Nunca he pensado demasiado en las cosas
que tenía que hacer o evitar. De hecho, soy impulsivo. Siempre estoy
metiéndome constantemente en líos. La verdad es que me apasiona
investigar y comprender por mí mismo. No me importa las señales que
aparezcan en mi camino, ni las advertencias de los múltiples
consejos que puedan darme y ni mucho menos saber que voy a terminar
maltrecho. Lo hago. No puedo evitarlo. Yo soy así. Por mucho que los
años pasen voy a seguir arrastrando este impulso tan apasionado.
Hace décadas que conocí al hombre más
paciente sobre la tierra. Mi amistad con él no le ha traído
demasiados beneficios. Yo he perjudicado muchas veces su bienestar y
he provocado que se preocupara por mí. Quizás en parte me expongo
tanto porque quiero que él se fije en mí como hacen cientos en todo
el mundo. Me gusta saber que él está ahí aunque sea en silencio.
Es agradable saber que tienes amigos que te quieren y que protegerán
tus pasos pese a ser un completo desastre. Admito que lo soy. Soy un
desastre.
Recuerdo las primeras noches en su
compañía. No dejaba de fijarme en cada uno de sus rasgos y
movimientos. Era increíble. Me gustaba ver como se desenvolvía por
la habitación intentando comprender todo lo que yo decía. Yo ya era
conocido pero él era un pequeño tesoro que sólo yo sabía dónde
estaba, cuánto valía y por qué era necesario que nadie más
supiese de su existencia. Soy un egoísta en todos los sentidos.
Quería acaparar su atención porque pensaba que lo merecía, pero en
realidad merecía que me echase de su despacho y diese un portazo
tras mi espalda.
Han pasado muchas cosas desde que nos
presentamos como dos auténticos caballeros, y es curioso porque yo
jamás me he considerado uno. Tantos años que ya no soy capaz de
contarlos con facilidad. A veces se me escapan los detalles de
ciertos recuerdos, pero no podré olvidar jamás su colonia masculina
y su fuerte abrazo. No temió en abrazarme. Un simple humano no puso
barrera alguna a estrecharme como si fuese un hermano o un hijo. Creo
que me eché a llorar por el sentimiento hogareño que me ofreció.
Hacía mucho tiempo que no sentía un abrazo tan fraternal y no pude
controlar las lágrimas.
Ahora él ya no es un destacado miembro
de la Orden de Talamasca. Por mi culpa perdió su cuerpo, su empleo,
su identidad y parte de sus propiedades que poco a poco ha podido
recuperar. Podía haber provocado un gran desastre, pero él supo
solventar esa difícil situación tras convertirlo en vampiro.
Recuerdo que se echó a reír, me dio las gracias y me abrazó con
euforia. Tal vez porque sabía que iba a morir después de todo, ya
que era un hombre que rondaba los setenta años y los achaques de la
edad empezaban a dejarlo tirado como un objeto que no sirve.
En estos momentos lo tengo frente a mí
redactando algunas cartas. He pedido que sea mi secretario personal y
consejero. Es cierto que no siempre he escuchado sus palabras, que me
he enfrentado a sus deseos, que soy un caprichoso y además no pienso
demasiado mis acciones. ¡Es cierto! ¡Qué le voy a hacer! ¡Soy
así! No puedo evitarlo. Pobre de aquel que intente corregirme porque
no lo va a lograr y sólo malgastará su tiempo. Él lo sabe, lo
acepta y se ríe ante ello. Acepto que jamás he visto a un hombre
tan feliz como él de perseguirme por el mundo gritando: ¡Estás
loco! ¡Vas a matarnos a todos! ¡Si lo vas a hacer al menos llévame
contigo!
¡Ja! ¡Es increíble! David es
increíble. ¿Os he dicho que adoro a ese vampiro? ¡Lo adoro! Creo
que es mi mejor amigo y la conciencia que nunca tuve. Tal vez soy el
Pinocho de ese Pepito Grillo.
Lestat de Lioncourt
----
Todos tenemos un David Talbot y yo tengo uno desde hace 13 años. Fue extraño como nos conocimos y sé que muchas amistades van y vienen. Él me ha aceptado en mis momentos de euforia, en mi ratitos de pena y también me ha acompañado a la aventura de muchos proyectos. Me ha escuchado reír y llorar. Creo que nunca le he dado como se debe las gracias. Es cierto que siempre me acuerdo de él cuando me pasa algo bueno o malo, que corro a buscarlo y le pido consejo aunque ya sepa que me va a decir que no lo haga o que es una tontería. Lo hago porque necesito escuchar su voz o leer sus palabras. Todos necesitamos a nuestros amigos y más aún si estos han estado a tu lado en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad y sin tener que tener una relación de matrimonio... Porque los matrimonios discuten y los amigos pueden ser un "matrimonio" pero los matrimonios pueden divorciarse y yo no querría dejar atrás a alguien tan valioso para mí.
Estos últimos años han sido muy complicados para mí. Los últimos meses lo han sido aún más. Tengo muchos problemas que no cuento salvo a mis mejores amigos... Él siempre está ahí entre ellos. La verdad es que puedo contar a mis buenos amigos con los dedos de las manos. Sólo son seis. Luego están los amigos que son unos pocos más y el resto son conocidos. No tengo muchos amigos porque la vida no tiene mucho tiempo y no me gusta malgastar mi tiempo en personas que no lo valen, en gente que no tiene paciencia o que no sabe apreciar mi compañía. Ellos se merecen todo mi tiempo y el mejor de mis esfuerzos.
Este texto en concreto está dedicado a uno de ellos pero también quiero dedicárselo un poco a esos amigos que tanto quiero. Gracias chicos por todo. Gracias Rose, Merrick, Mekare y Xanxus por el apoyo de estas semanas. Pero sobre todo gracias a ti Javi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario