Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 11 de octubre de 2011

Tears for you - Capítulo 8 - Mariposas de sangre azul. (Parte VI)

En honor a Klaha creamos a Taylor, lastimosamente este personaje no tiene la mitad de talento y dulzura que el original. Sí su aspecto, eso sí...





Kurou no se lo pensó ni dos veces. Levantó en peso a Taylor, incluso logró desatarlo de sus fuertes nudos, y comenzó a zarandearlo como muñeco de paja. Hizo que cayera al suelo y lo golpeó de lo lindo. Había provocado su reacción. Pronto las navajas de mi esposo se clavó con deseo en el cuerpo de aquella escoria. Ya no había salvación para Taylor Swan.

-Mi amor para, ya está muerto.-susurré tocándole el hombro.-Ahora sólo hay que deshacerse de él.

No hizo reacción a mis palabras, siguió acribillando a navajazos su cuerpo maltrecho. Miré el rostro de Taylor y ya era irreconocible. Desgarró sus ropas y siguió clavando sus filosas navajas mientras yo lloraba. Temblaba al verle de esa forma y todo por mi culpa. Tan enajenado que no era capaz de reconocer mi voz.

Taylor Swan y yo nos conocimos cuando sólo tenía diecisiete años. Teníamos una edad similar, pero nuestros mundos habían sido radicalmente distintos. Él de pequeño no tuvo mucho, pero su padre entró en la organización de una gran familia yakuza, lo cual le ofreció una vida mejor para su pequeña familia de cuatro miembros. Sus dos hijos crecieron con todas las comodidades a partir de la adolescencia y empezaron a creer que todo era posible. Su hermano era un bastardo cínico, pero Taylor siempre aparentaba ser reservado y apasionado únicamente por el piano.

Cuando nos conocimos fue por un tiroteo en el cual Kamijo salió herido, al igual que Taylor. Nuestras miradas se cruzaron unos segundos y pude ver rabia, aún así tenía esa filosofía sobre la mafia y sus tratos muy cercana a la de mi hermano. Durante años decidieron crear un pacto de no agresión, pacto que rompió Taylor creyendo que Juka le daría más. Sin embargo, fue de mal en peor y terminó de esa forma. En poco más de tres años la figura misteriosa de Taylor se reveló como cruel, cínica y destructiva.

Taylor Swan siempre estuvo enamorado de Phoenix Noire. Phoenix Noire era un joven de clase alta relacionado con la familia Sakurai y la familia Swan por negocios legales y sucios de su padre. Atsushi y Taylor se odiaban mucho antes que Phoenix terminara engatusado por las dotes seductoras de Atushi Sakurai.

Lionel Landon entró en escena cuando el desgraciado de Swan comenzó a dejar de hacer tratos con mi hermano, dedicó sus esfuerzos en ser más poderoso y oscuro. Pretendía imprimir terror y conseguir todo lo que se pusiera en su camino. Prácticamente entró a las órdenes de Juka, dejando su pequeño clan, e imperio de su padre, en manos de aquel imbécil, por aquel cura rebelde con sonrisa angelical. Necesitaba más hombres para vigilarlo, perseguirlo y persuadirlo hasta provocar que aquel ingenuo cayera en su poder.

No niego que Taylor estuviera enamorado, sin embargo su ambición y su estilo de vida le regaló un carácter que no poseía en un principio. Se convirtió en alguien terriblemente violento porque no era capaz de expresar sus sentimientos, ni hacia su amante y ni mucho menos hacia el pequeño Nicolas Swan. Nicolas fue un regalo de Taylor para Lionel, como quien regala un perrito. Siempre soñaron con tener una verdadera familia, pero aquello era un infierno.

Los golpes cada vez eran más frecuentes, así como las prohibiciones y malos modos. Lionel se veía asfixiado, pero soportaba todo por su pequeño. Cierta noche se marchó aprovechando un apagón en la exclusiva urbanización donde vivían. Se llevó algo de ropa y al pequeño. Estuvo escondido en los barrios bajos durante un mes, pero Taylor se cansó de buscarlo y Phoenix se abrió de piernas.

Realmente no sé que ven en ese estúpido de Phoenix. Un muchacho flaco, con el cabello horrendo por los tintes y que no tenía siquiera una personalidad atrayente. Reconozco que lo único que me llama poderosamente la atención de ese idiota son sus ojos, ojos de gato salvaje, y sus uñas cuidadas.

Mientras divagaba recordando como aquel hombre se convirtió en basura que debía ser eliminada, de esa que no se puede ni reciclar, Kurou paró y comenzó a llorar. De inmediato lo abracé esperando que me respondiera. Mis manos acariciaban su rostro esperando alguna reacción de su parte. Él sólo balbuceaba y dejaba escapar nuevas lágrimas. Sus manos temblaban llenas de sangre, sus guantes estaban empapados.

-Kurou, mi amor.-susurré abrazándolo.-Mi amor ¿qué ocurre? Me estás asustando.-yo también lloraba, verlo de esa forma a veces me producía pánico.-Kurou, mi amor.

-Permití que te tocara.-chistó.-Permití que te besara.-añadió intentando controlar su respiración.-Yo debo cuidarte y no sé hacerlo. ¿Qué hubiera ocurrido si no encuentro estacionamiento? ¿Qué hubiera pasado si llego cinco minutos más tarde?

-Sé arreglármelas solo.

Sabía arreglármelas solo, pero en aquellos instantes las pesadillas estaban tan próximas que me fue imposible. Además, me estaba acostumbrado a sentir a Kurou cera y permitirle que él espantara a esa clase de hombres. Por ello no reaccioné. Me quedé como estatua de sal o mármol esperando que me rescatara, cual damisela en apuros.

Mis labios se pegaron a los suyos besándolo con ternura. Fuera empezó a diluviar. Llovía con la fuerza de nuestras lágrimas. Mis manos acariciaban su rostro y sus cabellos empapados en sangre. Ambos habíamos acabado arrodillados. Mi maquillaje se volvía una mezcla extraña y horrible, pero a mí eso no me importaba lo más mínimo. Él me rodeaba firmemente por la cintura olvidándose, al igual que yo, que aquel miserable estaba fiambre a pocos centímetros.

-Ven, vamos fuera.-susurré quitándome los tacones, para levantarme del suelo y tomarlo de la mano.

Fuimos fuera, permitiendo que la lluvia limpiara la sangre que nos había salpicado. Kurou sonrió aunque podía notar que seguía llorando. Me movía lentamente frente a él con una leve sonrisa. Quería que olvidara que otro había logrado besarme e insultarme frente a él, era algo que le quemaba por dentro.

“Bajo la lluvia nos encontramos,
en una ciudad perdida y prácticamente derrumbada.
Sonreímos como ángeles, a pesar de ser demonios.
Del cielo caían flores silvestres atadas en ramos.
Me sentí la persona más respetada y amada,
a pesar del graznido de aquellos cuervos.
Gatos se lamentan de aquella ultima poesía,
esa que te recité en un sueño.
Ahora que estamos juntos, que eres mi dueño,
hablemos de la verdad que ocultas en tus labios,
en esa dulce boca de gorrión bohemio.
Seré tu mariposa, tu ángel, tu dragón...
y tú serás simplemente el hombre que me ha conquistado.”

Provoqué que bailáramos bajo la lluvia, en aquel lugar inóspito, y con un cadáver aún caliente en aquel local practicamente derruido. Prácticamente no solía llover en aquel lugar, fue una fortuna. Hacía un calor asfixiante, muy húmedo, y aunque no llovió demasiado lo disfrutamos. Fue torrencial pero en cuestión de minutos paró, tal y como vino. Después de aquello nos quitamos la ropa y la dejamos dentro del coche, desplazaríamos el cuerpo en una enorme maleta que se encontraba en el maletero, lo tiraríamos en el Gran Cañón.

El desplazamiento nos costó casi tres horas, debido al tráfico. Él estaba aturdido pensando que era ineficaz. Por mucho que yo dijera, o hiciera, siguió con ello durante días. Realmente creía que había hecho mal en abandonarme, cuando sólo obedecía mis órdenes. Yo intenté contactar con Sho, lo logré después de varios intentos. Estaba preocupado, seguro que incluso había llorado impotente. Primero tuve que tranquilizarlo pero, aclarando que terminamos de realizar el encargo, se despidió calmado y satisfecho.

La música que sonaba en la radio era bastante vacía, no lograba dar con la emisora de horas atrás. Cerré los ojos recordando aquella melodía que me transportaba a otro lugar. Una de esas canciones que siempre me guiaban hacia emociones y sensaciones alejadas de la realidad. Mis labios mostraron una leve mueca de satisfacción mientras tarareaba, Kurou me siguió permitiendo que apoyara mi cabeza en su hombro.

“Bebí de tus labios el último agonizante beso.
Miente mientras te grito mi último susurro,
ríe junto a mis lágrimas y abrázame.
Quiero perderme en tu mirada cargada de locura,
de mentiras y de verdades a medias.
Conseguí una burla de tus ojos, un guiño de libertad.
Melodía rítmica la de tus labios sellados.
Tocaré tu piel como si tocara a tientas la partitura de un piano.
Vivimos para morir,
vivimos para morir
y yo moriré junto a ti.
Me enamoré de tu sádica forma de hacer el amor con el silencio,
mientras gritaba junto a tus ojos, hasta perder el aliento,
y ser alimentado por tu sangre.
Vivamos en medio de poemas ciegos,
sin rima y sin versos.
Seremos canciones inacabadas.
Flores marchitas de cementerio fantasma, eso seremos.
Gozaremos como las musas del talento de otros,
sentiremos así la ira de la sociedad.
Nos llamaremos diablos, pero seguiremos siendo ángeles.
Vivimos para morir,
vivimos para morir
y yo moriré junto a ti.
No, no te vayas de mi lado.
Libraremos batallas con mariposas de fuego azul,
perderemos frente a amapolas nacidas de tu pecho.
Quédate hasta que el mundo explote como pompa de jabón.
Crearemos un paraíso aparte,
un reino bíblico que no poseerá plaga alguna.
Miénteme siempre, miénteme y dime que no me amas.
Sé que me quieres más que ti mismo, lo sé porque lo he sentido.
Compartiremos nuestro amor,
así como compartimos nuestras cicatrices y pesadillas...
Viviremos para morir amándonos.”

Aparcamos no muy lejos de aquel lugar, ese lugar tan carismático y mil veces mostrado en series y películas. Me sentí como en el viejo oeste, sólo me faltaban las espuelas y el trozo de hierba seca en mis labios. Corría cierta brisa, como si estuviera ofreciéndose a recoger a Taylor.

Sacó el cadáver sin esfuerzo y envió la maleta al fondo de aquel precipicio. El estruendo que generó fue horrible, no puedo calificarlo ni siquiera aún hoy. Mis ojos eran como los de una muñeca, fríos y sin vida, así como los de Kurou. Entramos dentro del vehículo en silencio y nos miramos con cierto deseo callado. Yo quería hablar, él también, pero mantuvimos un duelo de miradas y después reímos bajo intentando quitar tensión al ambiente.

-Te amo, my darling.-susurró acariciando mi mejilla.-La próxima vez sabré cuidate mejor.

1 comentario:

Lin Sekiei dijo...

Kurou es demasiado bueno... Pese a que él no tiene la culpa se siente culpable >////<
Al menos todo finalizó bien. Y Yosh sabrá como animarle XD (ok, no va exactamente en el mal sentido pero también se puede añadir, jeje)
Buen capi, a esperar el próximo ^^
Besos! :3

Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt