Lestat de Lioncourt
Mírate, míranos, bailando juntos al
fin.
Mírate, míranos, sonriendo a la
muerte.
Danza hasta que te duelan los pies.
¿Y tus zapatos? ¿Dónde los dejaste?
¿Allí donde la verdad y el honor?
El lugar donde se cruza la maldad y el
bien.
Honestamente, querida. No me importa.
Bailemos descalzos si quieres.
Seamos dos bestias brincando en los
jardines.
Este paraíso no nos pertenece.
Este mundo, ruin y apático, es de
otros.
Pero aquí la mala hierba siempre
crece...
¿Y qué somos nosotros? ¿Jazmines?
Alza tu vista y sonríe maliciosamente.
Sé el gato socarrón que eres
y saca esas uñas retorcidas.
Marca tu territorio, amor mío.
Muéstrate como buenamente desees.
Convertiremos el infierno en algo frío.
Seremos la fiebre de un ángel
condescendiente.
Somos la vida, somos la muerte.
Somos la danza.
Mírate, mírame, míranos...
Ya echada la suerte.
El juez dictaminó sentencia.
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