Daniel ha decidido dar su opinión sobre mi relación con Louis. Si yo diera la suya con Armand sería: Chico larguirucho y borracho busca no volverse loco a manos de un psicópata.
Lestat de Lioncourt
Desde hace varias décadas conozco a
Louis. Pude escuchar su tono de voz bajo, muy suave y sutil,
contándome aquella historia que era terriblemente conmovedora,
atractiva y llena de acción. Podía sentir la pasión en cada
palabra, la conmoción de su alma en su discurso y la tristeza en su
mirada. Era palpable que sufría, pero ¿sufría por todo lo que
contaba o por aquello que él creía haber vivido?
Quizás se sugestionó a sí mismo
diciéndose mil veces que debía creer sólo en su verdad, sin
escuchar la verdad que poseía Lestat. Llamó a las puertas de mi
alma e introdujo un discurso cargado de amor, pero también de
rechazo y decepción. Habló de redención, de perdón, de
explicación y aceptación de pecados. Él también pecó. Pecó
tanto como Lestat.
Todavía puedo verlo frente a mí, de
espaldas, en aquel balcón. Contemplo su figura elegante y soberbia,
cargada de un aroma a muerte muy peculiar. Olía a un perfume
masculino muy caro, el cual quedó opacado por el humo de mis
cigarrillos. Aún puedo recordar, con perfectos detalles, como él me
convenció rápidamente de ser un vampiro. Su profesión era la de un
condenado a una vida impía, terrible, asesina y maravillosa sin que
él lo supiera, sin que él lo hubiese comprendido desde un primer
momento, y yo lo supe.
Como he dicho creo que él se mentía.
Quería creer que Lestat era un villano. Sin embargo, era el
antihéroe que todo el mundo busca o persigue. Tal vez los métodos,
o las intenciones, de Lestat no es buscar el bien de todos, sino su
propia felicidad, la codicia por un poco de afecto o halagos, pero
logra, en definitiva, llegar a realizar actos imposibles. Actos que
nos han conmocionado, cambiado y confundido.
Ahora sabemos más de los poderes
vampíricos que hace dos cientos años. El mundo de los vampiros ha
quedado expuesto, pero también ha conseguido que muchos de nosotros
evolucionemos. A decir verdad, soy demasiado joven para ver esos
cambios. Sin embargo, como bien saben, me muevo en un mundo de
vampiros antiguos y milenarios. Puedo ver con claridad el cambio de
actitud en muchos de mis compañeros, las historias que cuentan unos
y otros y que nadie, salvo los más cercanos, conocemos.
Los vampiros aprenden más rápido
gracias a Lestat. Ahora no hay vampiros que se sientan condenados,
pues todos saben que realmente nunca han muerto o se han convertido
en muerte. Ellos, nosotros, somos una nueva especie. Claro, que Louis
no sabía nada de ésto cuando comenzamos a dialogar.
Hay puntos en su historia que todavía
no me cuadra. Para muchos la muerte de su hermano no debió provocar
tal desesperación, pero quizás es porque no comprenden que él fue
quien construyó la capilla, quien impulsó esa fe, quien no detuvo a
tiempo a su pequeño hermano y que, tras una fuerte discusión, lo
vio tropezar y caer por las escaleras atravesando una cristalera
para, finalmente entre agonía y horror, morir.
Escuchando las cintas hace unas noches,
las cuales conservo con sumo cariño, he apreciado que él no era el
favorito de su madre. Louis heredaría, pero quien llevaría el
apellido a un estatus mayor, a ser conservado, era su madre. Quizás
porque tenía veintiocho años y no había logrado casarse. Era
mayor, por así decirlo, y no había logrado caer seducido ni se veía
obligado a contraer matrimonio. Tal vez porque los gustos de Louis no
eran hacia las mujeres, por mucho que intentara cortejar a su vecina
de plantación. No. Louis cayó rendido ante Lestat porque le
recordaba a su hermano, en aspecto, pero poseía una fuerza que ambos
jamás tuvieron.
Poco a poco me descubrió una rabia
sobrehumana hacia su creador, su maestro, su amante y compañero por
toda la eternidad. El vínculo con Lestat era fuerte, aunque hubiesen
pasado décadas divididos. Louis jamás dejó de amar a Lestat y
perdonó todos sus fallos, como se perdona a un niño decir una
pequeña mentira. Sin embargo, no fue eso lo que me transmitió la
primera vez. Quizás pude ver tan sólo lástima, dolor y tragedia.
Aunque con el paso de los años he logrado apreciar los matices. Tal
vez, el haber escuchado la historia por voz de Lestat, en aquella
biografía firmada y escrita por él palabra por palabra, ayudó.
Quién sabe.
En definitiva, la pareja de moda entre
los nuestros, para todo aquel lector o conocedor de nosotros los
vampiros, será Lestat y Louis. Se odian, se aman, se necesitan y se
rechazan. Lestat siempre hace algo imprudente para que Louis acuda a
él, para que sea su conciencia, pero finalmente él no se redime y
no cambia sus pasos. Los mismos pasos que acaban llevándolo a una
catástrofe mayor que la anterior, pero que le hace más fuerte.
Lestat aprende rápido, se sobrepone, y busca los brazos de Louis
como trofeo. Él, como no, lo espera. Siempre se esperan. No
olvidemos que Lestat ha salvado en varias ocasiones a Louis, y Louis,
como no, ha salvado el ánimo de Lestat dándole compañía tras un
fracaso o una victoria amarga. Son una pareja singular, pero
apreciada. Realmente los envidio. Es difícil encontrar a alguien que
sepa soportar todos tus fracasos, victorias y silencios.
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