Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 14 de agosto de 2017

Uno más

¿Recuerdan el final de Cyril en Príncipe Lestat? Pues aquí su participación...

Lestat de Lioncourt 

Nunca he tenido a nadie a quien servir ni nada por lo que luchar. Siempre he sido un vagamundo. He ido y he hecho lo que he querido, pero mi vida no ha dejado de tener un caos lleno de vacío. Dormí durante largos periodos de tiempo y al despertar siempre me encontraba fuera de mi época, del sentido de la existencia, de la verdad y el deseo. He visto tanta hipocresía, tantas verdades a medias, tantos sistemas políticos oprimiendo al pueblo y a la realidad que me he convertido en algo similar al lobo estepario entre los míos.

Provengo de Egipto, cuando este apenas era conocido como Kemet. Sus tierras negras, enlodazadas por el agua de las riadas, lo hacían fértil y deseable. La codicia del hombre por plantar en sus costas hizo que a lo largo de este se elevara una civilización que amaba el oro y las piedras preciosas que lograba extraer del interior de su tierra, abriendo grandes fosas y alzando a la vez gigantescos monumentos en símbolo a la grandeza divina de sus regentes. Nuestro sistema era mucho más libre. Las mujeres estaban equiparadas al hombre en derechos y deberes, había incluso jueces femeninos y también gobernando. Eran capaces de todo y nosotros las apoyábamos porque quien era fuerte debía sujetar el poder, la gloria, el triunfo y no importaba su género o sexo. En estos momentos entro en las ciudades, las grandes metrópolis, que ensombrecen el brillo de las estrellas con sus deslumbrantes edificios, observo las avenidas plagadas de gente venida de aquí y allí, y aún así no veo ese pensamiento de poder de las mujeres, ni de la libertad del hombre para amar a aquellos que deseen. Veo opresión, miseria, rencor, vacío... el mismo vacío que yo siento.

Me crearon para servir a Akasha, pero ella no era un modelo digno a seguir. Era una déspota. Decidí no aceptar sus principios y tomé la libre determinación de vivir mi vida como fugitivo. Buscaba esa sensación de libertad, de igualdad, de lucha, de honores, de privilegios conseguidos a base de esfuerzos y esa sed saciada con conocimiento más allá de lo práctico y lo onírico. Por supuesto, no soy el primero y tampoco soy el único. Decenas de vampiros fueron disgregándose, renegando el poder de una reina brutal y vacía, buscando su camino en este mundo tan complejo y atemporal.

En mi último despertar lo hice en Asia, concretamente en una de las islas de Japón. Me incorporé tras excavar con mis dedos huesudos la tierra, removiéndola a mi alrededor, y al caminar, torpe e iracundo sin motivo alguno, escuchaba una voz que me animaba a consumir sangre, a renovar fuerzas y sellar heridas, para prender fuego a los jóvenes que tanto mal causaban. Pero yo no entendía nada, sólo era un muerto viviente buscando una misión. Siempre quise tener una y en ese momento parecía tenerla, así que me aferré a ella.


Ahora he sido llamado a la corte. Me han requerido que asista. Tengo los brazos extendidos, mi cabello negro se mueve como una bandera de un buque pirata buscado libertad, y mis ojos centellean como relámpagos en la oscuridad. Mi alma no pesa, mi cuerpo tampoco. Quiero encontrar la verdad y encomendarme a esta. Deseo ser de nuevo útil y tener a alguien a quien servir, a quien entender, y criaturas a las que amar y con las cuales discrepar.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt