-Sí, estoy aquí.-murmuró tras un suspiro alto.-Creí que no me llamaría hoy, estábamos intentando concentrarnos en un pequeño escrito.
-Quiero hablar contigo, te invito a un café en casa y podrías traer a tu pareja.-comenté intentando pensar que había sonado mi voz amable, pero no preocupado. No era mi hijo, tampoco un familiar, ni un amigo... pero sin embargo me preocupaba. Tal vez lo veía tan semejante a mí, tanto, que era como verme reflejado en un espejo como en el video de thursday child, del genio que tanto admirábamos.
-Será un honor ir.-fue una respuesta afirmativa.-¿A qué hora?-interrogó mientras escuchaba de fondo a la joven cantar, no tenía mala voz sino todo lo contrario.
-¿Cinco y media o seis?-me eché hacia atrás en la silla.
-¡Sole aparta!-gritó sin más.
-¡No le digas eso! ¡No seas mal padre!-esa fue la respuesta de su pareja. Sin embargo, yo no sabía que tenía hijos.
-¿Tienes una hija? Pensé que no tenías hijos.-seguramente le parecí un entrometido pero la curiosidad me pudo.
-No, es mi gata.-dijo entre risas.-Es que no para de triarse sobre mi ropa y la llena de pelos.-me recordó a mi gato.-Sobre la hora perfecto.
Terminamos de acordar la hora, la dirección de mi casa y nada más colgar me sentí extraño. Ese chico parecía estar bien a pesar de todo lo que se le avecinaba, tal vez era un pequeño teatro ante el mundo. Yo hacía lo mismo. Cuando mi madre enfermó mentía a todos con mi sonrisa, decía que estaba bien, aunque supongo que mi mirada no dejaba de estar llena de melancolía y miedos.
Mientras cenaba, horas más tarde, mandé algunos mensajes a Hizaki para saber cómo se encontraba, también lo hice al móvil de Kamijo y al de Hero. No me atreví a contactar con Miho pues temía que ya hubiera averiguado todo lo que ocurrió con Yutaka. Tras la cena tan sólo vi una vieja película con Phoenix y nos fuimos a descansar. Durante la cena, y la película, comenté que había quedado con él en casa, él respondió que saldría porque debía ir a comprobar unos resultados médicos. Los nervios volvieron a mí, sin embargo no quería preguntar si eran por resultados negativos o positivos. Prefería preguntar sobre estas cuando ya las hubiera corroborado, preocuparse demasiado no venía demasiado bien para mi salud.
El día siguiente fue normal, aparentemente normal, pero algo en mí había distinto o más bien recordaba algo que deseaba dejar en el pasado. El sufrimiento de mi madre, su desesperación y sus palabras antes de morir volvían a mí como viejos fantasmas. Era una herida que no se cerraría, que estaba abierta y supuraba cada vez más. En varias ocasiones Clarissa me había intentado convencer de que fuera a un psicólogo, si bien yo lo veía normal. Es en cierta medida normal que recordemos a las personas que amamos y que suframos por ello, es nuestra forma de no olvidar.
El desayuno fue algo tenso notaba como Phoenix deseaba conversar, pero no se atrevía. Él también había perdido a sus padres y prácticamente a su hermano, ya que aún seguía desintoxicándose en la clínica. Si bien, yo estaba demasiado aferrado a mi madre y a mi hermano de una forma más intensa. Yo era débil en realidad, mi familia era mi punto de apoyo y me desmoronaba cuando algo sucedía en ella. Él se mantenía más fuerte y con esperanzas, su lado positivo era lo que le hacía mantenerse a flote.
-Atsushi.-murmuró antes de levantarse para tomar su bolsa y marcharse.-Estaré todo el día fuera, prácticamente.-comentó acariciando mi rostro.-Debo ir a mi doctor, visitar a mi hermano, quiero comprar alguna ropa para Jun y hacer unos cuantos encargos.-besó de forma dulce los labios.-Te quedas con el pequeño, así que no te olvides que a las doce siempre le doy un licuado de frutas.
-Sí.-respondí.-¿Por qué no lo llevas a la guardería?-interrogué extrañado.
-Se han vuelto a quejar de él, hasta que no tenga un mejor comportamiento no puedo llevarlo.-comentó algo preocupado y yo simplemente lo tomé de la cintura, acaricié sus caderas observándolo.-No me mires así, no me agobiaré.-sonrió de forma leve, pero mi mirada no cambió y mi mano no se movió.
-Después hablamos, tengo algo que preguntarte.-dije mirándolo fijamente a los ojos de una forma más intensa, no quería que me apartara la mirada.
-Te amo.-murmuró inclinándose paraba besarme de forma dulce y así poder marcharse.
-Quiero hablar contigo, te invito a un café en casa y podrías traer a tu pareja.-comenté intentando pensar que había sonado mi voz amable, pero no preocupado. No era mi hijo, tampoco un familiar, ni un amigo... pero sin embargo me preocupaba. Tal vez lo veía tan semejante a mí, tanto, que era como verme reflejado en un espejo como en el video de thursday child, del genio que tanto admirábamos.
-Será un honor ir.-fue una respuesta afirmativa.-¿A qué hora?-interrogó mientras escuchaba de fondo a la joven cantar, no tenía mala voz sino todo lo contrario.
-¿Cinco y media o seis?-me eché hacia atrás en la silla.
-¡Sole aparta!-gritó sin más.
-¡No le digas eso! ¡No seas mal padre!-esa fue la respuesta de su pareja. Sin embargo, yo no sabía que tenía hijos.
-¿Tienes una hija? Pensé que no tenías hijos.-seguramente le parecí un entrometido pero la curiosidad me pudo.
-No, es mi gata.-dijo entre risas.-Es que no para de triarse sobre mi ropa y la llena de pelos.-me recordó a mi gato.-Sobre la hora perfecto.
Terminamos de acordar la hora, la dirección de mi casa y nada más colgar me sentí extraño. Ese chico parecía estar bien a pesar de todo lo que se le avecinaba, tal vez era un pequeño teatro ante el mundo. Yo hacía lo mismo. Cuando mi madre enfermó mentía a todos con mi sonrisa, decía que estaba bien, aunque supongo que mi mirada no dejaba de estar llena de melancolía y miedos.
Mientras cenaba, horas más tarde, mandé algunos mensajes a Hizaki para saber cómo se encontraba, también lo hice al móvil de Kamijo y al de Hero. No me atreví a contactar con Miho pues temía que ya hubiera averiguado todo lo que ocurrió con Yutaka. Tras la cena tan sólo vi una vieja película con Phoenix y nos fuimos a descansar. Durante la cena, y la película, comenté que había quedado con él en casa, él respondió que saldría porque debía ir a comprobar unos resultados médicos. Los nervios volvieron a mí, sin embargo no quería preguntar si eran por resultados negativos o positivos. Prefería preguntar sobre estas cuando ya las hubiera corroborado, preocuparse demasiado no venía demasiado bien para mi salud.
El día siguiente fue normal, aparentemente normal, pero algo en mí había distinto o más bien recordaba algo que deseaba dejar en el pasado. El sufrimiento de mi madre, su desesperación y sus palabras antes de morir volvían a mí como viejos fantasmas. Era una herida que no se cerraría, que estaba abierta y supuraba cada vez más. En varias ocasiones Clarissa me había intentado convencer de que fuera a un psicólogo, si bien yo lo veía normal. Es en cierta medida normal que recordemos a las personas que amamos y que suframos por ello, es nuestra forma de no olvidar.
El desayuno fue algo tenso notaba como Phoenix deseaba conversar, pero no se atrevía. Él también había perdido a sus padres y prácticamente a su hermano, ya que aún seguía desintoxicándose en la clínica. Si bien, yo estaba demasiado aferrado a mi madre y a mi hermano de una forma más intensa. Yo era débil en realidad, mi familia era mi punto de apoyo y me desmoronaba cuando algo sucedía en ella. Él se mantenía más fuerte y con esperanzas, su lado positivo era lo que le hacía mantenerse a flote.
-Atsushi.-murmuró antes de levantarse para tomar su bolsa y marcharse.-Estaré todo el día fuera, prácticamente.-comentó acariciando mi rostro.-Debo ir a mi doctor, visitar a mi hermano, quiero comprar alguna ropa para Jun y hacer unos cuantos encargos.-besó de forma dulce los labios.-Te quedas con el pequeño, así que no te olvides que a las doce siempre le doy un licuado de frutas.
-Sí.-respondí.-¿Por qué no lo llevas a la guardería?-interrogué extrañado.
-Se han vuelto a quejar de él, hasta que no tenga un mejor comportamiento no puedo llevarlo.-comentó algo preocupado y yo simplemente lo tomé de la cintura, acaricié sus caderas observándolo.-No me mires así, no me agobiaré.-sonrió de forma leve, pero mi mirada no cambió y mi mano no se movió.
-Después hablamos, tengo algo que preguntarte.-dije mirándolo fijamente a los ojos de una forma más intensa, no quería que me apartara la mirada.
-Te amo.-murmuró inclinándose paraba besarme de forma dulce y así poder marcharse.
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