Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 27 de junio de 2009

Dark City - Fuera de control - Capítulo 7 (parte VII)


-Atsushi ¿te das cuenta que después de que Jun crezca no vamos a tener más bebés aquí?-dijo colocándose frente a mí con el pequeño en sus brazos.

-Sí, me doy cuenta.-comenté tomando a nuestro hijo.

-Bueno, siempre te quedaran los nietos cuando los tengas.-sonrió acariciando al bebé, pero yo puedo jurar que palidecí.

-No bromees con esos temas, por favor.-dije meciendo a Jun.

-Apa.-balbuceó tirando de mi colgante, del que me regaló Uta.

-No bromeo, es la verdad. Miho ya tiene una edad, pronto tendrá hijos e Hizaki en unos años te cargará de nietos. Además, de Hero cuando sea adulto o Jun. Sólo soy realista.-dijo recostándose en la sábana que había puesto sobre el césped.

-Aún es pronto para que me hagan abuelo, soy demasiado joven.-estaba nervioso con lo que me había dicho. Miho había ido al hospital para la pastilla del día después, por culpa de su pareja, y temblaba con sólo pensar que al final aceptaran tener hijos. Era mi pequeña, no quería verla aún con hijos e Hizaki era demasiado infantil en ocasiones. Me tumbé junto a él con el niño sobre mi pecho.

-Oposa.-dijo señalando las mariposas que revoloteaban próximas al rosal.-Oposa.-repitió sentándose sobre mi vientre.

-No es pronto.-Phoenix parecía empeñado a recordarme la edad que tenía.-Ya tienes cuarenta y tres años, Miho tiene casi veinticuatro e Hizaki diecinueve prácticamente.-sus argumentos no me convencían para nada.

-¿Y?-pregunté mirándole fijamente.-¿Qué tiene que ver? No tienen aún la edad apropiada para hacerse cargo de un niño y no tienen un futuro planteado.-quería que tuvieran una vida hecha antes de que empezaran una locura como esa, al menos un trabajo y cierto grado de responsabilidad.

-Megumi tuvo a Miho y no le fue demasiado mal, la chica es inteligente.-hablaba con los ojos cerrados y sonrió.-Hizaki es el que tiene que crecer un poco más, quizás ser más independiente de vosotros yo. Sin embargo, veo que están capacitados para cuidar de Jun.

-No tienes idea de cómo es Hizaki.-respondí bastante molesto.

-Sí tengo, viene seguido a casa y me ayuda con el bebé.-eso me hizo girar el rostro hacia él. Me sentí celoso, de nuevo activé esa parte que creía dormida. Esa parte de mí que olvidé y que renacía con pavor. Mi hijo era un depredador nato, no le importaba si tenía pareja o no esa persona.

-¿Cuánto de seguido?-pregunté sin hacer demasiado hincapié en mi tono de voz.

-Casi todos los días, adora a Jun.-esa respuesta no me gustó, me intranquilizó.

-Vaya.-dije dejando al bebé entre nosotros para girarme.

-¿Estás celoso?-no, no eran celos, era más que eso.

-No estoy celoso, simplemente no me fio de mi hijo. Es alguien que no tiene escrúpulos a la hora de empezar a rondar a alguien.

Recordé en ese momento cuando lo encontré en la cama con una de las amigas de Clarissa. La mujer tendría unos cuarenta años y él estaba encima haciéndola gemir como una loca. Sin olvidar que también estuvo con su hija, con la mejor amiga de esa chica y también con el ama de llaves. Mi hijo no se estaba quieto, seguramente las hormonas le impedían pensar con cierta normalidad. Desde los quince, cuando conoció el sexo, hasta ese mismo momento era un chico que iba de cama en cama buscando el cariño en cualquier brazo. Temblaba al pensar que alguna de las mujeres quedara en estado, que vinieran y gritaran a los cuatro vientos que estuvo con mi hijo. Sería mi peor trago, el peor de todos. Por ello, cuando decía Phoenix de estar tan próximo a él no me agradaba y tampoco la idea de ser abuelo.

-Sí lo estás.-me giró y comenzó a besarme mientras nuestro hijo aplaudía.

-No lo estoy.-dije cortando el beso para mirarlo fijamente.-No son celos. Simplemente me preocupa que quiera algo contigo, no sabes lo insistente que puede llegar a ser y terminar intentando algo que me haría desheredarle.-

En realidad no me entendía ni yo mismo. Yo le había sido infiel, era un desgraciado que no cumplía su promesa y a la vez no podía pensar por un momento que otro le abrazara. Era como el perro del hortelano que ni come ni deja comer, así era. No quería perderlo, me negaba a ello, y sin embargo con mi actitud era lo que me merecía. Últimamente ni lo miraba, sólo pensaba en Uta y deseaba volver a tenerlo entre mis brazos.

-¿Sabes? Me hace feliz que lo estés, aunque sea absurdo.-murmuró haciéndome girar hacia él.-Es la primera vez que te veo comportarte así en semanas.-besó mis labios lentamente y se recostó en mi pecho, encajándose entre mis brazos.-Echaba de menos estos arrebatos.

-No te merezco.-murmuré acariciando sus cabellos.-Y sin embargo estás aquí.-besé su frente y noté que el niño no estaba. Se había marchado hacia el otro lado de la sábana, jugando con un sonajero de trapo que Jasmine le había regalado.-Ven aquí Jun.-dije llamándolo y él nos miró con aquellos enormes ojos.-Ven pequeño.-susurré tomándolo entre mis brazos, besando su frente y Phoenix hizo lo mismo.

-No digas que no me mereces, quien no te merece soy yo.-me lamenté de nuevo el haberlo engañado, pero no podía dar marcha atrás y es más quería proseguir con el juego.

Seguimos allí recostados hasta prácticamente entrada la noche. Después tomamos una cena ligera y fuimos a descansar. A la mañana siguiente fui a buscar a mi amante, porque así ya lo comencé a considerar. Sin embargo, antes, me pasé por la joyería y compré un colgante con un Kanji. Era la misma joyería en la que adquirí el obsequio que siempre llevaba Phoenix al cuello, el símbolo de la belleza, y este llevaba el de la promesa. Al llegar a su piso me abrió aún con el pijama puesto y eché a reír al verlo aferrado a un conejo rosa.

-Estoy empezando a pensar si Jun es hijo mío o tuyo.-sonrió cuando dije aquello y me abrazó.

-Buenos días mi A-cchan.-susurró y me hizo pasar hacia dentro.-Miho no está.-en ese momento me quedé frío.

-¿Vive ahora contigo?-pregunté y él se giró asintiendo.-¿Por qué?

-Me lo pidió ayer, yo le dije que podía.-estaba descalzo y recién levantado.-¿Quieres una tostada?-al mirar hacia la mesa del salón me di cuenta de sus típicas tostadas en forma de corazón, rico pan de molde hecho con su masa especial y empapado en mermelada casera de sabor a fresa.

-No, no me apetece.-fui hasta él agarrándolo de la cintura mientras mordisqueaba su cuello.

-Espera que me vista, estoy feo.-desde que entré lo noté distante y entonces supe el porqué, eso me hizo reír a carcajadas prácticamente.

-¿Estás feo? Creo que estás más comestible que esas tostadas.-susurré acariciando sus caderas.

-No, no me toques Atsu. No estoy para que me veas, estoy enfadado contigo por venir de repente y hacer que me veas así.-era demasiado coqueto, más que Phoenix, aunque no solía demostrarlo.

-¿Para qué te vas a poner elegante? Ya sabes donde terminará la ropa.-al decir aquello él sonrió mordisqueando la tostada, mientras inmiscuía su mano en la bragueta de mi pantalón.

-Lo sé.-murmuró comenzando a masturbarme.-Miho no vendrá hasta la noche, está con sus dos trabajos muy ocupada y a parte le gusta caminar un rato por las mañanas como la de hoy.-era un día lluvioso, no demasiado, y hacía un ambiente agradable. Las tormentas de verano estaban acabando con el bochorno que sentíamos esos días.

-Suelta la tostada.-dije quitándosela para agarrarlo de los cabellos.-Tu boca está mejor moviéndose sobre mi bragueta.-él rió bajo ante mi comentario.

-¿Nos damos una ducha?-preguntó apretando levemente mi miembro que comenzaba a endurecerse.

-Me lees el pensamiento.-susurré acariciando su rostro para tomarlo por el mentón, lo agarré con firmeza y lo besé con rotundidad. Quería que le quedara claro que le deseaba, que necesitaba su cuerpo.

-Me vuelves loco.-susurró entre balbuceos.-Loco.-murmuró.

-Lo sé, eso me excita.-lo agarré con ambas manos por el trasero, lo pellizcaba bien masajeándolo.

-Te quiero.-dijo mirándome a los ojos mientras le pegaba bien a mí.

-Y yo.-no sabía si le amaba o no, pero quererle le quería. Quería tenerlo para mí y eso era un te quiero, fuera con sentimiento o sin él.

-Pensé que te arrepentiste.-apoyó su cabeza sobre mi pecho y gimió cuando rocé mi bragueta sobre la suya.

-No y tú tampoco.-me separé de él tomándolo por el rostro, observándolo.-Desnúdate para mí.-susurré antes de mordisquear su cuello.

-Sí.-asintió apartándose un poco para tomar aire y comenzar a desnudarse.

Era sensual verlo de esa forma, tan frágil y nervioso. Era seductor, sí, pero aún así poseía ese pudor que Phoenix no. Cuando lo tuve frente a mí no dudé en sonreír y sacarme la camiseta. Pronto me desnudé y él se arrodilló observándome.

-¿Aquí o en la ducha?-preguntó acariciando mis muslos, esperando la orden.

-En la ducha, bajo el agua sienta mejor.-dije metiendo dos de mis dedos en su boca.-Anda, vamos a la ducha y si te portas bien te doy un regalo.-sus ojos brillaron ante mis palabras y le levantó succionando mis dedos.

El camino hacia la ducha se me hizo eterno y más al ver como se movía su trasero, tan prieto y pequeño. Todo él era pequeño, en pequeña proporción. Las pequeñas proporciones siempre fueron lo mío. Cuando se metió bajo la ducha y abrió el agua me incitó a tirarle del pelo postrándolo frente a mí.

-A-cchan.-musitó observando mi miembro.

-Abre.-esa orden hizo que abriera lentamente su boca dejando que todo su cuerpo se empapara bajo el agua, arrodillado y prácticamente humillado. Siempre nos atrajo ese ritual del amo y el sumiso, en todos los aspectos.

-Vas a tomar tu desayuno.-dije introduciendo mi sexo aún sin erección, tan sólo algo duro y deseoso de estar disponible.

Comenzó a pasar su lengua, apretar con sus labios y a realizar aquel placentero trabajo. Yo sólo tiraba bien de sus cabellos sin miedo a que se cayeran o se molestara. Mis ojos se cerraron sintiendo el agua en mi torso, salpicándolo más bien. Cuando creí oportuno lo levanté, lo coloqué pegado a los azulejos y sin prepararlo entré con fuerza. Me movía rápido desde el principio y eso le hacía gritar.

Una ducha de casi veinte minutos, algo rápido y frívolo. Pudo ser más, pero nos esperaba el resto. El resto eran los demás de la banda y seguramente Imai ya gritaba molesto al no saber dónde estábamos. Nos vestimos con rapidez y fuimos hacia mi coche. Al llegar estaban los tres en silencio, un silencio que me crispó los nervios.

-¡Ya no puedo más!-gritó Hidehiko.-Atsushi.-me miró fijamente.-¡Estoy harto!-alzó de nuevo el tono de voz.

-¡Como lo digas te meto las baquetas por el orto!-le amenazó Toll, nuestro querido Anii, como si nada.

-¡Lo voy a decir! ¡Me da igual que tu hermano esté delante!-bufó e Imai se levantó golpeando bien duro a Hide en el estómago.

-¿Qué sucede?-preguntó Uta agarrándose bien a mi brazo.

-Uta, ¿qué te he dicho? Deja al puto de Atsushi en paz.-ese lenguaje, estaba bien crispado sin duda.

-Que bonito ¡te folla Imai en la mesa de sonido pero Atsushi no puede follarse a tu hermano!-aquello que dijo Hidehiko nos paralizó a los cuatro, el silencio regresó y luego eché a reír a carcajadas.

-Por favor, sed más discretos.-sonreí de lado apoyándome en la puerta del estudio.

-Tú no has visto como estaban esos dos. No me puedo quitar esa imagen de la cabeza.-dijo mi amigo azotándose sus cabellos y Uta rió bajo.

-¿Recuerdas cuando nos descubrió a nosotros en el baño la primera vez? Pobrecito, lo que está es celoso de no tener un sexto miembro para poder desfogarse.-al escuchar aquello de labios de mi amante prácticamente lo fusiló con la mirada.

-¡Iros todos a la mierda! ¡Panda de pervertidos!-estaba algo sonrojado, quizás por al vergüenza que le hacíamos sentir. No era homofóbico ni homosexual, pero a nadie le gusta que le restrieguen conquistas.

-Lo dice el señor me voy de putas.-canturreó Imai cruzándose de brazos.

-Lo que le sucede es que está engatusado con alguno de los dos.-murmuró Uta en tono jovial, prácticamente como si fuera un adolescente.

-No todos somos gays o bisexuales, tampoco estoy tan necesitado para que me guste el pelo cepillo o el ojete.-murmuró tomando posición en el estudio, agarrando su guitarra.

-¿No te ibas?-preguntó Imai.

-Cállate, déjale.-susurré caminando hasta el centro para tomar el micro.-¿y los técnicos?-interrogué.

-Vienen en diez minutos, salieron a desayunar y a buscar el coche de uno de ellos que se quedó tirado en la autopista.-

1 comentario:

Anónimo dijo...

wooooow
me enkntho thu blog
sta genial todo
lo ke as escrito

the mando cun cordial
saludo i muxo besos

por sierto saves si aran
la segunda parte d la pelicula
confeciones d un vampiro
asi como hicieron cn el libro,
io lo estoi leyendo i me parece
mui interesante ia casi lo akabo
i eh kedado facinada cn esta segunda parte i spero
cn ancias k se aga la sekuela n pelicula, bueno m retiro

atte: yesenia

xao.

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt