Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 1 de diciembre de 2008

Profundis (Capítulo 1-sigue)



-¡¿Qué!?-gritó y luego se rascó la cabeza pensando claramente mi confesión.

-Y te diré algo todo este tiempo he estado jugueteando contigo.-susurré tras guiñarle el ojo haciendo un gesto de brindis con la lata del refresco, después di un trago y él se quedó callado mirándome ingenuo sin creer realmente que era cierto lo que decía.

-Deje las bromas Atsushi.- su voz parecía cortante y fría.-No es bueno reírse de los demás.-se levantó dejando las gafas para marcharse a darse un baño.

-Espera.-dije levantándome para ir tras él.-Lo que he dicho es cierto y te pediría que fueras un poco.-hice un inciso dándole la vuelta.

-Vamos que no se lo diga a nadie ¿y para qué tendría que decírselo? Se nota perfectamente lo que tú quieres.-su mirada parecía de odio o repugnancia.-Burlarte de mí.-me apartó dando un pequeño empujón y yo fui tras él como un perro que busca dueño.

-Jun.-le volví a dar la vuelta y le miré fijamente, él me abofeteó y yo me quedé helado.-¡Deja de reírte de mí! ¡Llegas tarde! No eres el único que espera que caiga en la broma y luego me partas el corazón. Ojala fuera heterosexual y me importara bien poco si te mueres tú o se mueren el resto de hombres.-salió corriendo al mar comenzando a nadar furioso.

Sabía que era alguien cohibido y que no le agradaba demasiado las cámaras. Había leído sobre él en una revista musical donde también salíamos nosotros, Buck Tick. Fui hacia donde se encontraba sin demasiado problema, soy buen nadador, sin embargo los pantalones me hacían hundirme un poco por el peso. Lo maldije hasta que conseguí agarrarlo del brazo y mirarlo desafiante.

-¡Sabes qué!-grité empujándolo.-Me parecías un chico interesante, alguien confiable y deseable pero ahora no eres más que un niñato.-le arrojé aquello a la cara y comencé a nadar hacia tierra firma.-¡Hazme un favor! ¡Muerete!-dije girándome con el cabello empapado sobre la frente.

-¡Espera Atsu!-al fin volvía hablarme sin ese maldito usted que me hacía sentirme condenadamente viejo. Nadó hasta mí y me miró mordisqueándose el labio inferior.

-¡Qué!-se colgó de mi cuello sin previo aviso besándome y la única reacción que tuve fue acariciar sus caderas.

Su lengua se deslizaba sobre la mía y mis dedos sentían su piel clara, además de suave, mientras las olas golpeaban levemente nuestras piernas. Aquello fue de improvisto y mi única reacción fue seguir lo que me regalaba. Pronto pareció recapacitar y se despegó de mí cayendo de espaldas en el agua. Terminó salpicándome ante mi mirada incrédula mientras se palpaba los labios. Estaba sentado frente a mí y yo observándolo con mil pensamientos en la cabeza.

-¿Por qué?-pregunté inclinándome.

-Porque quise.-respondió.

-No, digo porqué paraste.-tomé sus labios y los besé otra vez.-Debo practicar el fanservice y tú pareces estar dispuesto.-sonreí de lado apartándome de su rostro para luego sentarme a su lado. El agua nos llegaba por los hombros y las leves olas masajeaban nuestras espaldas.

-Atsushi.-susurró sin siquiera girar su rostro hacia mí.

-¿Sí?-pregunté con una sonrisa pletórica.

-Yo te puedo ayudar al fanservice.-comentó y eché a reír levantándome.-Baka.-murmuró golpeando el agua.

-Sí.-lo levanté y lo coloqué a mi lado agarrándolo bien por la cintura para luego pellizcar sus nalgas, esas formidables y duras nalgas.-un sexy baka.

Comenzamos a echarnos agua uno a otro y a retozar por la orilla. Parecíamos niños que veían el mar por primera vez, inclusive hicimos un castillo de arena o quizás más bien un intento. Éramos dos adolescentes de cuarenta y tres años y veintiséis. Mis labios y los suyos se deseaban pero no llegamos a nada más si bien me sentía excitado, demasiado, y rezaba porque no se notara en exceso. Al caer la tarde regresamos al hotel con una promesa de volvernos a ver a la hora de cenar del día siguiente, una cena íntima en mi habitación.

Nada más llegar y abrir mi habitación me tiré en el sofá con una sonrisa mientras buscaba algo interesante por la televisión. Había muchos reality shows y varios concursos, pocas películas que no hubiera visto y fueran interesantes. Al final, acabé dejando el canal de noticias.

-El mundo es un caos.-susurré observando la triste pantalla de plasma, al estúpido presentador leyendo el teletipo y en el aire el sonido del eco de su voz.-¿Qué estará haciendo el idiota del pelo rosa?-me pregunté levantándome mientras me estiraba para terminar de nuevo en el cuarto de baño, esta vez opté por el plato de ducha.-Agua caliente para quitar el salitre y la arena.-dije tras un gemido al notar las gotas caer por mi pecho desnudo. Cuando quería me arrancaba la ropa como si me ardiera y en otras ocasiones tardaba siglos para terminar desatando la corbata.

Mientras me enjabonaba mi mente se volvió perversa, mis labios se relamieron y mi sexo se notó crecido entre mis dedos. No pude controlarme y me apoyé en los azulejos pensando que él estaba conmigo. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás dejando escapar fuertes gemidos, hasta que un chispazo eléctrico bajó por toda mi columna vertebral y dejé escapar mi deseo entre las aguas de aquella ducha.


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt