Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 16 de marzo de 2008

Gravitation

Crónica de una relación extraña

Era la tarde del sábado de un día de primavera algo lluvioso. La noche anterior había estado en los antros de copas más peligrosos de la ciudad, donde las peleas y el alcohol barato son su rasgo más característico. La cabeza me daba vueltas y aún me dolía la bofetada de aquella pelirroja. Intenté ligar con una mujer de aspecto erótico, con un pequeño vestido de un gran escote. Sus senos eran turgentes, buenas curvas y un trasero de infarto. Sin embargo, el alcohol me hacía ser un patán y apestaba a fracasado, cosa que no soy ni por un asomo. En mis labios aún había sabor a whisky barato y a tabaco. Las sábanas estaban revueltas y empapadas en sudor. Fuera en la calle llovía, como ya he dicho, y el tráfico era insoportable. Entonces me di cuenta de que no estaba solo, había alguien junto a mí.

-¡Joder!-grité levantándome tomando mi arma para apuntarle.-¡Que cojones haces tú aquí!-dije haciéndole despertar. Estaba desnudo por completo, su rostro parecía lleno de satisfacción y por las marcas recientes de su cuello me pude imaginar lo que había sucedido.-¡Joder Ryuichi!-él me miró asombrado sin entender nada de lo que sucedía.

-Claude.-murmuró frotándose los ojos.-Deja de apuntarme.-dijo en un bostezo.-Te prefiero como anoche.-comentó con una sonrisa, aproximándome a mí para besarme dulcemente en los labios.

-¡Demonio aparta!-dije empujándole al colchón.-¡Anoche estaba borracho! ¡Te aprovechaste!-no paraba de gritar, me sentía extraño y algo en mí me descolocaba…era precisamente haber tenido sexo con mi protegido.

-Pero…-balbuceó y se echó a llorar, sin embargo se secó el rostro y tomó su camisa que se encontraba en la cama. Yo no dejaba de apuntarle con mi Mágnum.

-Dime.-aparté el arma y la dejé sobre la mesilla.-¿Qué hicimos exactamente?-pregunté aún absorto en mis pensamientos, jamás me había atraído un hombre y aunque él era mi debilidad…jamás pensé en tener nada. Era un gran amigo, pero nada más.

-Te encontré en el servicio de un bar, te estuve buscando toda la noche y no sé porqué comenzamos a besarnos. Bueno.-dijo haciendo un inciso para levantarse y colocarse los boxer.-Más bien tú me besaste a mí y me emocioné como un niño, ya sabes como soy.-comentó con una sonrisa amarga.-Me pediste sexo y yo te respondí que nos viniéramos a tu casa, yo conduje tu coche y acabamos en la cama, como tú querías.-su rostro estaba demasiado sereno, eso me asustaba un poco.

-¿Hice y dije eso?-pregunté intentando serenarme y recoger mis cabellos.

-Ya sé que hace poco que nos conocemos, que durante el tiempo que esté aquí en América me tendrás que cuidar como a un crío, pero te pediría que si vuelves a beber no me escogieras para desquitarte.-mientras decía aquello imágenes de la noche anterior vinieron a mi mente, primero la pelirroja y luego él. Poco a poco fui recordando y por último aquel segundo de lujuria extrema donde eyaculaba en su interior. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escucharle decir te amo en mis cavilaciones, escalofrío que se acompañó con una mueca de incomprensión.

-No volverá a pasar.-cogí la cajetilla de tabaco que había en la mesilla, donde había quedado mi arma, y me puse un pitillo en los labios. Cuando lo prendí tomé una honda calada. Él ya se iba y parecía decepcionado.-Al menos dime si lo hago bien.-pregunté algo descarado y me cuenta tarde, bastante tarde, de que esa coletilla sobraba. Se volvió hacia mí y me abofeteó.

-Es lo poco que mereces primero con esta actitud y después con despreciarme como si fuera un condón usado.-entrecerré los ojos ante aquella respuesta y le atrapé de la muñeca. El cigarrillo aún estaba sobre mis labios y sonreí con ironía.

-Que te dejes follar por cualquiera no es culpa mía. Además te aprovechas de un pobre borracho.-comenté empujándolo un poco.

-Dicen que los niños y los borrachos jamás mienten.-respondió mirándome con furia.-¿Seguro que no eres un marica reprimido?-preguntó sereno. En el poco tiempo en el cual nos habíamos conocido no lo había podido observar con esa expresión, siempre estaba jodidamente feliz.

-No, prefiero las mujeres con buenos senos y nalgas antes que un esmirriado de veintinueve años.-intenté atacarle, me sentía acorralado.

Pensé que seguiría reclamándome, sin embargo tan sólo se echó a llorar sentándose en el borde de la cama.

-Oye, que solo ha sido un polvo.-comenté intentando quitar hierro al asunto, no sólo para él sino para mí.

-Para mí no.-su voz era desgarradora.

-Lo lamento.-dije sentándome a su lado, procesando todo aquello.

-Me decías que me deseabas, que me querías y yo como un estúpido caí en tu engaño.-dejé que apoyara su cabeza en mi hombro e intenté consolarlo acariciando su rostro.

-Yo no estaba en mis cabales.-respondí besando su frente.

-Soy un estúpido.-no supe porqué pero su rostro, hundido en la tristeza, me hizo sucumbir y probar sus labios.

Mi lengua se enredó en la suya, mi boca se apoderaba por completo de la suya y su aliento. Mis manos se posicionaron en su cintura, pegándolo hacia mí para luego empujarlo al colchón. Él no puso resistencia y parecía dedicado a lo que realizábamos, un beso lleno de pasión.

-¿Por qué?-preguntó asombrado por mi reacción.

-No soy homosexual, sin embargo según tú hemos…-me costaba decir la maldita palabra. El cigarro estaba en el suelo y opté por apagarlo, para seguir con aquello.

Le desnudé lo más rápido que supe y eché la sábana sobre nuestros cuerpos. No quería ver su sexo, necesitaba tomarlo desde otra perspectiva. Él no oponía resistencia, es más daba múltiples posibilidades.

-Dime qué tengo que hacer.-no sabía por donde empezar.

-¿Tienes algo para que vaya mejor? Ya sabes.-dijo algo sonrojado.

-¿Pomada?-comenté sin saber bien si era a algún lubricante.

-Sí, anoche dolió bastante y esta vez no deseo que tarde tanto en entrar.-respondió con una sonrisa acariciando mis cabellos, colocándolos como si nada.

-De acuerdo.-murmuré alargando la mano, para abrir el cajón y sacar una pomada para las manos.-Tengo esto.-dije mostrándoselo.

-Eso valdrá.-dijo tomándolo de mis manos para untar aquella crema en sus manos, luego las posicionó sobre mi miembro y comenzó a masturbarlo.

-Dios.-gemí ante aquel contacto.

-Es enorme comparada con la mía, todo tú eres enorme.-entonces caí en la cuenta la gran diferencia de tamaño, le cubría por completo con mis casi dos metros.

-Me gusta.-susurré besando su cuello.-Me gusta demasiado lo que haces ahí abajo.-recordé en cómo lo hacían las mujeres que habían caído en mi cama, ninguna había sabido dar la velocidad adecuada para excitarme tan pronto.

-Disfruta como anoche.-murmuró llevándosela a su entrada.-Espera, déjame arriba.-dijo parando la intromisión y yo accedí a lo que pedía. Cuando se encontró sobre mí sonrió y con un solo movimiento la metió por completo en su trasero.-Me rompes por completo, amor.-susurró con una mirada llena de lujuria y excitación. Enlazó entonces sus manos con las mías y me besó con furia cortándome el aliento.-Prepárate.-susurró dejando aquella unión para clavar sus uñas en mi pecho.

Sus movimientos comenzaron lentos, sensuales y yo no dudé en agarrar sus nalgas. Sin embargo el deseo colapsó sus arterias y cada poro de su tersa piel, al igual que de la mía, y por ello el ritmo aumentó drásticamente. Gemíamos al unísono y los mirábamos para comprobar lo delicioso que era el sexo. Aparté las sábanas que nos ocultaban y le observé con detenimiento. Su pecho estaba empapado en sudor, su espalda también, su miembro estaba totalmente endurecido y su boca se abría buscando aire. Ardía, más bien ardíamos, y yo me permití el lujo de comenzar a aprender a tomar partido.

-Quiero guiarte yo.-dije haciendo que se frenara.-Adelante.-sacó mi hombría de él y se recostó en la cama.

-Eres erótico, más que una chica.-susurré a pocos milímetros de su boca, mi lengua volvió a buscar la suya y le abracé. Después con un gesto pedí que se girara y tumbara con el rostro hacia abajo, dejándome las nalgas expuestas a mis caprichos. Me adentré en él y me hice dueño de su entrada.-Se siente tan bien aquí dentro.-dije comenzando a moverme con profundidad, rapidez y un ritmo constante. Mis manos azotaron sus nalgas y las pellizcaron.

Pronto con aquel ajetreo llegué al placer más indescriptible, dejé que mi esencia se liberara por completo en sus entrañas. Él me siguió con un gemido enloquecedor. Después simplemente me recosté a su lado y lo abracé acariciando sus cabellos.

Desde ese día vivo para sus caprichos, incluso le compré un peluche con un dispositivo de rastreo para saber donde se encuentra en cada momento. No es que sea desconfiado, simplemente me gusta tener todo bajo control. Sin embargo, en ocasiones me saca de quicio con sus niñerías, sus regalos de adolescente febril y sus caprichos de golosinas. Si bien no le puedo negar nada, soy un fantoche a su lado…me puede.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt