Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 26 de mayo de 2010

Dark City - Capítulo 17 - Ironías del destino XVII





Disfruten de este tema



Me desplomé y al despertar un médico terminaba de reanimarme. Hizaki estaba llorando aferrado a una de mis manos. El joven estaba de pie a un lado en la sala, parecía querer cerciorarse que todo estaba correcto. Jamás vi llorar así a Hizaki. Jamás lo vi tan hundido. Mientras estaban todos allí llegó Seth junto a Hero. Ambos se quedaron paralizados observando la escena.

-¡Papá!-escuché romper a llorar a mi hijo pequeño y como un médico lo interceptaba. Hizaki lo agarró después mientras pataleaba y lloraba, parecía querer ir hacia la camilla donde me llevaban hasta la salida.-¡No! ¡Quiero ir con papá! ¡Quiero ir con papá!

No recuerdo nada más. Creo que volví a perder el conocimiento. Pero mi cerebro seguía funcionando. Un sueño extraño me hizo internarme en un mundo imposible. Creo que aquello tenía que ser el cielo, porque fui realmente feliz.

Regresaba a mi juventud. Volvía al momento en el cual tenía que robar y pelear para sobrevivir. Mi padre no pasaba dinero para que yo estudiara, para que me alimentara y vistiera, porque según él no valía para nada. Mi madre se llevaba los golpes. Pero aún así, en ese sueño fui feliz.

Mi madre me abrazaba y felicitaba. No tenía demasiado sentido pero había un bebé en la habitación. Mi hermano miraba fijamente la cuna y después a nosotros. Escuché carcajadas por los pasillos y temblé, era mi padre y decía estar orgulloso de mí. Estaba junto al padre de Megumi y apalabraban mi boda. Era un acuerdo absurdo ya que yo no amaba a Megumi, a pesar de quererla como la quería.

Yutaka sonreía también, estaba allí sentado cerca de la entrada al jardín. Vestía sus jeans rotos y deslavados, su camiseta favorita con el nombre de los Sex Pistols y sus cabellos alborotados. Él también era feliz.

Me adentraba en el sueño y escuchaba las explicaciones e indicaciones de Megumi. Nuestro matrimonio sería una falsa, Yutaka podría quedarse conmigo y yo ser padre de su hija. Ella me amaba, pero se conformaba con que todos tuviéramos una porción de felicidad. Ella tendría un buen padre para su hija y seguiría teniendo un estatus alto, Yutaka al hombre que amaba a su lado, yo sería un buen padre y haría feliz a mi familia.

Todo se solucionaba, todo en un pacto con la bendición de mi madre. Mi propia madre aceptaba ese secreto. Mi padre no lo sabía, parecía encantado con la idea e incluso dejó de increpar a mi madre por mis correrías. El único en desacuerdo era mi hermano, él quería seguir siendo el niño de la casa.

Quería creer que todo era real, que fue un mal sueño todos aquellos años perdidos. Pero algo dentro de mí deseaba conocer a Clarissa, tener hijos con ella, estar con Phoenix en aquel Hotel de lujo y sostener en brazo a mi sobrino pequeño para luego sostener a mi primer nieto. Eso me hizo abrir los ojos, desear huir de ese mundo irreal.

Cuando desperté me encontré solo en la habitación. Miré al techo y noté que estaba en el hospital. Sobre mí estaban los tubos fluorescentes típicos que allí había. A un lado y a otro estaban las cortinas echadas y yo estaba lleno de aparatos. Había también un ramo de rosas blancas. Un ramo bien adornado y con un gusto impecable, de inmediato pensé en Clarissa aunque era imposible que fuera de ella.

-Papá.-era la voz de Hero y noté que él entraba entre aquellas cortinas. Su voz estaba ronca, se notaba que no había descansado nada y sus cabellos estaban completamente revueltos.-Papi.-susurró abrazándose a mí comenzando a llorar.

Quise hablar, pero en ese momento me di cuenta que tenía un tubo en la boca. Sentía los labios resecos y los ojos me ardían. Además la presión de Hero sobre mi pecho me molestaba. Tenía demasiados cables y parecía tirar leve de ellos. Tenía inclusive los brazos atados, por si despertaba y comenzaba a tirar de todos aquellos chismes. Hizaki entró donde estaba y salió corriendo llamando a una enfermera.

Un grupo de enfermera empezaron a quitarme cables y hacerme reconocimientos. Hubiera sido muy excitante si todas fueran jovencitas como en las películas porno, pero eran maduras poco deseables y bastante bruscas en el trato. Una de ellas retiró a Hero que pataleaba forcejeando porque quería estar conmigo. Hizaki entró y lo arrastró como si fuera un saco de patatas, lo cargó al hombro y se lo llevó.

Creo que me habían cortado el sedante porque noté como me extraían el tubo, y eso no era para nada agradable. Tosí y gruñí mientras ellas se dedicaban a darse datos entre ellas. Me percaté entonces que una de esas mujeres era la doctora que en ese momento me atendía.

-Lleva prácticamente un mes aquí señor Sakurai.-dijo antes de anotar los últimos datos de los aparatos.-No intente hablar, sentirá la garganta como si estuviera tragando metales. Además, no hace falta que se esfuerce demasiado.-decía aquello sin mirarme a los ojos, cuando lo hizo me miró severamente.-El facultativo que lo atendió le dio instrucciones claras, pero usted se las saltó.

-Miho.-mascullé y ella alzó una ceja.

-¿Miho? ¿Qué es eso?-preguntó mientras Hero entraba quedando tras ella. Al escuchar aquello creo que lo relacionó y salió corriendo. Fuera escuché como mi hijo mayor armaba barullo intentando alcanzarlo.-Sea lo que sea, tiene unos hijos demasiado alborotadores.-suspiró.-Seamos sinceros no me cae bien, no me cae bien los pacientes que me muestran que les importa una mierda su salud y que tengo que tratar como a un Dios por ser quién es.-fruncí el ceño y tragué saliva sintiendo horrible la garganta.

-Púdrase.-mascullé y ella simplemente me sonrió.

-No me cae bien, pero no me voy a pudrir. Espero que se recupere y esta vez sí siga nuestras instrucciones. Créame voy a ser su peor pesadilla.

Cerró la carpeta y su séquito de enfermeras se fueron con ella dejando las cortinas abiertas. Noté entonces que estaba en la unidad de cuidados intensivos. No fue lo único que noté, también que aún seguía pareciendo prácticamente un androide. Phoenix entró en la habitación. Su sola presencia me calmó, calmó las ganas terribles de llorar.

-Cariño.-susurró.-Mi amor.-dijo acariciando mi frente apartando mis cabellos.-Todo saldrá bien, todo tiene que salir bien.-murmuró acariciando mi mejilla.-Hizaki me ha contado parte de la historia.-susurró inclinándose para besar mi frente.-Te amo.

-Y yo.-mi voz parecía de otro mundo, ya que era tan débil que era casi inaudible.

-No hables hasta que estés con las fuerzas recuperadas, sobretodo no te exaltes.-dijo acomodando las sábanas que cubrían mi cuerpo.-¿Tienes frío? El aire está demasiado alto y prácticamente estás desnudo.-negué con la cabeza y él sonrió con cierta amargura, pero se le notaba feliz que había salido de nuevo a flote.

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Lestat de Lioncourt