Sentir su cuerpo bajo el mío fue una sensación demasiado placentera. Lo tenía desnudo frente a mí, sus ojos parecían pedir clemencia y mis caricias eran cada vez más certeras. Había sido una noche típica, en un bar conocido, junto a un grupo de amigos y el amor de mi vida. Siempre lo oculté pero aquellas dos copas de más las agradeceré para siempre, fui capaz de decir lo que sentía y cuando tuve capacidad para recapacitar ya era tarde. Sus labios estaban sobre los míos, mis amigos no podían creerse lo que veían ante ellos y acabamos por marcharnos a mi casa. En nada estábamos desnudos, en mi cama, observándonos sin saber muy bien porque hacíamos todo eso. Los impulsos animales son superiores a los racionales, supongo.
Mis manos rozaron su cintura, después sus muslos y luego hacia sus costillas. Sus piernas estaban abiertas, rodeando mi cuerpo, mientras las mías se pegaban al colchón y temblaban.
-¿Lo has hecho alguna vez?-su voz era totalmente sensual, fuera del tono habitual, y sus labios parecían provocarme en cada susurro.
-No, con un hombre nunca.-respondí siendo sincero. Sí lo había hecho con una mujer, mi última chica con la cual estuve dos años.
-Yo sí, he tenido varias parejas. Pero antes, busca un condón.-tras aquellas palabras un beso, uno pasional y necesitado. Mordió mi labio inferior y tiró de él, para luego sumergirse otra vez en mi boca.
-Sí.-temblé separándome, estirando la mano hacia la mesilla de noche, donde guardaba el último par de una cajetilla, que compré para Lucía y apenas usé.
-Túmbate, te lo pondré yo.-hice lo que me pidió y se colocó de rodillas frente a mí. Abrió con delicadeza el plástico mientras me miraba. Se mordió el labio cuando observó mi miembro excitado, totalmente dispuesto para él.-Es más grande de lo que pensé.-dijo tumbándose sobre mí, mordiendo mi cuello.-Me va a doler, pero luego voy a gozar más. Te haré querer repetir.-volvió a besarme y lentamente noté como sus manos se colocaban sobre mi sexo. Sus dedos se deslizaron veloces por toda la extensión, desde el glande hasta la base. Después percibí como colocaba el preservativo. Todo aquello con un derroche de besos, caricias y mis gemidos. Ella nunca me lo hubiese hecho de esa forma.
-Vas a hacer que me de un infarto.-mordí uno de sus pezones, en el cual tenía un pendiente y él se dejó llevar por el placer. Sus manos se aferraron a mis hombros, clavando sus uñas algo largas, y sus ojos se fundieron en los míos.
-Te quiero dentro.-jadeó separándose, para apoyar su pecho en el colchón. Alzó un poco sus nalgas, las abrió con sus manos y las dejó dispuestas para mí.-Pero pon algo que te deslice.-y ese algo fue un poco de crema de manos. Todo era improvisado y aquello estaba allí de milagro. Tomé un poco con mis dedos y lo puse en su interior. Meter allí dos de mis dedos me resultó extraño, pero me alentó notar que sentía placer con ello.-Deja ya eso, entra.-suplicó agarrándose bien a una de las almohadas.
Lo hice, entré y aunque me costó meterla hasta el fondo. Sin embargo, cuando lo hice no pude controlar mi gemido. Él mordió la almohada, fui algo brusco, pero no dijo nada. Inicié entonces un movimiento pélvico, algo suave, que luego se volvió descontrolado. Él también se movía buscando más contacto. Yo jadeaba y él gritaba mi nombre, dejaba claro a quién quería dentro. Terminamos por dejar liberado el deseo, la necesidad más baja y más humana. Lo hice dentro de él, todo lo profundo que pude a pesar de tener preservativo, quería que me notara dominándole hasta el último segundo, y él simplemente dejó que saliera sobre su torso. Nuestras miradas estaban llenas de interrogantes, pero ya sería en otro momento cuando disipáramos dudas.
A la mañana siguiente no estaba, se había ido. Durante dos semanas me dio esquinazo, estaba preocupado porque yo le golpeara pensando que se aprovechó. Yo acaba de dejarlo con Lucía, estaba vulnerable y él se metió por medio. También he obviado que ambos son hermanos y que la noticia cayó como una bomba en su casa. No sé como mis amigos contaron todo a sus novias, sus novias a mi ex y mi ex montó en cólera contra Héctor. Ahora voy hacia su casa, hemos quedado para hablar y esto quizás lo escribo para darme ánimos a mi mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario