Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 4 de abril de 2016

Archivo Talamasca (Literatura III)

Siguen los archivos de Talamasca. Lamentamos mucho no haberlos publicado anoche, pero teníamos ciertas contingencias. 

Lestat de Lioncourt 



Después de aquella larga conversación en la que todo se volvió más confuso y extraño decidí salir a caminar. Dejé mi moto aparcada en la acera y metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta. Recordé las noches cuando era humano e insignificante. Mis conocimientos eran mínimos y parecía más feliz que ahora. En estos momentos todo era confuso y tenía miedo de saber qué es lo que podía haber ahí fuera. Cualquier cosa era posible. Mis peores pesadillas podían hacerse realidad aplastándome como si no fuese nada. Se suponía que era un vampiro y podía vivir eternamente, pero Akasha me demostró que eso era falso. En esos momentos, junto a David y su invitado, descubrí que había entes y seres correteando frente a mí sin que yo tuviese conocimiento alguno.

Mis pasos me llevaron a un tugurio donde me senté en al fondo, eché mi espalda en uno de sus pringosos asientos y miré la cartelería de viejas películas de acción, bandas de rock casi legendarias y numerosa información sobre las bebidas especiales que se servían. Sin embargo si mirabas la desangelada barra sabías que hacía siglos que allí no se preparaba un martini, un whisky on the rock o algo que no fuese cerveza.

La camarera se acercó después de un buen rato. Se movió como un gato por entre las mesas donde algunos ya habían caído en un alcoholismo severo. A la derecha, cerca de los urinarios, había una máquina de juegos donde varios intentaban hacerse con el premio gordo. El escándalo era tremendo entre la música, los borrachos y la máquina pero mi oído era fino y pude escuchar claramente sus palabras.

—¿Qué vas a tomar?—preguntó sin siquiera mirarme. Parecía cansada y harta de estar trabajando allí.

—Una cerveza—respondí.

—De acuerdo.

Nada más marcharse noté la presencia de David acercándose. Me había estado siguiendo con un montón de preguntas para hacerme. Sabía que querría conocer cómo me encontraba después de aquello, pero prefería no decirle que estaba temeroso y a la vez ansioso por quitarle el velo al mundo. Me gustaba destruir todo lo que había a mi alrededor conociéndolo y aceptándolo. Había aprendido que esa era la única forma de no tener miedo y no caer en un estado mental deplorable.

Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás. El murmullo cesó de repente cuando él abrió la puerta. El local estaba vacío, oscuro y no había nadie salvo nosotros dos. Me sentí muy desconcertado cuando tiró de mi brazo levantándome con violencia. Sin cuidado alguno me sacó de allí e hizo que corriera bajo una lluvia fina.

—¡Pero qué demonios pasa!—grité.

—¡Ese bar se incendió hace años! ¡Ese tugurio hace mucho que está siendo investigado por Talamasca!—respondió frenando tras más de dos calles.

—¿Qué?—dije quedándome aún más pálido de lo que ya era.

—Daniel, es una brecha en la realidad. Ahí murieron muchas personas. Hubo una pelea terrible, con disparos inclusive, y todo voló por los aires porque afectó a la bombona de la pequeña cocina donde calentaban los perritos calientes—explicó—. Una bala atravesó la bombona y todo salió en llamas. No hubo escapatoria. El alcohol de las estanterías y los tanques de cerveza hicieron que el fuego se alimentara, igual que las mesas y sillas que también ayudaron a que todo se consumiera.

Me pregunté entonces en cuantos bares así había estado o podía llegar a estar. La vida se había parado en ese lugar destruyendo todo a su paso. La chica parecía cansada pero ni le vi los ojos. Sólo contemplé la expresión de su cuerpo que parecía estar harto de cargar con bandejas y no dormir bien por las noches.


Eché la vista atrás hacia la avenida que habíamos cruzado. Quería volver para ver con mis propios ojos el desastre. Necesitaba observar nuevamente cada baldosa y muro de ese edificio, pero él tiró de mí. David no quería investigar ese lugar esa noche porque no era algo que le llamase la atención. Él estaba acostumbrado a lidiar con espectros, pero yo no.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt