Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 14 de diciembre de 2008

Dark City - Introducción


Imgen de Atsushi Sakurai editada por mí en el photobuchet

DARK CITY

La ciudad más oscura y hermosa del mundo.

Intriga, drama y pasión

Muerte y Destrucción



¿Qué hacer cuando todo cambia? ¿Qué sucedería si tu vida diera un giro de ciento ochenta grados? ¿Qué si en vez de asustarte te apasiona y se convierte en una droga algo que estaba prohibido? ¿Alguien ha perdido sus principios alguna vez? ¿Cuántos años puedes ocultar una mentira? ¿Existen las mentiras o sólo las verdades jamás contadas? ¿El amor dura para siempre? ¿Puede una persona cambiarte por completo?

Hasta hace casi dos años pensaba que era un hombre de bien con unos principios sólidos y con todo lo que se puede desear. Tenía una mujer preciosa que llevaba conmigo veinte años, dos hijos que caminaban hacia la juventud dejando la rebelde adolescencia y un puesto importante en el ayuntamiento de la ciudad que me acogió desde que llegué al país. Era un extranjero pero me sentía en casa, era como si mis raíces se hubieran anclado a las calles que me conocieron con dieciocho años. Llegué como adolescente y me convertí en un hombre, de estudiante de intercambio a futuro alcalde.

En mi juventud tuve una banda de rock, como la tiene mi hijo actualmente, y era rebelde alejado del espíritu consumista y creía poder cambiar el mundo. Llevaba una melena por la cintura, me pintaba las uñas de negro y toda mi ropa era de ese color con ciertas excepciones de blanco o rojo. Un japonés en medio de una ciudad que estaba convirtiéndose en cosmopolita. Mi primera navidad allí fue un momento mágico porque descubrí qué era vivir lejos de tus padres, de sus reglas y de todo lo que a uno le ata. Mis notas no mermaron, era bueno y sabía cuatro idiomas desde niño. Mi coeficiente mental era alto y mis padres se dieron cuenta en mi quinto cumpleaños, por eso no me resultó difícil seguir las clases en la universidad. Pero cuando cumplí veinte conocí a la mujer que sería mi primer amor.

Al conocer a Clarissa descubrí lo que era tener que cortarme el pelo por los hombros, vestir de una forma menos estrafalaria, dejar la música y volver al yugo que ejercían mis padres pero transformado en mi suegro. Poco a poco me convertí en lo que él quería, más bien en dos años y me casé creyendo que él tenía razón. Dejé a un lado mis ideales revolucionarios, mi idea de solidaridad, mi espíritu bufón y me adentré en un carácter de derechas insufrible.

El golpe más duro de mi vida sucedió semanas antes del nacimiento de mi primer hijo, Hizaki. Jamás olvidaré ese día porque ahí comenzó mi espíritu gris a ser negro. Mi madre murió y yo me aferré a la fe para pensar que ella estaba viva en mi corazón, al igual que está el niño Dios en el corazón de todos naciendo cada día o al menos en los creyentes. El cáncer la consumió y con ella toda unión a mi familia, pues mi padre y yo siempre seremos como el agua y el aceite.

Mi vida se convirtió en lineal y sin ninguna emoción. Fui padre por segunda vez pocos años después, me sumergí en mi trabajo y en aspiraciones propias de mi suegro. La alcaldía fue la meta de mi mujer, casi impuesta, y yo como un borrego pensaba que era lo mejor para mí y mis conciudadanos. Nunca pude estar tan perdido, tan equivocado.

Quería una política social pero basada en las ayudas al fomento de empleo mediante incentivos al empresario, ayudas a las familias y pequeños donativos a las zonas bajas. Si bien lo que me caracterizaba era la dureza con la que combatía políticas como la adopción por parte de homosexuales y las bodas entre estos. Creía en la familia, la familia convencional y era totalmente intolerante con estas personas que tachaba de enfermos. Si bien el hijo de un viejo amigo de la familia me tachaba de imbécil en cada línea de su columna en el periódico local, él se llama Phoenix.

Aquí es donde comienza mi relato, mi declive y resurrección.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt