Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 12 de diciembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XIV)


-Es un desafío.-respondí con rapidez.-Pero compensa, cuando son adultos y ves sus logros.

-Supongo que los hijos son el pequeño milagro que muchos poseen, pero también son el quebradero de cabeza.-sonrió de forma amarga, tal vez por su situación.-Mi madre siempre me dijo que en ocasiones pensó que hubiera sido mejor no tenerme, porque sufrí cosas que un niño no debería de pasar, pero a la vez que fui el sustento de su lucha.

-Mi madre opinaba parecido.-dije mientras dejaba a Jun sobre mis piernas. Él comenzó a jugar con mis anillos y después se recostó sobre mi pecho.

-A veces me sorprende la entereza de las mujeres.-comentó mirando a Miho.-Lo fuertes que pueden ser y lo delicadas que pueden parecer.

Ella parecía absorta en la conversación, su cabeza estaba apoyada sobre el hombro de su pareja y su mirada perdida en un punto de la habitación. Sus manos estaban entrelazadas, no sé cuando sucedió eso pero en ese instante supe que se comunicaban con caricias y gestos. Una comunicación extraña que únicamente dos personas entienden.

-Las mujeres son fuertes.-murmuré.-Siempre han sido las que han sostenido la casa, han cuidado a los hijos, han ayudado en tareas del campo y socorrido a personas que desconocían. Siempre ha sido así desde el principio de los tiempos. Los hombres sólo cazábamos, únicamente traíamos el animal, el resto del trabajo era para ellas.-recordé aquellos libros de historia que solía leer de niño y también de adulto.

-Las revoluciones femeninas son las que han tenido más éxito, saben organizarse y alzar la voz. En las guerras han trabajado para mantener el país a flote, incluso han colaborado con los ejércitos. Ahora pueden acceder a todos los trabajos posibles e inimaginables, porque el mundo que era sólo masculino ha comprendido la importancia de la mujer en el desarrollo de la historia.-su novia sonrió al escuchar aquello y besó una de sus mejillas.

-Además son tus lectoras favoritas, las mujeres son siempre las que te apoyan.-rió bajo.-Y las que te desean.-él abrió sus brazos para poder rodear su cuerpo con ellos.-Estoy harta de tus fans locas, de sus intentos de anularme y de sus tontas patrañas. Ya no saben qué hacer o qué decir.

-Esa es otra cuestión.-respondió tras carcajearse.-Atsushi seguramente no sabe de lo que habla, pero le explicaré.-comentó.-A veces me persiguen de web en web, buscando todos mis trabajos publicados, y la ocasión para contactarme. Lo hacen porque dicen estar enamoradas de mí, pero no se enamoran de mí sino de mis palabras.

-Vaya me acabas de recordar a Paulo Wilde.-dije interrumpiéndole.

-Paulo es un exquisito escritor, no sé como será como alcalde si terminan ganando las elecciones su partido y él, pero es excepcional. Suelo leer cuanto cae en mis manos, lo devoro todo.-entrecerró los ojos meditando, conocía esa expresión pues era parecida a la que yo usaba.-Hay algunos escritores nóveles, personas que están dándose a conocer y entre ellos su hijo.

-Sí, Hizaki es bastante diestro con las letras.-lo dije orgulloso, pues Hizaki reflejaba lo bueno que había heredado de mis genes.

-Usted también lo es componiendo, echo de menos su grupo y espero que vuelvan. Necesito un poco de buena música.-al decir aquello su novia reaccionó.

-¡Sí!-dijo alzando sus brazos.-Soy fan de usted y de su grupo, antes no lo dije porque no quería sonar a loca desatada.-él la miraba mientras hablaba y simplemente sonreía, hacían muy buena pareja.-Verá, hace unos días vi a Yutaka y le pregunté lo mismo pero no me supo responder. ¿Cuándo van a volver? Por favor, era genial escucharlos en la radio a todas horas y no esa maldita música mal hecha.

-Bueno no es tan mala la música de otros autores, mientras sigan homenajeando a Jackson en la radio y de vez en cuando recuerden a Bowie podré decir que la radio no ha muerto para mí. Claro que suelo escuchar la radio de música de los ochenta, eso hace que todo lo que suene no sea mal hecho con prisas, sino que tengan un mensaje especial.-hubiera jurado que esas palabras eran mías, o de mi subconsciente, si no lo hubiera tenido frente a mí.

-Yo soy gran amante de David Bowie, un amante enfermizo. Debo reconocer que me escapé del lado de mi ex, cuando estaba a punto de dar a luz de nuestro primer hijo, porque había un concierto de David en la capital y yo no podía perderme ese golorioso momento.-el asintió a mis palabras.

-Todo por el Dios Bowie, todo por el Dios del glam e iniciador de tantas corrientes en la música.-ella le miró de reojo con una sutil sonrisa.

-¿Serías capaz de dejarme sola para ir a ver a tu amante?-preguntó clavando sus ojos en él.

-Para nada princesa, creo que te llevaría a su concierto y haría que disfrutaras conmigo.

-Bueno no cambiemos la conversación.-dijo ella acomodándose en el sofá clavando sus ojos oscuros en los míos.-¿Volverán?

Había escuchado el nombre de Yutaka de sus labios, una ligera sensación había recorrido mi cuerpo pero había intentado ocultarlo. Mis dedos se movían nerviosos, Jun me miraba sonriendo y por instantes deseé mantenerme firme. Así que miré a Jun y sonreí, intenté olvidarme de esa sensación concentrándome en mi hijo.

-No lo sé, depende de él si me perdona o no.-respondí siendo francos.-El grupo se ha disuelto por mi culpa, no por culpa de otro.

-Ángel.-comentó ella girándose hacia él.-Te debo un masaje, has ganado la apuesta.

-¿Apostasteis?-pregunté con cierta incredulidad, también intriga del motivo de la apuesta.

-Sí, yo dije que todo había sido por culpa de alguna bronca interna iniciada por su parte. Se sabe, o más bien se palpa, que es quien más carácter posee de todos y por lo tanto la pequeña bomba de relojería.-ella se levantó del sofá y él la secundó.

-Debemos irnos, tenemos que ir a terapia.-comentó tomándolo de la mano, apretándola levemente.

-¿Tienes algún problema?-mi tono de voz parecía plasmar mi desconcierto, no entendía aquello de terapia.

-Es por mi disforia de género, nada más.-respondió con tranquilidad.

-Entiendo, espero que todo os vaya bien.-dije estirando mi mano para que la apretara, él la aceptó y ella también cuando se la dirigí.

-Adiós.-dijo acariciando el rostro del pequeño y mi hijo sonrió balbuceando.

Los acompañé hasta la puerta de entrada y se marcharon en su automóvil. Como habían llegado se marcharon, alborotando a la perra y haciéndome sentir extraño.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt