HONESTIDAD
La honestidad cayó como un
disparo que hirió sus frágiles oídos. Cayó de espalas precipitándose sobre la
cama, pero sintió que era una caída de varios pisos como si el pavimento, en
vez de un mullido colchón, le esperara. La crueldad de aquel mensaje fue fatal.
Su corazón se quebró en mil pedazos. Jamás pensó que su felicidad era tan
frágil.
Ese momento, el cual fue el
inicio y el final de su vida, se convirtió en un recuerdo recurrente. Solía
entrelazar sus dedos y arrodillarse a los pies de su cama, mirar el crucifijo
sobre el cabecero y rezar con la pasión de un beato por no creer lo que había
sucedido. Él se había marchado dejando
al ave libre, pero la jaula siempre le pareció acogedora. No sabía volar. Sus
alas habían sido cercenadas y su canto sólo se escuchaba bajo esas inquietantes
caricias. Era esclavo del deseo y del dolor. Se había convertido en un juguete
abandonado y ahora se sentía sentado sobre un montón de desechos.
Por eso no podía creer que
el amor había llamado de nuevo a sus puertas. Un amor puro y complaciente.
Necesitaba quizá sufrir para poder sentirse amado. Algo en él estaba roto. El
mecanismo de su alma se había vuelto disfuncional. El mundo se había derrumbado
y él seguía aplastado bajo los cascotes.
Algún día se daría cuenta de
lo estúpido que estaba siendo. Pronto comprendería que el amor no es dolor, ni
pecado y no era sólo carne. El amor era alma pura encendida por una sola
caricia. El amor era lo que el otro joven, de aspecto brusco pero corazón
tierno, le ofrecía. Un muchacho que siempre parecía frío, pero que a su lado se
convertía en verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario