Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 8 de diciembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (X)


Salí del cuanto de baño, aún empapado y descalzo, dejando mis huellas sobre el parquet hasta la habitación. Hurgué por el armario para encontrar una camiseta de mangas cortas negra bastante amplia, un jersey negro grueso y aún más amplio que la camiseta, junto a unos jeans amplios de una tela bien gruesa. Me quedé vestido de ese modo, como un espantapájaros, y me reí al verme al espejo. Hacía como quince años, o más, que no usaba aquel jersey, al igual que aquella camiseta.

-Sin duda la moda de los ochenta era horrible.-comenté mirándome al espejo.-Pero es lo más abrigado que conozco.-un frío extraño se había instalado en mis huesos, el frío del invierno había venido azotando de forma clara a pesar que parecía no querer entrar en la ciudad. Me senté en la cama y mi gato se subió a mi lado restregándose en mi espalda.-Cheshire ¿te gusta el horrible jersey?-pregunté girándome para tomarlo entre mis brazos.-Este horrible jersey lo tejió mi madre.-susurré con melancolía.-Daría parte de mi fortuna porque tú pudieras entenderme, aunque creo que lo haces, pero no puedes responderme en un lenguaje que yo sea capaz de comprender.-lo alcé frente a mí y él maulló para después lamer una de sus patas.-¿Eso es un sí?-dije mirándolo con una sonrisa.-Arigato Cheshire.-susurré antes de besar su húmeda nariz de color oscura. Se había oscurecido con el tiempo, al principio era rosa con pequeñas manchas negras que fueron creciendo.

-¿Le das gracias al gato y a mi no?-preguntó Phoenix desde el marco de la puerta, no había escuchado sus pasos por el pasillo. Noté entonces a Jun aferrado a su cuerpo como un pequeño koala.

-A ti también.-respondí con una sutil sonrisa dejando al gato a un lado.

-Hoy tuve un mensaje en mi blog, de alguien que conoces bien.-comentó.-Bueno, bien, digamos que es un joven muy parecido a ti y que puedes palpar su oscura presencia desde el otro lado de la pantalla.

-¿Ángel?-interrogué recordando que era el único que podía ser descrito de esa forma.

-Sí, Ángel.-respondió sentándose sobre mis piernas.-Un joven bastante extraño, pues entrar en su blog es entrar en un mundo parecido al tuyo.-rió bajo y me miró a los ojos.-Al menos es la sensación que tuve.

-¿Y qué pretendía? ¿Qué deseaba? ¿Qué dijo?-aquellas preguntas eran parte de mi curiosidad, pero creo que cualquiera hubiera tenido esa misma reacción.

-Simplemente me dio ánimos por mi enfermedad, dijo que se alegraba de mi recuperación y que esperaba que no fuera demasiado lenta.-acarició los cabellos de Jun y besó su frente cuando balbuceó algo imposible de entender, esperando que él le comprendiera.-Sí amor, volveremos a ir a jugar.-susurró con un tono tan maternal que parecía imposible que hubiera surgido de un hombre.

-¿Y buceaste entonces por sus archivos?-pregunté con mayor curiosidad.

-Sí, miré todo y supe que hay cosas que ambos habéis pasado y que él esta a punto de pasar.-me miró tan fijamente que por unos instantes dejé de pensar en nada, tan sólo en esa mirada apacible y llena de inconfundible amor.

-¿Qué?-dije acariciando su rostro.

-Su madre está enferma.-aquello me hizo recordar al momento en el cual me dijeron que ella lo estaba.-Aún no hicieron pruebas, pero los médicos opinan que puede ser una tumoración.

-¿Qué?-ya no era una pregunta, simplemente era asombro. El chico tenía que pasar por eso, por las dudas y los miedos que yo mismo había pasado. Era un camino amargo, creo que el peor camino que tiene que recorrer un hombre con alguien amado. Cuando uno sabe que los momentos que vive pueden ser los últimos con esa persona se vuelven dolorosos a la par que intensos.

-Sí, tiene que estar aterrado.-noté entonces como acariciaba mi mentón.-Deberías ir y conversar con él, tal vez invitarlo a tu casa o que él te invite a la suya.-sonrió de forma tranquilizadora.

-Le enviaré un comentario pidiéndole su email y su número telefónico, quiero hablar con él de todas formas.-respondí aún asombrado y aterrado, porque no decirlo.

Phoenix se levantó de mis piernas y se encaminó a la puerta de la habitación con el bebé en sus brazos. Jun jugueteaba con sus colgantes y cabellos. Su silueta era ya demasiado familiar, podía dibujarlo con los ojos cerrados. Él ya era mi mundo, era la persona que me calmaba en los malos momentos. Su sonrisa y sus caricias me habían hecho estremecer, sentirme reconfortado.

Me levanté para ir hacia el portátil, me introduje en la web de Ángel y tecleé un mensaje rápido. Mi nick no era el habitual, ni siquiera estaba en mi cuenta. Pero él sabría perfectamente quien era con tan sólo leer Cheshire. Ese gato de Alicia, su personalidad, ya eran parte de mi juego habitual. Fue un mensaje breve que tuvo respuesta tras veinte minutos. Pronto tuve su correo electrónico y su teléfono móvil.

La verdad es que en un primer momento pensé en mandar un email, no me parecía correcto llamar sin más, sin embargo pensé que era menos cercano unas letras y más reconfortante la voz de alguien que había pasado por lo mismo. Así que simplemente llamé. Tardó en contestar y cuando aceptó la llamada escuchaba una canción de Bowie retumbar. Sin duda era Diamond dogs.

-¿Sí?-respondió.-Si es un vendedor no quiero nada y si es el del alquiler, lo siento mañana mismo pago lo que le debo. Verá es que llevo un mes sin trabajo y tan sólo podemos ir tirando con el dinero ahorrado. De verdad que lo siento, pero mañana mismo tiene los doscientos euros que no le pagamos. Ya el mes próximo es diferente porque he encontrado trabajo de contable.-todo aquello lo dijo con una rapidez pasmosa.

-Espera, soy Atsushi.-respondí.

-Joder pensé que era el casero, lleva días llamándome con números distintos y no sabía si aceptar la llamada o no.-de fondo seguía sonando aquella canción que tan buenos recuerdos me traía.

-Diamond dogs... una gran canción ¿es un live no es así?-cuestioné para romper el hielo.

-¡Ángel quita a Bowie ahora me toca a mí!-gritó una voz femenina con un acento sutilmente distinto, sin duda mexicano. Tras ese grito los Sex pistols comenzaron a sonar con fuerza, con una contundencia absoluta.

-Era un live.-respondió.-Un segundo.-murmuró.-¡Miho estoy hablando por móvil!

-¡Lo siento!-tras ese lo siento la música bajó el volumen, pero siguió sonando.

-¿Estás ahí?-pregunté desconcertado.

-Sí, estoy aquí.-murmuró tras un suspiro alto.-Creí que no me llamaría hoy, estábamos intentando concentrarnos en un pequeño escrito.

-Quiero hablar contigo, te invito a un café en casa y podrías traer a tu pareja.-comenté intentando pensar que había sonado mi voz amable, pero no preocupado. No era mi hijo, tampoco un familiar, ni un amigo... pero sin embargo me preocupaba. Tal vez lo veía tan semejante a mí, tanto, que era como verme reflejado en un espejo como en el video de thursday child, del genio que tanto admirábamos.

-Será un honor ir.-fue una respuesta afirmativa.-¿A qué hora?-interrogó mientras escuchaba de fondo a la joven cantar, no tenía mala voz sino todo lo contrario.

-¿Cinco y media o seis?-me eché hacia atrás en la silla.

-¡Sole aparta!-gritó sin más.

-¡No le digas eso! ¡No seas mal padre!-esa fue la respuesta de su pareja. Sin embargo, yo no sabía que tenía hijos.

-¿Tienes una hija? Pensé que no tenías hijos.-seguramente le parecí un entrometido pero la curiosidad me pudo.

-No, es mi gata.-dijo entre risas.-Es que no para de triarse sobre mi ropa y la llena de pelos.-me recordó a mi gato.-Sobre la hora perfecto.

Terminamos de acordar la hora, la dirección de mi casa y nada más colgar me sentí extraño. Ese chico parecía estar bien a pesar de todo lo que se le avecinaba, tal vez era un pequeño teatro ante el mundo. Yo hacía lo mismo. Cuando mi madre enfermó mentía a todos con mi sonrisa, decía que estaba bien, aunque supongo que mi mirada no dejaba de estar llena de melancolía y miedos.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt