Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 5 de marzo de 2008

Yukito y Touya

Este texto está creado en cinco minutos, contados con el reloj, para regalarselo a mi pareja y deleitarle con un pequeño fic de esta pareja. Proximamente subiré uno más extenso.



Yukito y Touya ¿más que amigos?


Yukito se encontraba sentado en uno de los escalones del instituto. Parecía extraviado, no era el chico de siempre. Ese que andaba entre libros con unos dulces a su alrededor. Sentía su melancolía desde la cancela y comencé a caminar hasta él, tenía cosas que confesarle y era ya el día señalado.

Me aproximé a él con un nudo en la garganta, comenzaron entonces a sudarme las manos y mi mente decía "huye". Sin embargo, seguí adelante y me senté junto a él. Ni se dio cuenta de mi presencia hasta que le saludé.

-Hola.-mascullé observando aquel punto fijo en la nada, el mismo que él miraba como si no hubiera otra cosa en el mundo

-Hola.-susurró observándome con una sonrisa tan falsa que me dolió. Estaba preocupado, lo sabía y eso le hacía ser totalmente distinto a lo habitual

-¿Ocurre algo?-ya me había salido de mi plan previsto, pero debía preguntar y después reaccionar a mis expectativas. Debía ser cortes, él se lo merecía más que nunca.

-Nada.-dijo acomodándose las gafas mientras sostenía ese gesto infantil, infantil e inútil porque esta vez no pasaría su tristeza por alto.

-Dime que es.-mascullé tomándolo del mentón para que me mirara fijamente a los ojos.

-Nada.-respondió nuevamente sin poder mantener mi mirada.

-Imbécil.-dije soltándole el rostro para mirar hacia otro lado.

-Esa chica, la nueva, la que siempre te persigue-hizo un pequeño inciso, como buscando las palabras exactas-es-susurró dejando que la pregunta quisiera morir en sus labios antes de pronunciarla-¿es tu novia?-preguntó con voz más quebradiza y sutil que lo habitual.

-No.-contesté serio dirigiendo nuevamente mis ojos hacia él. Aquel campo de visión era mejor que ver a las estúpidas colegialas hablar del cantante de moda.

-¿Te gusta?-cuestionó de forma aún más extraña y aquello me enfermó.

-¿No te has dado cuenta?-murmuré seco, pero sin ser frío como en otras ocasiones.

-¿De qué?-contestó bajando la vista hacia el suelo, donde se encontraban nuestras mochilas.

-Te amo a ti.-susurré tomándole otra vez el rostro, pero esta vez con ambas manos sobre sus mejillas...entonces le besé. Mis labios posaron los suyos, su calidez me descolocó. Sus ojos quedaron estáticos observando los míos y mi lengua invadió su boca, sin importarme las miradas y comentarios del resto. Le deseaba y necesitaba que él lo percibiera con absoluta entrega de mi parte. Acaricié su lengua y comencé a enredarla con la mía. Su aliento comenzaba a ser débil, sus manos se agarraron con fuerza a mis ropas y supe que era el momento de apartarme.-No vuelvas a preguntar si hay alguien más en mi mente, en ella solo hay espacio para tu imagen.-susurré besando, esta vez, levemente su cuello para luego sonreírle. Cuando alcé la vista y observé a mi alrededor había medio instituto observándonos con cara de circunstancia o simplemente con ojos de pervertidos sin remedio.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt