Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 12 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 16 - Mentes diáfanas.



Capitulo 16

Mentes diáfanas.

Cuando llegué a casa estaba tan agotado que sólo quería dormir abrazado a Anne y olvidarme del mundo, no quería saber nada de nadie. Sin embargo, Kurou volvió a la rutina del trabajo habitual concentrándose en los siguientes morosos a visitar. En su despacho tenía el correo amontonado, junto a todas esas cartas de publicidad había una invitación de Yura, al fin se estrenaba como bailarín en un espectáculo importante. Lo importante en realidad era la obra, así como su papel principal, no el teatro. Era un teatro algo pequeño, pero encantador. Había estado en otra ocasión siendo espectador de allí Don Juan Tenorio.

Decidimos salir, era esa misma noche pero yo no quería que Yura pensara que ya no le quería. Me vestí con mi mejor traje, al igual que Kurou, y cuando estábamos a punto de salir para el teatro, donde mi sobrino demostraba su talento, vimos como la policía llegaba hasta nuestra casa y estaban a punto de pulsar el timbre.

Intenté guardar la calma, pero ante algo así siempre terminaba nervioso. Sabía que podíamos salir rápido de la cárcel si terminábamos en ella, dando allí con nuestros huesos. Agarré el brazo de mi esposo apoyando mi cabeza en su hombro, mientras él empezaba un diálogo sosegado.

-Buenas noches.-dijo uno de los agentes al subir el ultimo escalón.

-Buenas noches, ¿qué se les ofrece?-preguntó Kurou mirándolos de forma calmada, pero guardando cualquier detalle que pudiera valernos luego.

-Necesito que nos acompañen a comisaría, para que declaren sobre un suceso que estamos investigando.-comentó entregándonos la foto de aquel malnacido.

La fotografía que nos había extendido era la de aquel Hector, el cual fue un alivio para la sociedad. Yo observé la imagen, era una de las cuales estaba en la repisa de su apartamento. Vestía un traje corriente, bastante barato a decir verdad, demasiada gomina en su cabello y una mirada de crápula que me provocaba náuseas.

-¿No es aquel hombre que debía tanto dinero a nuestras oficinas?-pregunté en un murmullo, intentando sonar lo más inocente posible.-¿No es él?

-Sí, sí es.-dijo mi dulce gigante demostrando que sabía actuar, tanto o mejor que yo.-¿Recuerdas que siempre íbamos a su apartamento? Llamábamos y jamás nos atendía. Estuvimos por llamar a la policía, nos debía una suma importante de dinero. Si bien, como teníamos unas tierras como respaldo se las íbamos a embargar.-empezó a explicarme todo a mí, no a los agentes.

-¿Íbamos?-pestañeé.-¿Por qué no lo hicimos?

-Porque apareció muerto ¿no te acuerdas?-echó la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados.-Ah, recuerdo ahora yo.-comentó girándose hacia mí.-¿Recuerdas la noche en la cual estabas intranquilo por nuestra hija?-los dos agentes se mostraron algo sorprendidos, eso seguro que no lo esperaban. Seguro que en sus archivos aparecíamos como pareja y nada más.

-Sí.-dije algo sonrojado.-Siempre me preocupo en exceso y tú siempre me riñes.-reí bajo mientras él sonreía.

-Cuando regresamos de Londres, después de reconciliarnos.-dijo pasando la fotografía al agente, ya que la pedía extendiendo su mano en silencio.

-¡Ah sí! Me dijiste que había aparecido asesinado y que si hubiera tenido perro seguro que también se alegraba de su muerte, nadie hizo un testimonio favorable a él en aquel programa. Me narraste que incluso una vecina decía que su madre se había quedado tranquila, o algo así.-me acomodé un mechón de mis cabellos, para luego mirar a los agentes.-¿Qué sucede con esto?

-Necesito que declaren sobre el día en el cual fue asesinado, tenemos la fecha exacta gracias a nuestros grandes investigadores.-intervino el acompañante al agente que nos tendió la imagen.

Aquellos hombres tenían un aspecto dispar. Uno era de raza negra, algo corpulento pero no excesivo, sus ojos no dejaban de clavarse en mí con cierto énfasis. Mi piel clara contrastaba con la suya, así como mi aspecto delicado. Era quien había hablado en segundo lugar. Su voz era algo áspera, pero agradable. El primer agente, era pelirrojo de ojos verdes y aún se notaban algunas pecas bajo su frondosa y cuidada barba. Tenía un aspecto parecido al de un duende, o un elfo, en vez a un agente del orden.

“Balas certeras en la tentadora oscuridad
que explotan el contenido de pólvora
sobre la turbulenta y truculenta ciudad,
la cual impunemente nos devora.

Soledad traicionera en batir de alas
de una mariposa manchada de sangre,
sangre azul que derrama la bala
que se incrusta en el pecho del príncipe.

Onegai, libérate de este trance.
Arigato, por escuchar mi llanto.”

Sebastian estaba a nuestras espaldas, aún con nuestros abrigos en la mano, la pequeña afortunadamente descansaba. Sólo tuve que girarme para tomar mi gabán y pedir que la cuidada, depositando un beso en su mejilla como agradecimiento. Acompañamos a los agentes a comisaría, donde permanecimos toda la noche declarando. Siempre en nuestros planes teníamos estudiado metódicamente qué debíamos decir, qué no y siempre ante un abogado pro si podía ser comprometedora la información que diéramos.

Nuestro abogado era Elliot Gordon, abogado de Kamijo y mano derecha en mucho de sus negocios. Su aspecto de chico impecable y de mirada penetrante lo hacía perfecto, además poseía personalidad de hielo. Gracias a su colaboración terminamos saliendo de comisaría esa misma noche, sin cargos y con una coartada demasiado sólida. Se despidió de nosotros en la puertas de la comisaría, tomando un taxi hasta su apartamento para descansar. Nosotros nos quedamos en las escaleras esperando el coche que habíamos mandado llamar. Eran las nueve de la mañana de un sábado, no tardaría demasiado porque el tráfico no era virulento.

Sin embargo, allí parados pude ver como salían de la comisaría dos chicos que me llamaron sumamente la atención. Quedaron a nuestra altura mientras estirazaban sus cansados y entumidos cuerpos, para luego uno echar a reír como un auténtico demente. El otro simplemente se quedó allí parado, oteando el horizonte y suspirando pesado por culpa de haber pasado una mala noche.

Uno de los chicos había salido en el reportaje de aquel imbécil. Tenía un tamapo aproximado al mío, ojos café rasgados y piel clara. Un aspecto de bohemio trasnochado con cierta peligrosidad, algunos de sus rasgos me recordaban a los de Kurou pero esa risa era como de hiena. Jamás podría escuchar carcajadas similares de boca de mi esposo. El otro era rubio, de casi dos metros, y ojos café pero no tan oscuros. Sus labios eran más finos, su rostro más masculino y completamente europeo. Sus manos no eran tan grandes como el resto de su cuerpo, las de su amigo parecían tener un tamaño mayor.

-Vamos David, vamos.-comentó encogiéndose de hombros.-Hermano, ha sido divertido que pensaran que yo maté y descuarticé a ese tipo.

-¿Divertido Kuroi?-preguntó girándose hacia él.-Nos ha costado casi un día entero el convencerles que tú no estabas implicado.

-Cierto.-dijo serio antes de volver a reír.-Tantos años elaborando novelas policíacas, personajes que no son amados ni por sus madres, criminales fríos y otros demasiado cercanos a lo que somos todos. Un abanico de criminales, de policías y de crímenes resueltos o no en el final de sus páginas, para ser tratado como uno. Me pregunto si ocurrirá algún día lo mismo con mis novelas de vampiros.-aquello lo dijo serio pero terminó riendo.-O con mis poemas sobre monstruos, hadas, elfos y demás seres.

-Aquel crimen se parece demasiado a uno que describiste en aquella novela, la última que salió por sus maravillosos dedos.-comentó sentándose en uno de los escalones.

-Sí.-respondió dejando que la brisa meciera su melena oscura, rozaba su espalda como si fuera una capa.-Así es, es prácticamente idéntico. Sin embargo, mis asesinos han matado de tantas formas y por tantos motivos...-susurró antes de acomodarse el gabán negro que había sostenido en su brazo.-Sin embargo, todos mis asesinos tienen un lado humano tan tremendo que cualquier lector se siente afín a ellos, incluso los anima a cometer sus delitos.-sonrió de lado y bajó los escalones.-¡Vamos David! ¡Te llevo a casa!

-¡Ah no! ¡Yo contigo no me monto!-exclamó.-¡No quiero morir joven! ¿¡Qué le diría a la futura madre de mis hijos!?

-¡Nada! ¡Ya estarías muerto!-dijo girándose mientras reía.-¡Vamos quiero llegar a casa temprano! ¡Mi chica me está esperando!

Sonreí ante la escena, los dos bajando las escaleras hacia uno de los coches aparcados en el parking cercano. Aquello me recordó a los buenos tiempos, cuando sacaba de quicio a mi hermano e intentaba sobrellevar mi dolor con una buena risotada. Kurou rompió el silencio riendo bajo antes de abrazarme.

-Me ha recordado a ti, no sé porqué.-murmuró antes de besar mi mejilla izquierda, rodeándome con ternura y firmeza.-Sobretodo por lo de sus poemas y la forma de reírse hasta de su propia sombra.

“Sonrisas de una máscara de polichinela,
hadas que danzan sobre tus cabellos color canela,
muerte y vida representadas en tu mirada
junto a los sueños suicidas de tu almohada.

Bailas un tango para espantar tus temores,
dejas que te acaricien el alma aquellos dolores
y terminas espantándolos con tu sonrisa.
No te tires al vacío, quédate en tu cornisa.

Alas de cuervo para un ángel felino,
amor para los que nunca lo han sentido.”

1 comentario:

Athenea dijo...

Se me ha hecho muuy corto, pero bueno, mañana más :)

Cuando he leído lo de que la policía estaba en la puerta de su casa me he quedado: Oh, oh. Pero al final han sabido arreglarlo todo, menos mal. ¿El chico moreno del final del capítulo eres tú? Quiero decir, has dicho que es el mismo personaje que salió en las noticias declarando lo despreciable que era el hombre al que mataron y creo recordar que me dijiste que ese chico eras tú. En cualquier caso, me ha parecido un momento de comicidad entre los dos personajes único, muy cómico. La típica escena de dos amigos muy íntimos que confían lo suficiente el uno en el otro y se conocen tanto que pueden hacer bromas de ese tipo. En fin, que, como siempre, me ha encantado :)

P.D. Siento mucho lo de tu tobillo y lo de tus prácticas. Es una putada. Las enfermedades y lesiones siempre vienen en los peores momentos. T.T. Espero de corazón que te recuperes pronto. ¡Un besito!

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt