Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 1 de junio de 2009

Dark City - Swimming in Blood - Capítulo 6 (parte VIII)





El resto del día fue tranquilo. Vimos la televisión, conversamos sobre mis proyectos y sobre los suyos respecto a montar una web de noticias. Quería hacer algo entretenido y cercano a todo el mundo, donde hubiera sección infantil y también un foro dedicado a las opiniones de todo tipo. Era un proyecto laborioso sin duda, pero sumamente interesante. Yo simplemente escuchaba, me aburría en ocasiones si bien no lo notaba.

Después de la cena estuvimos dos horas con el pequeño, no podía dormir por el dolor y tampoco comer. Teníamos que cuidarlo con esmero esos días, estaba irritable. Deseaba que tuviera toda la dentadura de una buena vez. Lo besé en la frente tras quedarse dormido en mis brazos.

Cuando Phoenix fue hacia el dormitorio me quedé mirando el móvil, era hora de llamar a mis hijos para retomar aquella salida en moto. Al primero que llamé fue a Hizaki, tenía que contarme largo y tendido quién era ese con el que se encamaba. Dio un tono, el segundo lo aceptó.

-Moshi Moshi.-respondió de forma cantarina, como si no importara nada. Él era así, todo le valía. Era un rebelde de pies a cabeza y sabía que era por mis genes, esos que quizás Clarissa en estos momentos odiaba en silencio.

-Soy yo.-dije de forma pausada.

-Hombre, el infartado ¿Aún con un pie en la tumba?-ese descaro era lo que deseaba escuchar, tan hundido hacía unas semanas y en esos momentos regresaba a ser quien fue.-¿Estás mejor del corazón? ¿Papá?-interrogó tras mi silencio. Me quedé callado porque deseaba escucharlo, antes me pasaba horas con él conversando de deportes y música. Pero en esos momentos era como tenerlo en un país distinto.

-Sí, estoy aquí y estoy bien.-declaré y él comenzó a reír.

-Menos mal, pensé que sucedía algo. ¿Viste el partido del otro día? ¡Dios! Fue genial, creo que casi termino como tú tirado en medio del bar.-no era como los chicos de clase alta, sino alguien común en ese sentido.

-Más respeto.-gruñí y luego empecé a reír.-Tenemos pendiente una carrera en el circuito, mañana llamaré para decirles que lo abran para mí. Ya sabes que es festivo y está cerrado, pero…-quería que entendiera que movería cielo y tierra, que haría cualquier cosa, por estar con ellos.

-Las influencias valen millones, más que los propios yenes y dólares.-terminó mi frase notando como se recostaba en la cama y suspiraba.-¿Vas a invitar a la marimacho de mi hermana?-

-No la llames así, no es una marimacho.-él rió a carcajadas.

-Oh, qué bonito ya tenemos el punto débil de papá la nenita.-solía ser así cuando estaba excesivamente feliz ¿qué sucedía? ¿qué había bueno en su vida?

-¿Por qué tanta felicidad?-pregunté.

-Las notas, han sido las mejores en años y a parte mamá me compró el Opel GT. Creo que me excité nada más verlo. Si lo vieras, tan perfecto, tan mío. Es mi pequeño.-estallé en carcajadas, era como yo. No podía negarse. Amaba la velocidad, el riesgo, las peleas, las motos y los automóviles.

-Mañana me contarás todo bien, quiero que me digas también qué tal con Hero.-comenté echando hacia atrás mis cabellos, para luego masajear mi sien. Estaba algo agotado.

-Hero está durmiendo ahora, creo que empezó a darse cuenta de que esto no es temporal y que quizás el odio que desprende mamá, que sabes que no son con palabras en ocasiones sino con gestos, no es del todo correcto.-me rasqué mejilla y sonreí de lado. No podía creerlo, al fin mi pequeño me echaba de menos.

-Nos vemos mañana.-dije para cortar la comunicación.

-Hasta mañana, cuida tu anciano corazón de adolescente hormonado.-

Tras esa llamada, que sin duda me dejó más tranquilo, llamé a Miho pero no contestaba el móvil. Así que tan sólo mandé un mensaje: “Mañana ven a mi casa, ya sabes dónde es, hazlo a las nueve y media de la mañana. Vamos a tener un día movido”

Dicho y hecho, cuando me levanté de un largo letargo junto a mi pareja noté como el sol daba en mi cara. El timbre no me tomó por sorpresa, esperaba a alguien, pero fue demasiado temprano. Eran las nueve, no las nueve y media. Me coloqué una yukata y salí a su encuentro. Apareció vestida con una falda de cuadros bastante corta, casi gruño al verla de ese modo. Pero era adulta, ya no era una niña, y podía ponerse lo que quisiera.

-Vamos, tengo algo que mostrarte.-ella me observaba, quizás jamás me había visto con los cabellos revueltos y sendos chupetones en el cuello. Phoenix, en ocasiones, se las gastaba duro.

Cuando le enseñé la moto estuvo a punto de darle un paro cardiaco, incluso empezó a hiperventilar al ver el casco y ponérselo. Gritaba como una loca. Phoenix se levantó y bajó al garaje. Nos observó, rió y vino hacia mí dándome un suave beso en los labios.

-No hagáis el loco, por favor.-saludó con la mano a Miho algo cohibido.-Pasadlo bien chicos, yo lo pasaré en casa con mi hombrecito.

Nada más colocarse todo con nerviosismo salimos a la carretera buscando el lugar donde no importunáramos para divertirnos, el lugar apropiado era circuito y alrededores. Al llegar Hizaki ya hacía de las suyas y me incorporé sin más tras él. Corría como un loco y mi moto era idéntica a la suya, no me costó situarme bien pegado a él, esperaba que Miho lograra hacer la misma proeza. La velocidad era síntoma de distinción de un Sakurai, si no te apasionaba no eras uno de los nuestros.

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Lestat de Lioncourt