Yo llegué a mi hogar pasada una hora u hora y media. Jasmine estaba sentado en el salón aferrado a Jun, llorando, mientras que Phoenix hacía de nuevo tila. Sin mediar palabra le quité el niño y le di el sobre. Se secó las lágrimas, pero otras nuevas surgieron de nuevo.
-¿Te lo dio él? ¿Es así como pretende que le crea?-preguntó dejando el sobre sobre la mesilla, dudoso de si mismo.
-No, me lo dio un hombre que trabaja con él. Él no sabe que te lo he dado.-fui bastante sincero en mi respuesta, porque era la verdad y nada más.-No sé que contiene.
-Uno de sus poemas.-respondió levantándose para ir a la cocina.
Yo no comprendía qué demonios sucedía ahí, simplemente hice lo que creí mejor. Subí arriba a mi despacho y hurgando entre los cajones vi la tarjeta del club del gimnasio, seguía pagándolo y ya a penas iba. Hacía ejercicio en casa porque pensaba que me relajaba, únicamente lo tenía por si deseaba ir a recibir masajes en la zona spa. Si bien, el ambiente en la casa era insufrible y decidí regresar.
Me marché después de ir a ver cómo estaban ambos, se encontraban tomando té en la pequeña mesa de la cocina. Guardaron silencio cuando notaron mi presencia. Expliqué qué pensaba hacer y Phoenix sólo objetó que tenía que volver a comer, al menos que lo hiciera a una hora prudente.
Estuve en el gimnasio como dos horas. Hice algo de natación en la piscina, algo de bicicleta y algunas pesas. Fue relajante, tanto que recordé porqué solía huir a ese lugar. Era un mundo distinto, aislado de todo, y sólo estabas tú y tu monitor. Me olvidaba por completo de los mitines políticos, de las peleas en casa, de estar engañando a mi mujer y de todo lo que pudiera estar revolviendo mi cabeza.
Nada más llegar almorzamos, era algo tarde pero parecía no importar. Jasmine revolvía el plato una y otra vez. Phoenix no hacía demasiado, tan sólo picoteaba con la mirada aturdida tal vez por todo lo que habían hablado. Yo era el único que comía de forma normal. Seth no estaba, seguramente huyó como yo lejos de todo.
-¿Por qué tanto silencio?-dije antes de tomar un poco más de vino.-¿Os peleasteis?
-Estamos preocupados.-susurró mi pareja antes de tomar los platos.-Sólo eso Atsu.
-¿Preocupados? Creo que Kamijo se las apañará solo hasta que regrese Jasmine a casa.-entonces noté como él empezaba a llorar.-¿Qué?
-Puede que no regrese, un poema no es nada para todo lo que estoy sufriendo. No puedo estar con él ni ahora ni dentro de unos meses. El bebé lo cambiará todo. Tendré que soportar aún más a esa mujer y no estoy dispuesto a ello. No quiero que me restrieguen a la cara que no puedo dárselo yo porque soy hombre, estoy cansado de estar con un heterosexual arrepentido.-dicho eso se marchó de la mesa rumbo a su habitación.
-Ya le has hecho llorar de nuevo, eres un insensible.-me reclamó aquello como si hubiera provocado la tercera guerra mundial.
Jamás los comprendería. Uno por no entender las razones de Kamijo, eran razones de peso, y el otro por tratarme como si fuera un asesino en serie. Ambos estaban demasiado ensimismados en sus sentimientos, o más bien en los sentimientos de Jasmine, pero no parecían pensar ni un segundo en cómo estaría su pareja.
El resto del día fue tranquilo porque se marcharon a dar una vuelta al centro comercial, supongo que querían desahogarse paseando y comprando algún dulce. Se llevaron el bebé, Seth no estaba y yo no tenía ganas de hacer demasiado. Terminé tomándome el resto del día como si fuera un día de vacaciones.
-¿Te lo dio él? ¿Es así como pretende que le crea?-preguntó dejando el sobre sobre la mesilla, dudoso de si mismo.
-No, me lo dio un hombre que trabaja con él. Él no sabe que te lo he dado.-fui bastante sincero en mi respuesta, porque era la verdad y nada más.-No sé que contiene.
-Uno de sus poemas.-respondió levantándose para ir a la cocina.
Yo no comprendía qué demonios sucedía ahí, simplemente hice lo que creí mejor. Subí arriba a mi despacho y hurgando entre los cajones vi la tarjeta del club del gimnasio, seguía pagándolo y ya a penas iba. Hacía ejercicio en casa porque pensaba que me relajaba, únicamente lo tenía por si deseaba ir a recibir masajes en la zona spa. Si bien, el ambiente en la casa era insufrible y decidí regresar.
Me marché después de ir a ver cómo estaban ambos, se encontraban tomando té en la pequeña mesa de la cocina. Guardaron silencio cuando notaron mi presencia. Expliqué qué pensaba hacer y Phoenix sólo objetó que tenía que volver a comer, al menos que lo hiciera a una hora prudente.
Estuve en el gimnasio como dos horas. Hice algo de natación en la piscina, algo de bicicleta y algunas pesas. Fue relajante, tanto que recordé porqué solía huir a ese lugar. Era un mundo distinto, aislado de todo, y sólo estabas tú y tu monitor. Me olvidaba por completo de los mitines políticos, de las peleas en casa, de estar engañando a mi mujer y de todo lo que pudiera estar revolviendo mi cabeza.
Nada más llegar almorzamos, era algo tarde pero parecía no importar. Jasmine revolvía el plato una y otra vez. Phoenix no hacía demasiado, tan sólo picoteaba con la mirada aturdida tal vez por todo lo que habían hablado. Yo era el único que comía de forma normal. Seth no estaba, seguramente huyó como yo lejos de todo.
-¿Por qué tanto silencio?-dije antes de tomar un poco más de vino.-¿Os peleasteis?
-Estamos preocupados.-susurró mi pareja antes de tomar los platos.-Sólo eso Atsu.
-¿Preocupados? Creo que Kamijo se las apañará solo hasta que regrese Jasmine a casa.-entonces noté como él empezaba a llorar.-¿Qué?
-Puede que no regrese, un poema no es nada para todo lo que estoy sufriendo. No puedo estar con él ni ahora ni dentro de unos meses. El bebé lo cambiará todo. Tendré que soportar aún más a esa mujer y no estoy dispuesto a ello. No quiero que me restrieguen a la cara que no puedo dárselo yo porque soy hombre, estoy cansado de estar con un heterosexual arrepentido.-dicho eso se marchó de la mesa rumbo a su habitación.
-Ya le has hecho llorar de nuevo, eres un insensible.-me reclamó aquello como si hubiera provocado la tercera guerra mundial.
Jamás los comprendería. Uno por no entender las razones de Kamijo, eran razones de peso, y el otro por tratarme como si fuera un asesino en serie. Ambos estaban demasiado ensimismados en sus sentimientos, o más bien en los sentimientos de Jasmine, pero no parecían pensar ni un segundo en cómo estaría su pareja.
El resto del día fue tranquilo porque se marcharon a dar una vuelta al centro comercial, supongo que querían desahogarse paseando y comprando algún dulce. Se llevaron el bebé, Seth no estaba y yo no tenía ganas de hacer demasiado. Terminé tomándome el resto del día como si fuera un día de vacaciones.
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