Estaba tan perdido, tanto, que los demonios me parecieron ángeles y el purgatorio un lugar de recreo. Caí en tus engaños, urdiste tu trampa y me embelesaste con el sabor de tus labios. Dime qué puedo hacer cuando ya no soy nada, cuando me has dejado sin aliento y el mundo agoniza frente a mí. Ese mundo que era mío y que ahora te pertenece, déspota salvaje sin sentimientos. Te amaba y te amo, doy todo por ti y tú te ríes. ¿Qué haré? ¿¡Qué!? Me has quitado cualquier trozo de orgullo y únicamente sé rogar. Sin embargo, mis ruegos no surgen efectos y únicamente queda el recuerdo de tus manos sobre mi piel.
-Lionel.-susurro en medio de la oscuridad. Soy un engendro que busca paz. Me has dejado, me has abandonado. Me decías que era hermoso a pesar de mi aspecto.-Lionel.-mi maldito lobo, aquel que cuidé y protegí como a mi mismo. Mis lágrimas recorren mis mejillas llenas de escamas como las de un reptil. Me bendijeron con el mal de poder comunicarme con los animales a cambio del aspecto de un dragón. La bestia que veo en mi espejo es la que veías tú y me lo negabas. Decías que me amabas, que me darías todo y que me protegerías. ¡Me sentía un maldito niño!…-Lionel.-susurro acariciando las cenizas de la casa donde vivimos juntos, donde junto a mi hermano y tu amigo convivimos como si fuéramos una familia.-Lion…el.-caigo tras las cuantiosas quemaduras y ciego, ya no veo. Me has abandonado en medio de esta guerra sin sentido.
-¡Zakeriel!-no puede ser, es tu voz.-¡Zak! ¡Mi hermoso dragón!-esas manos, ese aroma, esa sensación otra vez…¿es un milagro?
-¡Lionel!-grito magullado entre gemidos de dolor.
Y entonces…entonces despierto y estás a mi lado en la cama. No me has dejado, mi casa no ha estallado, mi hermano está vivo y también el idiota de Jin. Los tres estáis preocupados pues uno de mis experimentos falló y caí al suelo. No me ha pasado nada, tampoco a vosotros. Todo está bien y únicamente tendré que comprar otro caldero.
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