-No hables hasta que estés con las fuerzas recuperadas, sobretodo no te exaltes.-dijo acomodando las sábanas que cubrían mi cuerpo.-¿Tienes frío? El aire está demasiado alto y prácticamente estás desnudo.-negué con la cabeza y él sonrió con cierta amargura, pero se le notaba feliz que había salido de nuevo a flote.
Mis ojos expresaban toda la impotencia que iba acumulando. Aún no podía creer que Miho reaccionara de esa forma. Durante años pensé que un mal padre era aquel que golpeaba a su pareja, que la humillaba continuamente y hacía la vida imposible a sus hijos. También aquel consentidor que no daba educación a sus hijos, tan sólo les daba todo sin importarle nada en influenciarles en valores como respeto, honor o lealtad. Si bien, ella decía que no sólo era un mal padre sino un mal hombre.
Durante algo más de una hora, o eso creo, estuve en silencio aguantando el dolor que sentía. No sólo físico, sino anímico. Había perdido una hija, por razones que aún no podía comprender del todo. Eso me sumergía en una depresión terrible, ya que para mí Miho era el florecimiento de mi madre en ella. Eran idénticas. La necesidad de estar cerca de ella surgía de ahí, la necesitaba para poder contarle todo sobre su abuela y poder explicarle sus orígenes. Pero no era posible y esa imposibilidad me hundía aún más.
-Miho.-susurré buscando con la mirada a Phoenix.
-Atsushi ¿qué pasó con Miho?-preguntó tomándome de la mano notando que yo estaba llorando.-¿Le pasó algo malo? Atsushi por favor, dime qué es lo que sucede.-susurró acariciando mi mano.-Por favor no llores, sea lo que sea todo se solucionará.-besó mi mano y la llevo cerca de su mejilla.-Tienes que restablecerte, tienes que hacerlo para que vuelvas a cumplir tu sueño de estar con ellos. Hidehiko lo logró, así que debes ponerte bien para poder volver a estar con ellos y poder disfrutar de tu sueño.
-Sí.-sonreí lleno de amargura. Fue así porque tan sólo quería hacerlo sentir bien, pero realmente el grupo no me importaba nada en esos momentos. Era una gran noticia, si bien no era lo que deseaba oír.
-Te dejaré descansando.-dijo levantándose para besar mi frente.-Descansa, iré a ver a Jun a casa de Kamijo y Jasmine.-susurró antes de colocarme mejor la almohada.-Te amo.-susurró antes de besar mis labios de forma tierna, esa ternura que siempre surgía de él envolviéndolo todo. Phoenix siempre era cálido en su forma de tratarme, inclusive cuando le hacía daño.
Al quedarme solo en la habitación es cuando realmente rompí en lágrimas. Deseaba abandonar aquel lugar de una buena vez y buscar a Miho. Sabía que me expondría a su rechazo, pero quería verla y la necesitaba. Nadie podría ponerse en mi pellejo, sólo aquellos que realmente han vivido el rechazo de sus hijos.
-Hola idiota.-escuché la voz de mi amigo Imai entrando en la habitación.-¿Has sobrevivido? Vaya, tendremos que rematarte para que de una vez te mueras.-dijo con una sonrisa sádica y burlona a la vez. Se sentó a mi lado echando hacia atrás sus cabellos, los cuales estaban mucho más largos de lo habitual.-No me quiero poner marica, pero me has dado un buen susto. Creí que te ibas a la funeraria y yo sin poder decirte que sentía mucho no hablarte estos meses.-yo simplemente le miré y él se echó a reír.-Joder no me mires con esos ojos que me harás sentirme más culpable de lo que me siento.-estiró su mano tomando la mía.-Júrame que vas a volver a ser el pervertido inmoral de siempre. No quiero que ahora quieras volver al buen camino, por eso estoy aquí. Soy tu compañero de farra, aquel que te aprecia e idolatra, aunque seas un puto grano en el culo.-me miró directamente a los ojos y comenzó a llorar.-Joder Atsushi, realmente me has asustado más de la cuenta.
-Baka.-murmuré en nuestra lengua natal, era un maldito gilipollas pero tenía buen corazón y se había preocupado.-Tengo siete vidas.-dije tras esforzarme.
-No, no hables que aún tienes que tener todo eso adolorido por el tubo.-respondió.-¿Sabes? Incluso se puso mal Anii y eso que te quiere con los pies por delante, supongo que las viejas rencillas se acabaron para empezar de nuevo.-dicho esto soltó mi mano y se recostó en la silla.-Me quedo aquí un rato, tú descansa.
No tardó ni dos minutos la enfermera en llegar con todo preparado para la cura. Al abrir mi pecho descubrí que tenía una herida aún mayor que la de meses atrás. Sin embargo, ya no tenía puntos y tan sólo pasaba a revisar lo poco que quedaba de la cicatrización. Después de la comprobación me inyectó algo en el suero y me dejó adormilado, tanto es así que terminé durmiéndome.
Mis ojos expresaban toda la impotencia que iba acumulando. Aún no podía creer que Miho reaccionara de esa forma. Durante años pensé que un mal padre era aquel que golpeaba a su pareja, que la humillaba continuamente y hacía la vida imposible a sus hijos. También aquel consentidor que no daba educación a sus hijos, tan sólo les daba todo sin importarle nada en influenciarles en valores como respeto, honor o lealtad. Si bien, ella decía que no sólo era un mal padre sino un mal hombre.
Durante algo más de una hora, o eso creo, estuve en silencio aguantando el dolor que sentía. No sólo físico, sino anímico. Había perdido una hija, por razones que aún no podía comprender del todo. Eso me sumergía en una depresión terrible, ya que para mí Miho era el florecimiento de mi madre en ella. Eran idénticas. La necesidad de estar cerca de ella surgía de ahí, la necesitaba para poder contarle todo sobre su abuela y poder explicarle sus orígenes. Pero no era posible y esa imposibilidad me hundía aún más.
-Miho.-susurré buscando con la mirada a Phoenix.
-Atsushi ¿qué pasó con Miho?-preguntó tomándome de la mano notando que yo estaba llorando.-¿Le pasó algo malo? Atsushi por favor, dime qué es lo que sucede.-susurró acariciando mi mano.-Por favor no llores, sea lo que sea todo se solucionará.-besó mi mano y la llevo cerca de su mejilla.-Tienes que restablecerte, tienes que hacerlo para que vuelvas a cumplir tu sueño de estar con ellos. Hidehiko lo logró, así que debes ponerte bien para poder volver a estar con ellos y poder disfrutar de tu sueño.
-Sí.-sonreí lleno de amargura. Fue así porque tan sólo quería hacerlo sentir bien, pero realmente el grupo no me importaba nada en esos momentos. Era una gran noticia, si bien no era lo que deseaba oír.
-Te dejaré descansando.-dijo levantándose para besar mi frente.-Descansa, iré a ver a Jun a casa de Kamijo y Jasmine.-susurró antes de colocarme mejor la almohada.-Te amo.-susurró antes de besar mis labios de forma tierna, esa ternura que siempre surgía de él envolviéndolo todo. Phoenix siempre era cálido en su forma de tratarme, inclusive cuando le hacía daño.
Al quedarme solo en la habitación es cuando realmente rompí en lágrimas. Deseaba abandonar aquel lugar de una buena vez y buscar a Miho. Sabía que me expondría a su rechazo, pero quería verla y la necesitaba. Nadie podría ponerse en mi pellejo, sólo aquellos que realmente han vivido el rechazo de sus hijos.
-Hola idiota.-escuché la voz de mi amigo Imai entrando en la habitación.-¿Has sobrevivido? Vaya, tendremos que rematarte para que de una vez te mueras.-dijo con una sonrisa sádica y burlona a la vez. Se sentó a mi lado echando hacia atrás sus cabellos, los cuales estaban mucho más largos de lo habitual.-No me quiero poner marica, pero me has dado un buen susto. Creí que te ibas a la funeraria y yo sin poder decirte que sentía mucho no hablarte estos meses.-yo simplemente le miré y él se echó a reír.-Joder no me mires con esos ojos que me harás sentirme más culpable de lo que me siento.-estiró su mano tomando la mía.-Júrame que vas a volver a ser el pervertido inmoral de siempre. No quiero que ahora quieras volver al buen camino, por eso estoy aquí. Soy tu compañero de farra, aquel que te aprecia e idolatra, aunque seas un puto grano en el culo.-me miró directamente a los ojos y comenzó a llorar.-Joder Atsushi, realmente me has asustado más de la cuenta.
-Baka.-murmuré en nuestra lengua natal, era un maldito gilipollas pero tenía buen corazón y se había preocupado.-Tengo siete vidas.-dije tras esforzarme.
-No, no hables que aún tienes que tener todo eso adolorido por el tubo.-respondió.-¿Sabes? Incluso se puso mal Anii y eso que te quiere con los pies por delante, supongo que las viejas rencillas se acabaron para empezar de nuevo.-dicho esto soltó mi mano y se recostó en la silla.-Me quedo aquí un rato, tú descansa.
No tardó ni dos minutos la enfermera en llegar con todo preparado para la cura. Al abrir mi pecho descubrí que tenía una herida aún mayor que la de meses atrás. Sin embargo, ya no tenía puntos y tan sólo pasaba a revisar lo poco que quedaba de la cicatrización. Después de la comprobación me inyectó algo en el suero y me dejó adormilado, tanto es así que terminé durmiéndome.
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