Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 2 de mayo de 2009

Dark City - Memento Carpe Diem - Capítulo 5 (parte XXVI)

Pues hacía mucho que no subía una foto mía, pero bueno veamos para asimilar el trauma a todo aquel valiente que entre en mi blog lo haré junto con unas imagenes de Atsushi. Por cierto una de ellas la conseguí gracias a Tigrepal


Al entrar en el baño me quedé observándome en el espejo. Mi reflejo era el de un hombre de unos cuarenta años, bien cuidado, y con la mirada perdida. Tenía que afeitarme, estaba más delgado y mis cabellos desordenados. Me pregunté cuando fue la última vez que tuve cinco minutos para encarar mi mirada de esa forma. Mis ojos reflejaban el dolor del pasado, la critica situación del presente y la ilusión del futuro. Me desnudé y bajé mi mano hasta mi cicatriz, ahí estaba la marca de uno de mis mayores recuerdos de juventud.

-Nueva vida.-susurré con una sonrisa.-llevas una nueva vida, una nueva máscara y temes que te la arrebaten.-murmuré inclinándome hacia el reflejo.-Han pasado demasiados años, has vuelto a ser un abanderado de la rebeldía y nadie te conoce ahora.-me decía sonriendo de lado mientras buscaba en mi rostro alguna arruga.-Después de todo a penas tienes una muesca para acreditar el paso del tiempo.-me aparté y me giré para meterme en la ducha.

Mientras me enjabonaba meditaba sobre la boda. Estábamos bien sin estar casados, pero él quería hacerlo y era el símbolo de que realmente era el final de su pesadilla. Lo hice todo precipitado por miedo a que él muriera antes de conseguir llegar a rozar su sueño. Jamás había conocido a alguien tan bien, tan intensamente como a él. Sabía lo que pensaba con sólo un gesto, una palabra o una mirada.

El agua caía hacia el sumidero, me relajaba los músculos y entonces recordé la primera vez que lo vi. Era un bebé, tan diminuto que tuve miedo de caer. En esos instantes tenía miedo de que cayera en mis brazos, su mirada se apagara y mi vida diera otro cambio brusco hacia el dolor y la miseria. Salí con la toalla en la cintura y los cabellos empapados. Comencé a afeitarme y cuando me enjuagué la cara clavé de nuevo mis ojos en mi reflejo, si bien esta vez me deshice de mis ideas estúpidas y fui a vestirme. Terminé por vestirme tan sólo con otra de las yukatas y un boxer, para tomar al pequeño e ir a preparar un suculento biberón.

-Ven con papá.-dije pegándolo contra mí, él no paraba de chupetear aquel chupete de color rojo, era su favorito.-¿Tienes hambre Jun?-interrogué besando su frente.-Vamos a tomar el desayuno, ya te toca.-estaba enorme, pero más que grueso era alto. El trayecto de sus extremidades me incitaba a pensar que sería enorme y seguramente me sobrepasaría.

Al llegar a la cocina preparé la leche en polvo y comencé a darle la toma. Sus ojos enormes me vigilaban y siempre deseé saber que podía cruzarse por su mente. Tras ayudarle con los gases bostezó.

-Tan hiperactivo con tu hermana y tan marmota cuando estás con nosotros.-murmuré besando cabeza sobre sus cabellos. Tenía un pelo espeso, duro y muy oscuro, además de que ya estaba largo y aparentaba en ocasiones ser una niña. Yo no le cortaría el cabello, no lo haría, pues me parecía adorable su rostro tal y como se veía con aquellos mechones sueltos sobre su frente.-Morfeo vigila tus fantasías, aquellas convertidas en poesías que un ángel narra desde el borde de tu cuna. El brillo fugaz de la luna junto a los rayos del sol es la luz que ilumina tu rostro, luz que aleja las tinieblas y los monstruos. Mi pequeño ángel disfruta de las flores del vergel…-cantaba en un tono suave para que quedara dormido en mis brazos. Al recostarlo en la cuna sonreí y me marché en busca de Phoenix.

Fui hacia su despacho, golpeé la puerta con los nudillos y sonreí al ver que colgaba el teléfono. Su aspecto frágil hacía resaltar su belleza. Vestía de forma informal, mientras yo aún llevaba únicamente la yukata.

-¿Interrumpo?-pregunté entrando en la habitación para quedar frente a la mesa y frente a él. Me apoyé sobre aquella madera de nogal, una buena mesa sin duda.

-Tenemos que hablar.-aquellas palabras me hicieron temblar, pensé que quizás ya me había equivocado en algo.-es sobre las invitaciones.-eso me relajó, sobretodo cuando sonrió y yo le devolví una sonrisa algo escueta.

-¿Haces la lista?-interrogué tomando uno de los folios donde había innumerables tachones y nombres añadidos a última hora.-Miho, Uta, Megumi, Toll, Imai, Hizaki, Hide y mis dos secretarios.-medité rápidamente si sería aconsejable invitar a mis compañeros de partidos, aquellos que eran nuevos y mucho más abiertos. Al final me dije a mi mismo que debía ser algo familiar.-nadie más por mi parte.-añadí.

Precisamente de eso deseaba que habláramos. ¿No crees qué no invitas a casi nadie?- miré su lista, le miré a él y resoplé. Eran demasiados invitados, yo quería algo más privado. Sin embargo lo entendía, para él era su primera boda y su sueño quizás era una reunión importante de conocidos, amigos, amigos de conocidos y familiares.-Yo en cambio tengo un poquito de exceso.-rió de forma delicada con sus mejillas sombreadas por un color carmín, se había sonrojado a causa de haber añadido a demasiadas personas que yo desconocía incluso de su existencia.-Todos los días uno no se casa y menos aún con el hombre que ama.-con esa coletilla mis peores presentimientos se hicieron palpables.

-Exactamente.-dije sentándome frente a él.-Verás, sólo quiero invitar a aquellos que realmente se alegran por mi día.-busqué entre el montón de papeles acumulados un folleto. Era un papel que dejé en su despacho días atrás. Era el precio de un bufete enviado por fax. Me lo había recomendado uno de mis secretarios, él mismo había usado sus servicios para su boda.-Me lo recomendaron.-se encargarían quizás de traer comida japonesa a nuestro jardín, además de canapés y menú infantil para los pocos niños que aparecían en el listado.-¿Qué te parece?

-Me parece bien.-comentó tomando la nota mirándola minuciosamente en cada detalle.-Los precios están competitivos y parece de calidad, deberíamos ponernos en contacto con ellos. Además, quiero que me digas qué día tienes ya señalado en el calendario como posible. ¿Ya hay hueco en el ayuntamiento?-interrogó inquieto.-Yo tengo que bajar mi lista a ochenta personas.-mordisqueaba la tapa del lapicero sin saber a quien sacar.-No quiero que sean más de cien invitados en total, en especial por que todo los presupuestos que he pedido los he hecho con ese número.-

-Miho vendrá con sus amigos, quiero que se sienta cómoda. Mis amigos con sus parejas posiblemente. Imai está empezando una relación con una chica de esta ciudad, está pensando seriamente quedarse aquí y traspasar sus necios, además de acciones, a otras manos.-Phoenix me miró recostándose en la mesa.

-¿Cuántos entonces?-estaba agobiado.

-Dame un cupo de veinte personas por mi parte.-alzó una ceja y se echó hacia el respaldo del asiento.

-Por cierto, ahora más tarde vendrán de la pastelería con muestras de sabores y fotos para que escojamos el pastel.-sonrió como un niño a punto de hacer una gran travesura.-El pastel es de las cosas más importantes en una boda y esos son deliciosos.-él y los dulces, los dulces y él. Yo quería tarta, sí, pero de chocolate y estaba seguro que me negaría ese placer por tener la tradicional de color blanco.-Les dije que les pagaría el doble pues deberíamos haberlo pedido hace meses pues es con lista de espera.-jugueteaba con el lápiz esperando que no le recriminara lo que había hecho.-Pero valen la pena.-aclaró.-Ya veras las cosas tan hermosas que hacen.-su mirada brillaba, la ilusión se notaba en cada gesto. Yo estaba más frío, lo meditaba todo con calma.-Sin duda no son los típicos pasteles.-me guiñó un ojo y tomó mis manos.

-Cien personas son muchas personas.-me estaba agobiando, aunque no eran las dos mil que tuve en mi primera boda.

Son pocas, mi primera lista llego a trescientos-comenzó a reír bajo y se ocultó con los folios. Sin duda quería algo más pomposo que unos cincuenta invitados y poco más.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt