Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 29 de mayo de 2008

Iori Yagami, La bestia

Cumpliendo los caprichos de Romanus, ya que en unos días es su cumpleaños, le he hecho este pequeño obsequio por nuestros siete meses y por sus 23 años. Espero que disfrute de la lucha de este maldito pelirrojo que me recuerda demasiado a su personalidad, no cabreen a Romanus...sino puedes morir.






-Iori te crees muy bueno, pero eres una escoria.-

Aquel charlatán de Kyo me tenía harto, durante todo el enfrentamiento no cesó de vanagloriarse. Deseaba destrozarle, como habitualmente hacía, aunque quedáramos en un empate. Me puse en posición y mis cabellos rojizos se movieron pegándose a mi frente otra vez, todo por culpa del sudor de la pelea.

-Vamos Iori, es para hoy.-

Su maldita y descerebrada risa retumbaban en mi cráneo, como si estuviera en un campanario y las campanas sonaran a la vez. Era un estúpido, y mi entretenimiento favorito era destrozar a los que secretan superiores a mí. Nadie en este maldito y descerebrado mundo, nadie, era superior a mí, Iori Yagami.

-Está bien, no es bueno demorarse frente a las señoritas.-iba a comenzar todo con mi Kototsuki In, estaba demasiado lejos para la Shiki Aoi Hana y la Shiki Oniyaki la dominaba también como yo. Fruncí el ceño y avancé con furia. Mis piernas se movían rápidas, agarré su cuello y entonces un golpe certero al estómago. Mi rodilla fue inmediatamente a su entrepierna y sonreí de lado, después la mano que tenía libre la iba a usar para golpear su rostro pero lo bloqueó.

-Es divertido jugar, pero ya me estoy cansando.-

Genial, encima decía jugar. Me quería calentar, hacer que perdiera los papeles y así mostrarle mis debilidades. No estaba dispuesto, tan sólo me mordí el labio hasta hacerlo sangrar, para luego conseguir, en un momento de debilidad, batirlo cayendo sobre él.

-Me cago en tu puta madre, Kyo.-le golpeé una vez más en su vientre y luego me alcé con velocidad hacia el aire, para patearle, pero se movió.

-¿No sabes que es feo recordar a las madres de otros?-

Deseaba destrozarlo, despedazarlo, por su comportamiento. Estaba más imbécil que nunca, además de fanfarrón y aquí el dios de la lucha era yo. Le miré con los ojos llameantes de cólera, había conseguido lo que quería y seguramente estaba satisfecho.

-¡Venga!-grité apretando los dientes, deseando de ver como la sangre cubría el asfalto.

Se agachó y ya sabía que iba a hacer. Quería golpearme desde abajo, con la técnica Shiki Oniyaki. Eso era una estupidez, no lograría nada. Salté hacia arriba, cayendo sobre su espalda y le di una patada giratoria en su cabeza. Hice que cayera, pero se levantó con mayor rapidez.

-¡Hijo de perra!-

Ahora el cabreado era él, alcé una ceja y luego sonreí.

-Gracias, pero aquí la perra era tu madre.-me volví a posicionar esperando su ataque, ahora estábamos a la par.

Durante horas estuvimos luchando. Los puñetazos, las patadas, los insultos e incluso mordeduras por mi parte. Nada, todo seguía igual. Ambos estábamos tan sólo con los pantalones, nos habíamos liberado de la ropa para poder luchar. Tenía pegada a mi cuerpo sangre de ambos, junto a moretones que serían marcas de esta guerra.

-¡Ríndete ya!-

¿Rendirme? ¿Estaba soñando ese cabrón? Por encima de mi cadáver, no pensaba rendirme y antes que hacer tal deshonra me pegaría un tiro. Le miré colérico y escupí a un lado, para luego asentar bien mis pies inclinando mis rodillas.

-Me rendiré cuando tú mueras.-respondí arrugando la nariz, apretando mis dientes, dándome una imagen de animal furioso.

-¡Hoy lo harás!-

Gritó corriendo hacia mí, alzó una pierna y yo la paré con mis manos, una mía fue a su espinilla e hice que cayera. Un grito estremecedor surcó el aire y se despegó de mí, cayendo a varios metros. Al levantarse estaba cojo, además de cansado al igual que yo.

-¿Decías?-una nueva sonrisa en mis labios, ya quedaba poco.

-Tiempo muerto.-

¿Tiempo muerto? ¡Venga ya! No iba a darle tiempo muerto, aunque quería un cigarrillo. Echaba de menos darle una calada a uno, para templar los nervios y después destrozar el cuerpo de aquel pelele.

-De acuerdo.-respondí sentándome en el suelo, sacando un cigarrillo mientras le miraba fijamente.

Cojeó unos metros y se sentó pegado a un muro del edificio. Estábamos en una fábrica abandonada, la pelea había sido una cita suya y yo únicamente había acudido a sacudirle encantado.

-¿Por qué carajo hiciste eso?-

Preguntó rabioso mirándose la pierna.

-Tú y yo somos enemigos, esto es una pelea y yo te quiero muerto. ¿Me expliqué?-pregunté dándole una calada honda. Aquello me había sentado demasiado bien.

-Lo sé, pero cojones.-

Parecía una niña llorica, no iba a permitirle las ofensas y ahora se quejaba. Éramos contrarios en ideas, además que ya me tenía harto. Había llegado la hora del Apocalipsis, solo saldría vivo uno de aquel lugar.

-Deja de llorar, levántate, ya acabé el cigarro.-dije posicionándome. Él hizo lo mismo mirándome con furia.

-No lloro, ¡No soy un puto marica!-

Me eché a reír tras oír aquello.

-No es lo que me han dicho.-murmuré agarrándome el paquete.-Seguro que eres una buena perra, ¿me lo demuestras?-pregunté con malicia.

-Prefiero más metérselo a zorras como tú.-

Me eché a reír aún más si cabía. Si alguna de mis esclavas lo hubiera escuchado seguramente no estaría vivo, un tiro certero le hubiera volado la tapa de los sesos.

-Continuemos.-con velocidad corrí hacía él, lo tumbé de un rodillazo en el estómago y él expulsó sangre por la boca. Su mirada se perdió en la lejanía, pero consiguió reponerse al golpe y darme un puñetazo en la boca. Mi labio sangró una vez más en esa pelea, no era la primera vez. Sin embargo, conseguí deslizarme hasta su espalda, agarrarlo y aplastarlo contra el suelo. Golpeé un par de veces su cabeza y quedó inconsciente.

“Game Over”

Otra vez esa maldita voz, no entendía porqué diablos siempre aparecía.

-Levanta.-dije tirando de él hasta dentro del edificio.-No voy a matarte esta vez.-comenté como si nada.-He tenido piedad.-la verdad es que simplemente se me habían quitado las ganas. Y aquello era peor que un gatillazo en medio del sexo. Miré a Kyo y sonreí.-Hasta parece inteligente cuando está callado, en fin.-me puse un cigarro en los labios, lo encendí y le di una calada bien honda.

-Ojala te mueras de cáncer, cabrón.-

Se había despertado y como era de esperarse estaba molido. Yo también lo estaba, pero se notaba menos.

-¿Quieres uno?-pregunté tirándole la cajetilla a la cara.

-No, a saber donde los tenía guardados.-

Para colmo eso, encima que le ofrecía uno y no me quedaba con todo como un egoísta. Que tendía mi mano de supuesta amistad hacia él, para colmo, se ponía chulo y me escupía a la cara su estupidez.

-¡En los huevos! No te jode el mierdecillas este.-dije cerrando los ojos, para echar hacia atrás la cabeza, de repente el olor a tierra mojada abofeteó mi nariz. Comenzó a llover, fuerte, mientras que entre las ranuras caían pequeñas gotas empapando el suelo del lugar.

-Tendremos que quedarnos aquí.-

Prendió el cigarro y me miró con una sonrisa.

-Pensé que me querías muerto.-

-Te quiero muerto, lo que pasa es que como animal de compañía también eres bueno.-respondí con una sonrisa sacando una barrita energética del bolsillo. Desde hacía unos días llevaba algunas, por si el hambre apretaba y no había nada abierto.

No entiendo porqué comenzó a besarme. Su boca se pegó a mis labios, devorándolos, mientras su lengua inspeccionaba el lugar como si yo se lo permitiera. Pero, en realidad lo hacía. No tenía sentido. Se puso sobre mí y tiró de mis manos el cigarro, la barrita y él hizo lo mismo con el suyo. Sus brazos fueron sobre mis hombros, para luego moverse sensualmente sobre mi entrepierna.

-Para otras cosas también soy bueno.-

Susurró en mi cuello y me miró con picardía, como si buscara que hiciese algo para aceptar lo que hacía.

-¿Qué haces?-pregunté apartándolo.

-Pensé que quizás…-

Estaba confuso, se podía notar. Silenció sus palabras sin terminarlas y se levantó, para ir hacia fuera donde caía una tormenta intensa.

-Pensaste mal.-Me levanté caminando hacia él, le tiré al suelo y le arranqué los pantalones.-Pero ahora tengo una erección y no están las chicas con las que salgo, así que vas a tener que hacer tú algo.-dije separándome para bajar mis pantalones.

-¿Ahora sí? Vete a la mierda.-

Estaba jugando conmigo, pero no se lo iba a permitir.

-¡No!-gruñí tirando de él, llevándolo a rastras hasta una columna. Lo pegué ahí y abrí sus piernas. Introduje un dedo y lo moví girándolo, masturbando aquella zona tan delicada.

-¡Para!-

Aunque lo gritara, en realidad quería más. Su miembro estaba endureciéndose más y más, además sus nalgas parecían querer que entrara en él.

-Ya no.-respondí besando su cuello, para sumergirme en su interior. Fuerte, desafiante y con un placer inmenso al notar el calor de su interior.

-No pares.-

Jadeó en voz baja y se movió buscando mayor contacto. Quería que fuese más rápido, incrementé mi ritmo hasta llegar a un movimiento constante y profundo.

-Más.-

Los gemidos se multiplicaban. Sus manos se aferraban a la columna, sus piernas temblaban y la que tenía dañada apenas podía sujetarlo. Su boca estaba abierta, como sus nalgas, expectantes de placer. Y mi miembro entraba una y otra vez en su interior, rozando sus paredes internas, a una velocidad de vértigo. Pronto paré y salí, rocé su entrada con mi glande y sonreí esperando respuesta.

-¡No pares!-

Parecía que lloraba, era una súplica sincera hacia el placer que le arrancaba.

-No pararé.-dije besando sus hombros y la cruz de su espalda. Me movía rápido, su miembro rozaba la columna y su rostro también. Pronto vi como eyaculaba y yo salí de él para arrodillarlo.-Toma.-manché su rostro, lo dejé regado con la muestra de mi placer. La lujuria me había llevado a derrotarlo en un campo distinto a la lucha.

Minutos más tarde estábamos bajo la lluvia, sin importarnos que nos estábamos empapando, y totalmente vestidos. De nuevo la furia asesina volvía a mí y me preparaba para un nuevo ataque.

“New Game”

Otra vez esa voz en off, algo que estaba continuamente en mi mundo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt