Bueno, alguien que me cree... ¡Aunque sólo sea un poco!
Lestat de Lioncourt
Siendo totalmente sincero me sentí
anonadado el día que Lestat me sugirió que el demonio quería
llevárselo al infierno. Creí que era una especie de broma pesada.
Hasta el momento ambos habíamos mantenido una postura atea, tal vez
algo defensiva, hacia la figura de una entidad todopoderosa que rige
el mundo. Sinceramente, estuve a punto de echarme a reír. No
obstante vi sus ojos, y en ellos pude contemplar el horror.
Cuando era muy joven vi a Dios y a
Lucifer discutiendo en mitad de una cafetería de París. Pensé que
era algo simbólico y esa simbología la busqué infatigablemente
entre los muros de la orden. Fue ese suceso el que hizo que comenzara
a indagar suceso por suceso, batiendo un duelo con la cordura, para
hallar una respuesta que se hizo desear y que aún hoy nadie me la ha
concedido.
Jamás he creído en dioses bondadosos,
pues siempre he creído que de existir dioses serían terriblemente
crueles como los humanos. Sí, creo en deidades humanizadas y no
gigantes asombrosos. Por eso, cuando regresó sucio y sin un ojo,
absolutamente perdido, tuve que escucharlo. Me hablaba de un Dios que
había cometido errores, que poseía soberbia y que sus ángeles
habían pecado alguna vez de envidia.
Él me advirtió que dudaba que fuese
el primer invitado por este al infierno. Hablaba entre delirios de
cientos de invitaciones, a todas las almas humanas posibles, y en
busca de diez inmaculadas criaturas que poder llevar ante Dios.
Porque esa era la misión de Lucifer, el cual se hacía llamar
Memnoch. Tenía que cumplir un pequeño castigo, y era demostrar que
no era un soberbio ni un iluso al declarar que había almas que
merecían estar en el cielo, pero que Dios desechaba por el simple
hecho de no creer en su palabra.
Redacté cada palabra de este libro,
así como he hecho de otras tres biografías. No me siento del todo
orgulloso porque implica dolor y sufrimiento para un viejo amigo, el
cual inclusive es mi creador. Sin embargo, es la primera vez que
logro contactar con alguien que vio un ser similar a que yo escuché
discutir con Dios. Además, la conversación en París giraba entorno
a almas rescatadas, al juicio que Padre Todopoderoso tenía sobre la
humanidad. No recuerdo sus palabras exactas, pero he refrescado la
memoria.
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