has dicho eso?-pregunté.

-Porque sé que te preocupas más por ella que por nosotros.-dijo con una sonrisa.-Estoy seguro que todo es por su parecido a la abuela, su carácter casi calcado a ti, que está embarazada y que toda su vida ha estado lejos de tu alcance.-murmuró abrazándome.-No pasa nada, todo irá bien y serás un buen abuelo para esos niños como lo eres con Takumi. ¿Por qué no vas y decoras la habitación de sus bebés?

-Piensan mudarse, en sí estoy decorando con Josep una casa mayor de una sola planta. Son las nuevas unifamiliares que están cerca del lago, en plena naturaleza, pero con una carretera que comunica con la ciudad con rapidez.-era un buen lugar, el mejor lugar.-Tendrán un jardín enorme, una zona para que puedan jugar los niños y otra para que puedan disfrutar de pequeñas reuniones.

-¿La compraste tú?-preguntó interesado.

-Josep, la ha comprado Josep. En una de las ocasiones que me llamó lo comentó, aunque yo pienso ayudarle con todo lo demás.-cuando hablaba de lo demás era muebles.

-Algo escuché de todo aquello, pero no demasiado bien, no quieren que Miho se entere y todo parece un plan hecho a conciencia por el FBI.-me eché a reír a carcajadas.-Bueno, sois una pandilla de mafiosos así que supongo que sois mejores que un par de policías.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt