Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 21 de mayo de 2009

Sex for you

Quiero destrozar tu ropa
Hacerla jirones y que caiga
Que caiga a tus pies de hembra seductora
Mientras mis manos acarician tu espalda
Y mis labios besan tus senos
De diosa desesperada
Obviando así tus mayores miedos





Sex for you




Ven, yo te daré lo que no te dieron en los altares
Desvirginaré tu inocencia y romperé condiciones
Me haré beato de tus labios inferiores
Succionando con lujuria ante tus clamores
Gritarás gemidos inconfundibles
Mi nombre en tus labios una y otra vez
Para todos esta pasión será audible
Mientras embadurnas de sudor tu tez
Llevarás la corona de orgasmos
¿ves donde quedarán todas tus emociones?
Tiradas entre espasmos junto al liguero
Observando mudas el festejo
De tenerte para mí y mis erecciones












Tirada en mi cama, más bien arrojada a ella por mis impulsos, mientras me observas callada y jadeante. Ese beso que te robé hizo que perdieras el aliento, el conocimiento y todo el aire de tus pulmones. Parecías una pequeña muñeca rota, pero pronto despertaste observándome mientras te incorporabas. Esas medias, ese ligero y esa lencería que insinuaba más que cubría. Perfecta, hecha para mí y regalada por los dioses.

¿Te hicieron de una parte de mis jodidas costillas? ¿Una Eva al desnudo, sin hoja de parra, con un paraíso entre sus piernas?

Que importa, nada importa. Tan sólo quiero que tus jugosos labios se abran, que muestres que te sacio y que tus gemidos lleguen más allá de las paredes del motel de carretera donde estamos. Es un palacio, con paredes de papel y vistas a una gasolinera, pero sin duda es el castillo donde te haré prisionera.

Estoy desnudo ante ti, excitado y masturbando cada milímetro de mi miembro. Entraré en ti, llegaré a tocar el cielo y rasgaré cada jodida parte de él. Me inclino sobre ti, te beso lentamente y quito tu sujetador acariciando tus pechos. Turgentes, de talla perfecta y eróticos pezones. Ya estás excitada con tan sólo quitarte la ropa, unas palabras y un beso. Encantadora, simplemente inocente y encantadora.

Te sigo besando, muerdo tu cuello, voy a tus pechos y paso mi lengua por ellos. Me observas muda y nerviosa, tus piernas se abren algo más que antes. Quizás necesitas algo que aún no te quiero dar. Me perteneces y tendremos sexo cuando yo lo decida, quiero torturarte y el mejor calabozo es la cama. Sus manos acarician mis cabellos, los hundes entre ellos y tiras. Ese tirón ha venido quizás porque he acariciado su sexo sobre la tela de encaje negro. Sonrío de forma macabra y excitado por momentos. Decido que tus piernas deben quedar libres de medias, las rompo ante tu sorpresa, al igual que la camiseta que está tirada en el suelo.

Aprenderás una lección importante: los demonios no conocemos límites.

Mi lengua se desplaza por tu vientre hasta tu ombligo, mis dientes mordisquean la goma de tus bragas y tú suspiras. Sí, suspiras hondo y tu ritmo cardiaco estalla por momentos. Tranquila, aún no lo deseo. Lamo tus muslos, los beso, los muerdo y vuelvo a lamerlos. Bajo la goma de tu ropa interior, pero no esta. Sigue puesta y empiezas a desear que se vaya. No lo haré, volveré a tus pezones para succionarlos de manera desesperada.

Me abrazas, comienzas a arañar mi espalda y gritas. Sí, gritas de nuevo. Quiero oír tus ruegos mientras tus cabellos se pegan a tu cuello. Sí, estás sudando ya, ya no puedes más y lo quieres. Las bajo, al fin te libero de la poca ropa que llevabas y adentro en tu húmedo interior dos de mis dedos. Gimes aún más alto y te agarras a las sábanas, muerdes tus labios y los haces enrojecer.

¡Joder!

Quiero que todo el mundo lo sepa, que eres mía y punto. Abro tus piernas y lamo tu sexo, tú sigues diciendo mi nombre y que siga. Seguir sería entrar ya en ti. Lo hago, no puedo más, ahora soy yo. Entro y clavas esas uñas de nuevo en mí. Me muevo lentamente para terminar haciéndote cabalgar sobre mi miembro. Esos pechos botando, temblando como enormes flanes que atrapo entre mis manos. Sí, son perfectas las manos grandes y toscas para poder cubrirlas. Y al final…

Al final sucede lo de siempre, lo típico. Terminamos y nos abrazamos, respiramos agitados, el calor se hace aún más presente y el aroma a sexo es nuestro nuevo perfume.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt