Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 14 de noviembre de 2008



Kamijo imagen actual de hace unos meses
Idol - Buck-Tick
Capítulo 2

~Decisiones inesperadas~

Durante días estuve dándole vueltas al asunto de aquella pintura y su creador. Él me había estado observando horas sin inmutarse y sin necesitar entablar alguna conversación conmigo. Sin embargo me invitó a volver a ser su modelo y yo desee poner tierra entre nosotros. Pero en medio de las noches más ardientes su mirada surgía de la nada, su presencia podía notarla sobre mi cuerpo mientras se apoderaba de mí de forma salvaje. Eran otros los nombres los que alcanzaba a gemir y otros labios los que venían en auxilio de los míos, si bien era su rostro el que alcanzaba ver. ¿Me había enamorado de un desconocido? Quizás, todo es posible en este mundo tan extraño.

-¿Te volveré a ver?-

La luz del sol entraba tras las persianas de mi habitación iluminando levemente todo por aquellos diminutos haces de luz. Me encontraba en la cama con un muchacho de ojos verdes y piel tigreña. No era él, pero durante el sexo lo fue por breves instantes.

-Seguramente.-susurré dejando que besara mi cuello y deslizara su mano por mi vientre plano.-Te llamaré.-dije con una sonrisa cándida aunque no solía repetir con la misma persona. Me volví alguien promiscuo en busca de sensaciones parecidas a las de esa fatídica noche.

-Me debo de ir.-

Mi acompañante se levantó de la cama y comenzó a recoger su ropa que estaba regada por toda la habitación. Era sábado y no me apetecía moverme de la cama. Pronto escuché la puerta y mi mente se fundió en estúpidos recuerdos de lo que no fue.

-¿Cómo he de llamarte? ¿He de buscarte?-estaba seguro de que ese hombre no buscaba en mí algo más que belleza artística y que tendría pareja, pues alguien como él siempre estaría atrapado por el lazo de un amor clandestino o excitante.

Estuve casi todo el día en la misma posición en la que me desperté, pero al final me levanté y me bañé quedándome horas en el agua meditando aún aquella decisión. Terminé por vestirme e ir hacia la dirección. El tráfico estaba terrible por culpa de las salidas nocturnas, eran justamente las doce y su ventana estaba encendida. Aparqué en la acera próxima al edificio y entré como una ráfaga en el portal, subí las escaleras con el corazón desbocado y al llegar a la puerta no supe qué hacer. Me quedé petrificado y al final llamé. Mis piernas temblaban y no era capaz de articular palabra. Lo había hecho, había logrado decidirme y no sabía qué decir.

-Buenas noches.-

Abrió y me observó detenidamente para luego sonreír.

-Dijiste que podía volver cuando lo deseara.-su pecho descubierto tenía un aspecto de escultura griega, sus manos estaban algo manchadas por innumerables colores y sus pantalones eran algo anchos esa noche dejándome ver la forma de sus caderas.

-Sí, así es.-

Se alejó del marco de la puerta invitándome a entrar.

-Espero no molestar.-me quité la chupa de cuero quedándome con un jersey fino y ajustado.

-No molestas, te estuve esperando.-

Entonces lo vi, el dibujo. Estaba puesto en el lado más visible de toda la habitación. Ahora me daba cuenta aquella casa únicamente tenía cuatro habitaciones y parecía descansar entre sus obras. No solo dibujaba a carboncillo sino que también esculpía, modelaba arcilla o pintaba con acuarelas entre otras técnicas. Un hombre sumamente interesante y rodeado de arte además de libros. Me quedé petrificado pues no noté aquello en mi estancia, claro que todo estaba decorado para poder dibujarme.

-¿Dices de verdad eso?-pregunté algo confuso.-Yo no he podido olvidar como me mirabas al dibujarme.-fui sincero y di por hecho demasiadas cosas. Me aproximé besando sus labios suavemente para después sonreír.-Tampoco el sonido de tu voz.-

-No, no confundas.-

Me apartó con delicadeza dejándome con ganas de ir a más.

-Tengo pareja, bueno él murió hace unos años pero yo sigo considerando que mi alma le pertenece.-

“Él” ese “Él” al menos me daba a entender que era homosexual o bisexual, si bien seguía enamorado de un muerto, de alguien que ya no podía disfrutarlo y amarlo.

-Él no va a volver.-me miró como si fuera a fulminarme con la mirada, pero luego suavizó ese destello de “odio”.

-Tienes razón.-

Sus labios apretaron los míos dejándome sin aliento. Mis manos fueron a su espalda mientras me enroscaba en su cuello, las suyas fueron a mis nalgas y pronto me sentí tirado en el suelo entre cojines. Fue sacándome la ropa, o quizás arrancándomela, mientras temblaba bajo sus caricias. Sus labios se posaban en mi cuello, después se precipitaron hacia mis pezones y mi vientre. Sus dedos eran habilidosos pues pronto me vi despojado de los pantalones y de cualquier trozo de tela que pudiera cubrirme.

Mi cabeza daba vueltas y mis ojos se fijaban en los suyos tan oscuros como la propia noche. Mis labios no se querían separar de su piel, tenía su sabor adictivo y electrizante. El ritmo de mi corazón era tan rápido que creí que iba a estallar, me sentía como si fuera mi primera vez o estuviera montado en una montaña rusa de la cual no quería bajar. Eran sólo caricias, sólo eso, y sin embargo mi aliento se entrecortaba mientras intentaba tener un único pensamiento racional.

-Te deseo.-

Aquello me sonó a más que a palabras que se dicen por decir en un encuentro casual, sonó a un te quiero para siempre. Mi excitación estaba a punto de aflorar hacia la felicidad absoluta. Sus manos acariciaban mi torso y bajo mi vientre, una de ellas habían atrapado mi sexo y yo no me contenía dejando que los gemidos brotaran. No sabía su nombre, pero quería gritarlo, y él parecía saberlo todo de mí.

-No te contengas.-

Aquellos susurros de un hombre casi sin aliento eran demasiado perturbadores. Al final se separó y quedó sentado a mi lado acariciando mi rostro para colocarme frente a su sexo. Mi cabeza estaba sobre sus piernas y mis labios pronto atraparon su miembro lamiéndolo lentamente. Sus manos fueron directas a mis nalgas sintiendo como entraban dos dedos humedecido en algo viscoso, que seguramente sería aceite para pintar. Me agarró de la cabeza con una mano que dejó libre pegándome a él. Yo únicamente estaba obsesionado con otorgarle el mismo placer que él me regalaba en mis entrañas. Era hábil, demasiado, y acertó pronto dónde se encontraba el punto exacto de mi próstata. Mis ojos se cerraron y mi respiración aún fue más agitada.

-Te quise hacer esto cuando te pintaba.-

Tuve que apartar aquel trozo de carne endurecido, su hermosa hombría, para intentar lamerla mientras gemía con los ojos fijos en él.

-Ya es el momento.-

Volvió a moverme como si fuera un muñeco sentándome sobre su vientre a horcajadas. Pronto reaccioné e hice que su sexo entrara lentamente en mi interior mientras lo besaba. Gemí al notarlo ahondar en mí comenzando a sentir la imperiosa necesidad de moverme. La danza comenzó lenta como un vals y pronto terminé sintiendo el portento de la sensualidad de un tango. Lento pero profundo hasta llegar a ser un desbocado delirio pasional. Mi boca se fundía en la suya apoderándome de sus labios, su lengua y su aliento.

-Estoy enamorado de ti.-dije entre gemidos y jadeos, él únicamente sonrió acariciando mi cintura para luego atraparme posesivamente arrojándome al suelo.

Comenzó a hacerme suyo con un ritmo frenético hasta que sentí que llegaba a la cima. Intenté contenerme pero aquello fue demasiado intenso, él hizo lo mismo regalándome parte de él.

-Me ha causado estupor oír lo que dijiste antes.-

Besó mi cuello con aquella cálida voz tan sensual y excitada. Yo miraba sus oscuras pupilas y sonreía como un adolescente, aunque tan sólo tenía veintiún años y la pubertad aún no quedaba demasiado lejos.

-¿Por qué?-pregunté jugueteando con mis dedos en su cabello.-Es cierto.-noté en ese instante como se apartaba y me miraba confuso.

-Nos conocemos por habernos encontrado en dos ocasiones.-

Tenía razón, si bien yo creía que uno se podía enamorar perfectamente con tan sólo unas cuantas miradas.

-Pues he estado todo este tiempo imaginando que eras tú quien dormía conmigo, abrazaba la almohada sólo para poder dormir con la ilusión de mis estúpidas fantasías y me preguntaba si debía verte o romper la nota de periódico que me trajo hasta ti.-estaba siendo terriblemente sincero y debía dar gracias porque jamás lo fui tanto como en ese momento.-Soñaba con que me recitabas poesías mientras mirábamos las estrellas por ese balcón.-indiqué un pequeño balcón hacia la Gran Vía, estaba a nuestras espaldas y allí mismo estaba él sentado mientras me dibujaba.

-Silencio.-

Interrumpió y yo instintivamente me recosté sobre él.

-Debes vestirte y yo respondo a tus dudas…rompe mi dirección y olvídala.-

Se levantó y me arrojó la ropa para luego empujarme fuera de su apartamento a medio vestir. No entendía porqué esa reacción, no entendía nada. Con el shock aún presente me monté en mi coche para comenzar a llorar sin remedio.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt