Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de marzo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte VI)


Se escuchó el sonido de la puerta, se abría y también el del carrito entrando hasta el salón. Un joven botones dejaba todo dispuesto en una escueta mesa auxiliar.

- Oh, el té ha llegado.-comentó ella de forma feliz, no quería verla llorar a pesar de ser la culpable de parte de mi amargura.

-En ocasiones lo soy, porque me dan esperanzas, pero cuando los resultados no van bien, cuando tiene mareos o vómitos y sobretodo ahora que está perdiendo el cabello.-cerré los ojos aún recargado en la barandilla, para luego voltearme y tomar una de las tazas sentándome en uno de los sillones...

- ¿Y por qué los resultados deberían de ir mal?.-dijo sirviéndose un poco de té.- Por dios Atsushi, es normal que el chico se ponga así.-intentaba quitarle hierro al asunto, pero el que tenía un amante enfermo era yo.-Por lo que sé las quimioterapias no son cosa fácil.-argumentó mirándome fijamente a los ojos antes de tomar su taza y llevársela a los labios.-Por eso, el paciente debe de tener el apoyo de sus familiares.-mojó de nuevo sus labios y lo paladeó.-Bueno, en tu caso seria tu apoyo y cariño.-sonrió y se sentó en el sofá.-Este té está delicioso, Atsushi.

-No hablo de la quimio, sino de la enfermedad.-respondí a sus palabras vertiendo un poco de té en mi taza.-No se reduce, sólo se estanca y él ya no quiere seguir.-murmuré.-Le quiero...-tomé un trago del té y sonreí.-Siempre lo hacen como a mi me gusta y supuse que te agradaría.-intentaba yo también alejar la preocupación, sin embargo no pude.-Algún día supongo que todo acabará... no sé si para bien o para mal, pero acabará.

- Te gusta el té porque al igual que el cigarrillo es un vicio.-argumentó.-Míralo de esta forma, dejas el cigarrillo por un vicio más sano y muchísimo menos caro.-intentaba abordar otro tema, se notaba.- Me gusta porque tiene un sabor dulce, aunque no como para que me endulce el paladar.-dejó entonces la taza a un lado.- Sigo preguntándome de donde rayos saco Miho ese trauma por lo dulce. Sé que te amas el chocolate, pero esa obsesión malsana no sé de donde puede venir.

En ese instante llamaron a la puerta y se incorporó para abrirla. Pensé que sería el personal del hotel o una visita suya inesperada. Lo último fue lo que aconteció, una entrada brusca en escena de mi antiguo amante. Uta entró dirigente hasta tropezar con mí mirada acusadora, le temblaron las piernas y estuvo a punto de tirar su plato de tostadas con extra de mermelada.

-¡Tú aquí!-gritó temblando con el plato en la mano y entregándoselo a Megumi.-Traigo tostadas en forma de corazón, espero que no...-comenzó a balbucear y su aspecto de felicidad a ganas de llorar cambió en un chasquido de dedos.

Iba vestido de negro con un listón blanco que engalanaba su cuello, sus cabellos largos estaban sueltos y sus ojos bordeaban su rabillo del ojo. Intentaba no hacer contacto directo con los míos.

-Debí de saberlo, te hospedas en el mismo hotel.-murmuré levantándome y sintiéndome algo incómodo.-Y tú te preguntas de donde le viene el gusto por el azúcar.-comenté mirando a Uta de refilón mientras engullía dos de los bombones. Yo también era un amante de ese "pecado", si bien lo mío no era un caso serio como el de él.

-Únete a nosotros, Atsushi no te va a morder.-susurró besando su mejilla e intentaba sentarlo en el sofá.

-¿Ya sabe?-seguramente querría saber si sabía que ese maldito hijo de puta había hecho daño a mi hija.

- Sí, no tienes que preocuparte, de hecho, estamos hablando de ella. ¿Gustas acompañarnos?-no quería forzarlo a que se quedara, pero parecía convencida para conseguirlo.

-No... no es por eso.-susurró.-Yo...el otro día... verás.-se sonrojó y agachó la cabeza para dejar el plato en la mesa.

-¿Puedo quedarme tranquilo o debo de estar a expensas de que me asaltes con una pataleta?-cuestioné observándolo minuciosamente y negó con la cabeza sentándose algo retirado.-Eso espero.

- Ah, ¡Atsushi por favor! Déjalo tranquilo.-me reprendió como si fuera un niño, como si ambos fuéramos sus hijos.- No le hagas caso, ya sabes que es un cabezota.-comentó acariciando sus cabellos, quería hacerle sentir cómodo.

- Sí.-tragó saliva.-Pero…yo.-balbuceó y tomó aire con un leve rubor en sus mejillas.

-Ya me contó lo que hiciste.-sus ojos se clavaron en los de ella con deseos de llorar, no podía evitarlo él desprendía ternura a pesar de que tenía la culpa.-Pero ya lo pasado, pasado, ¿de acuerdo?.-puso una mano en su mentón e hizo que la mirara, para sonreírle.-¿Las tostadas tienen mermelada?-preguntó y él sólo asintió con una leve sonrisa.-¡Dios, muero por probar una!-Tomó una de las tostadas y le dio un pequeño mordisco.

-Está buena.-dije tomando el té para dar un sorbo y quitarme el sabor de la mermelada de fresa. Me gustaba, pero el té para mí era un sabor superior al de aquellas tostadas que había preparado.

- Están más que buenas.-claro que lo estaban porque la masa del pan la hacía él artesanalmente, después lo horneaba y huntaba mermelada hecha también en casa. Esa mermelada era aún más dulce que la común.- Dios mío Uta.-masculló.-Siguen teniendo el mismo sabor. Oh, dios, debes de darme la receta.-esa era otra, nunca daba sus recetas, por más que rogaras y a mi me dio la del sushi tras rogar horas en la cama.-Recuerda que a Miho también le fascinan.

-Bueno, yo puedo hacer más.-murmuró sirviéndose té en un vaso común que había en la mesa.- Puedo dárselas de regalo de cumpleaños y de graduación.-sonrió observándola y luego me miró a mí con cierta timidez.

- Por supuesto.-respondió ella mientras yo intentaba descubrir alguna excusa factible para huir.-Además Atsu planea regalarle algo a Miho.

-¿De verdad?.-dijo algo sorprendido y me miró fijamente a los ojos, aunque pronto bajó la mirada tiritando-¿No sería mejor que comenzara a tratarla? Al menos que vaya tomando confianza, que lo conozca y acostumbrarla a él antes de la gran bomba.-

-Estoy presente.-reclamé y Uta tembló con mi mirada dictatorial. -Ya la conozco de vista, quiero tratarla pero por algo se empieza. Lo primero que haré es explicarle que yo no tuve la culpa, precisamente yo soy el más afectado porque he vivido engañado junto con ella.-mis ojos eran dos llamaradas hacia mi antiguo amor de juventud, Uta parecía intentar esquivarlas.

-¡No me culpes!-dijo intentando no llorar.

-¡Que no te culpe! durante mucho tiempo te pregunté como estaba Megumi y tú no fuiste capaz de decir nada...maldito celoso posesivo de...-comenzó a llorar y eso me hizo dejar de regañarlo. Me levanté y lo estreché entre mis brazos.-Siempre te libras de la misma forma.

- Eres necio, igual que ella.-al escuchar eso de sus labios alcé una ceja y Uta intentó tranquilizarse, tomar aire y responder al comentario de Megumi.-Pero no le digas esas cosas a Uta. Él intenta explicarte que no puede ser como deseas.

-Ya sabéis que yo no rompo mis promesas.-interrumpió.-Lo hice para seguir mi palabra, mi honor.

-¡Pero por mi culpa pasa lo que esta pasando!.-estalló, ya que el ambiente se había enrarecido y ella no pudo con la presión. Se puso las manos en el rostro, tapándolo, para que no la viéramos llorar, quizás ya estaba cansada de ser la imagen de la desesperación y el llanto.

-Uta.-dije mirándolo de forma desafiante.-¿Quién más del grupo lo sabe y no ha dicho nada?-pregunté y él se puso nervioso

-Mi hermano...Imai... Im...Imai no sabe nada, si… si te refieres a nuestro amigo.-suspiró tomando aire.-Hidehiko está demasiado metido en su mundo, a veces me pregunto si sabe más de lo que calla... pero ... pero nada más.-se levantó de su asiento y vino hacia el mío para abrazarme.

-No empieces.-sabía que me ablandaba de esa forma con facilidad.

-Yo te quiero.-era algo palpable y no tenía porqué decírmelo.-Sólo que quería hacer lo que me pidieron, que lo sabrías en su día... aunque me costó... callar.-tartamudeaba levemente, aunque al irse calmando en mis brazos pudo tomar aire y hablar más tranquilo.

-Chicos.-susurró con la voz tomada.-Realmente lamento que todo esto esté sucediendo y yo misma encontraré la forma de solucionarlo.-murmuró alzando su rostro tras limpiarselo con disimulo, aunque yo sabía que lloraba y que deseaba que la tierra se la tragara sin dejar huella de su existencia. Muchas veces me había sentido así, un fracasado, pero era en realidad por los problemas que me sumergía mi doble vida, moral y también por la enfermedad del que era mi amante y ahora pareja. Se levantó del sillón caminando de forma pausada.-Aunque creo saberla bastante bien.-añadió

- ¿Qué planeas hacer Megumi?.-susurró acariciando mis cabellos, siempre urgaba en ellos, era una costumbre que parecía no haber perdido tras tantos años. Sus ojos se quedaron fijos en los de ella y pronto tembló por puro pánico.-¿¡Planeas decírselo el día de su cumpleaños!?

-Ya hombre, no empieces con el estrés.-dije sentándolo a mi lado y se quedó pensativo.-Dios, a veces pienso que eres la reencarnación de mi madre. Deja de maltratarte.-su cabeza se apoyó en mí y entrelazó mis manos.

-Deberías de haberte quedado conmigo.-replicó.-todo hubiera, no sé como explicarlo.-susurró besando mi mejilla para luego mirar levemente a Megumi.-hubiera sido sencillo.-sonrió levemente y dejó un beso próximo a mis labios.-Ahora es complicado y ya no te puedo tener... ni Megumi... arrastrados al olvido... y con ellos la amargura de tu hija.-me quedé callado mientras acariciaba mis cabellos y le miré sin entender porqué seguía igual, como si tan sólo hubiera ido a dar un largo paseo por las calles de nuestra vieja ciudad y haber vuelto días después, o escasas horas, junto a él. Hacía que el tiempo se parara y retrocediera.

-Fue como tuvo que ser Uta.-agachó la cabeza y luego miró a Megumi.

-Mañana... ¿podrías venir a caminar junto a mí? como cuando éramos amantes.-cuando salíamos terminábamos en un callejón besándonos de forma apasionada y él con los pantalones hasta los tobillos y el rostro contra el muro. Era puro sexo, puro placer y no importaba donde porque en esa pureza de la desesperación había llamaradas de amor y complicidad.-Pero sin acabar como lo hacíamos, sólo conversar.-añadió para que comprendiera que quería algo como antes, que no intentaría nada quizás. Por ello asentí y suspiré.-Es tu cumpleaños.-murmuró sonriendo levemente aunque en sus ojos aún habían ganas de llorar.-Te arrebataré unas horas de estar con tu pareja, cumple ese deseo del mío por atrasado que esté ya en fecha-

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Lestat de Lioncourt