Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 7 de diciembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (IX)


-Ahora te entiendo.-dijo tras un prolongado silencio.-Sé lo que sientes por mí, por Hero, por Jun y por Miho.-susurró.-Jun es mi primo, pero lo veo como hermano ya que tú lo ves como hijo. Un hijo se ama a pesar de que haya venido al mundo gracias a otro, que haya estado lejos de ti, o que simplemente no haya nacido perfectamente sano.-sonrió de lado y me miró.-Amo a Takumi y lo habría amado si hubiera venido con algún problema.

-Lo sé, lo sé bien.-respondí acariciando sus cabellos como cuando era un niño, un gesto cómplice en el que las palabras perdían cualquier valor y los gestos se hacían necesarios.

-Miho está bien.-comentó como si nada, aunque pienso que él me conocía mejor que nadie en esta vida y podía conocer lo que pasaba por mi mente.

-¿Por qué has dicho eso?-pregunté.

-Porque sé que te preocupas más por ella que por nosotros.-dijo con una sonrisa.-Estoy seguro que todo es por su parecido a la abuela, su carácter casi calcado a ti, que está embarazada y que toda su vida ha estado lejos de tu alcance.-murmuró abrazándome.-No pasa nada, todo irá bien y serás un buen abuelo para esos niños como lo eres con Takumi. ¿Por qué no vas y decoras la habitación de sus bebés?

-Piensan mudarse, en sí estoy decorando con Josep una casa mayor de una sola planta. Son las nuevas unifamiliares que están cerca del lago, en plena naturaleza, pero con una carretera que comunica con la ciudad con rapidez.-era un buen lugar, el mejor lugar.-Tendrán un jardín enorme, una zona para que puedan jugar los niños y otra para que puedan disfrutar de pequeñas reuniones.

-¿La compraste tú?-preguntó interesado.

-Josep, la ha comprado Josep. En una de las ocasiones que me llamó lo comentó, aunque yo pienso ayudarle con todo lo demás.-cuando hablaba de lo demás era muebles.

-Algo escuché de todo aquello, pero no demasiado bien, no quieren que Miho se entere y todo parece un plan hecho a conciencia por el FBI.-me eché a reír a carcajadas.-Bueno, sois una pandilla de mafiosos así que supongo que sois mejores que un par de policías.

Queríamos un entorno agradable para los pequeños, también para el hijo mayor de Josep. Eduart era un joven que me recordaba en exceso a Hero y tenía ciertos patrones de comportamiento como Olivier. Un niño sensible, amante del arte y con una mente privilegiada. Habían pasado demasiadas cosas en su vida, como perder a un hermano y ser abandonado por su madre, como para que no tuviera su pequeña recompensa con un lugar más plácido. Además la casa tenía una habitación de huéspedes donde podía pasar a descansar su pareja, con lo cual la relación sería más relajada en la familia y con su padre.

No sólo lo hacía por Miho, aunque era ella mi principal reto, sino también por mis nietos y aquel chico que pronto sería parte de mi familia. Los documentos de Miho ya habían sido transferidos con el nuevo apellido, su apellido real. La prensa no había tardado en reaccionar pero un comunicado a tiempo, por mi parte, había logrado que acallaran rumores y cuestiones estúpidas manipulando la situación.

Terminamos levantándonos para finalizar la canción. Hicimos que fuera en japonés, pero sabíamos que terminaría cantándola también en francés y español. Eran los idiomas que más usaba, junto al inglés. Quería que Olivier pudiera entenderla y quedarse con la melodía.

Me marché a casa cuando eran casi las seis de la tarde. Había incluso tomado un leve tentempié junto a mi nieto. Aquel pequeño observaba todo desde la pequeña cesta que tenía para dejarlo en el salón. Se veía enorme para ser prematuro y que aún no tenía si quiera un par de meses. Me fijaba en sus ojos, sus mejillas y sus pequeñas manos notando que la fuerza de los Sakurai seguiría una generación más.

Nada más llegar a casa la perra cayó sobre mí. Era imposible esquivarla o controlarla, simplemente saltaba sobre ti al escuchar el leve crujido de la verja. Entré lleno de barro a la casa, besé la frente de Phoenix que se hallaba contándole un cuento al pequeño Jun. Era un cuento sobre la navidad. Pronto sería navidad y él ya estaba emocionado con la fecha. Faltaban dos meses, pero para él esos dos meses eran nada.

Me metí en la ducha, necesitaba quitarme el frío de la ciudad y el barro pegado a parte de mi cara, además de mis manos, gracias a la maldita perra. Cuando me giré para tomar la toalla me percaté de como el gato me observaba desde el hueco de la puerta.

-¿Qué haces ahí?-pregunté con una sonrisa atando la toalla alrededor de mi cadera. Él tan sólo maulló bien alto y entró para quedarse junto a mis pies descalzos sobre la alfombrilla.-¿Qué quieres?-dije sintiendo como se restregaba contra una de mis piernas.

-Atsushi ¿tienes algo para lavar?-preguntó Phoenix entrando en el baño y entonces miró al pequeño felino que tan campante seguía frotándose contra mi piel. -Ese maldito gato no hay quien lo tome en brazos, pero contigo parece tan dulce.-murmuró.

-Cheshire sabe que debe ser un buen hijo, trata bien a su padre.-respondí entregándole la ropa.-La ropa estaba limpia hasta que tu perra apareció.

-No seas cruel con ella, te quiere mucho, y claro ella también quiere ser una hija dulce para su padre.-respondió y antes de que yo pudiera contestar nada había cerrado la puerta.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt