Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 20 de noviembre de 2011

Tears for you - Capítulo 17 - Nuevo amanecer.


Hoy es el cumpleaños de uno de mis héroes, no ídolos sino héroes, ya que para mí ha demostrado ser alguien poderoso, que no se rinde ante la adversidad, y que ha demostrado ser algo más allá que un simple músico.

Hoy es 20 de Noviembre, es el cumpleaños de Yoshiki.

Desde ayer está haciendo RT a sus felicitaciones, está como conejo de duracel en el twitter completamente loco por como llegan las tarjetas, imágenes, videos y comentarios. Parece un niño pequeño y se le adora por ello.

Allá, donde quiera que esté Hide, seguro que ha descorchado una botella de champaña en honor a su gran amigo, casi hermano, Yoshiki.




Esta canción me recuerda a parte de mi infancia, y aunque detesto en lo que se ha convertido (Apoyo a la SGAE, entre otras cosas) esta letra me recuerda a lo poco bueno que aún me puede regalar este hombre. Lejos de la música rock me gusta Nino Bravo, Camilo Sexto (en su musical de Jesucristo Superstar) o Bosé en sus buenos años.

Me recuerda un poco a Yuki... y porque no, un poco a mí.

PD: cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia... por si alguna "ardida" se da por señalada... quien se pica ajos come y esas cosas lindas~





Capitulo 17


Nuevo amanecer.


Pasaron varios días, con ellos trabajo de oficina y de campo. Regresé a mi rutina habitual de entrenamiento, mientras Anne aprendía a ser una hermosa, grácil y elegante, bailarina de ballet. En primavera y verano solía hacerlo en el jardín, amaba sentir la naturaleza mientras practicaba nuevas técnicas de ataque y defensa, sin embargo con el frío solía hacerlo en un lugar reservado en la casa. Era un pequeño gimnasio, con algunas pesas y unos cuantos aparatos para ejercitarnos. Kurou lo hacía en silencio, mientras yo siempre terminaba cantando alguna canción para motivarme.

Había estado todo tan revuelto que había olvidado qué era sudar de verdad, sentir esa pesada sensación de agotamiento. Todo mi cuerpo pedía que le tuviera en cuenta con mayor frecuencia, sobretodo cuando entrábamos en la pequeña sauna para terminar nuestra jornada.

Aunque, mi dulce gigante siempre seguía activo y terminaba por entrar en su despacho pasándose más de tres horas encerrado. Si bien, antes iba a por ella junto a mí y en ocasiones se escabullía para ir solo. Cuando se marchaba solo me dolía, porque yo deseaba abrazarla frente a todos y sentirme orgullo. Pero, sabía que si lo hacía era para regresar con alguna sorpresa. A veces, eran rosas para decorar mi despacho y otras algún dulce caro de una tienda especial del centro. Regresaban los dos con una sonrisa mágica, porque su amor y su comprensión lo era.

Aquel día al escuchar el timbre corrí hacia la puerta, pensé que se habían dejado las llaves y Sebastian estaba demasiado ocupado, terminando de arreglar la cena, como para estar pendiente. Sin embargo, al abrir la puerta me encontré una escena que pensé que no volvería a ver. Yuki estaba allí, mal abrigado, y con su chaqueta tapando un pequeño bulto que era un bebé. Sus ojos lo decían todo, tenía una expresión que no puedo describir con palabras. Sólo alguien que ha podido mirarse en los ojos de un padre primerizo, sólo esa persona, comprenderá mis palabras. Cierto orgullo, ternura, desesperación y miedo hechizaban sus ojos de idiota inquieto y tierno.

-Ha vuelto, te juro que ha vuelto y no es porque me haya metido en líos.-murmuró aferrándose a él como a un clavo ardiendo.-Hace unos días apareció en mi puerta, te juro que fue así, y si no he venido antes es porque llovía demasiado.

Tras él vi el coche de Sho, él estaba dentro terminando de aparcar en la puerta de casa. Cuando se bajó lo hizo con una enorme sonrisa, provocando de esa forma una en mi rostro. No tardé en intentar quitarle el bebé a Yuki de sus brazos, pero lo pegó contra él. Era una reacción normal, había pasado mucho tiempo sin su hijo deseando pensar que sólo sería unos días y no de forma permanente.

-Pasad los dos, Kurou no ha regresado aún con Anne.-dije dejándoles paso.

Dejé que se marcharan al salón más pequeño, el más acogedor, y aquel que usábamos para ver películas mientras la chimenea chisporrotea. Ellos tomaron asiento en el sofá de dos plazas y yo me senté en el pequeño, donde solía estar Anne y donde se quedaba dormida a veces. La cazadora de cuero se desprendió y permitió que viera al pequeño. Dormía aferrado a su padre, el cual lo contemplaba como si fuera el ser más importante del mundo.

Admito que jamás pensé que Yuki tuviera esa expresión, pero el día que Koji vino al mundo su rostro de canalla se ablandó. Juro que jamás vi una expresión tan tierna en él, también llena de pánico, temblaba mientras todos celebrábamos su nacimiento. Recuerdo que Kamijo se pasó toda la mañana tras él explicándole que tenía una seria responsabilidad en sus manos, que debía hacer feliz a su hijo y a la que por entonces era su mujer. Sho estuvo pegado al cristal del nido durante horas, su expresión era de derrota. Siempre había deseado ser padre, al igual que yo, y durante un tiempo estuvo enamorado de Yuki. Creo que sentía como si aquella mujer tuviera todo y él nada, podía sentir su frustración. Durante aquellos días mi sobrino había empezado a sufrir en sus propias carnes el infierno, el mismo que yo una vez caminé, y por extraño que pueda parecer para él Koji significó el paso triunfal por él.

Todos los demás parecíamos niños con un juguete nuevo, estábamos muy felices de aquella nueva vida. Sin embargo, duró poco la felicidad. Al mes de aquel momento tan maravilloso ella se marchó de su lado, alegaba malos tratos y Sho decidió robar al niño para cuidarlo él. Decía que ella era una irresponsable, pero todos despreciamos su actitud. En esos momentos, nadie podía esperar que ella fuera la culpable de la actitud violenta de Yuki, sus brotes de locura, y que realmente fuera una mala madre.

Durante seis meses Yuki no había sabido nada de su hijo, ni siquiera una fotografía. Después del incidente con Sho ella se marchó con el bebé, puesto que él regresó al niño a su abuelo esperando poder ser quien lo cuidara. Aquel hombre le engañó, le dijo que podría cuidarlo y ser él su tutor. Mi estúpido sobrino creía cualquier cosa de aquel indeseable, incluso que Yuki era violento y cruel.

La realidad fue siempre distinta. Una mujer caprichosa, la cual durante el poco tiempo de matrimonio había negado inclusive besos a Yuki, y que no paraba de quejarse por todo. Era ese tipo de chicas que desean que les cubran de caprichos, hacer lo que les viene en gana y tratar al resto como puñeteros peones. Llevó a Yuki al borde de la locura.

Él siempre había sido alguien con carencias afectivas, una caricia suponía algo más allá que un simple roce. Para él era todo, como un niño necesitado. El hambre por sentirse amado, la ceguera por desear que alguien le correspondiera realmente, provocó que cayera en la supuesta dulzura de aquella mujer. Se mostraba ante todos como un mujer dulce, atenta y considerada, pero en realidad era un ogro con bonita envoltura. Aunque, siendo del todo sincero, no la vi tan atractiva como todos decían.

Jamás aceptaría el maltrato a una mujer, pero ella jugaba con fuego. Yuki era un hombre que había vivido en un mundo convulso y se había hecho a sí mismo. Era un niño de la calle, criado entre criminales e incluso su padre lo abandonó una vez muerta su madre por sobredosis. Creció sin amor, sin comprensión y sin nada. Ella no paraba de pedir más y más, cuando él no tenía nada que ofrecerle salvo su cariño y eso debió haberle bastado. La forma de actuar de Yuki no me gustó, me pareció absurda y desproporcionada, pero me recordó a un animal herido y acorralado que responde de forma agresiva cuando le azuzan el fuego.

-¿Desde cuando está en tu poder?-pregunté.

-Poco antes que todos os fuerais, unas dos semanas.-susurró.-Pero no tengo coche, no me fio de mi padre y no quería molestar a nadie.-murmuró.-Además, Bou y yo estamos haciendo un buen trabajo.

-Sí, creelo.-susurró Sho acariciando los cabellos arremolinados de Yuki.-Ha engordado un kilo desde que están con ellos y se ve saludable, el médico dice que es incluso mayor en tamaño a un niño de su edad y que jamás había visto un niño tan despierto. Sin embargo, ni se le escucha. Es tranquilo, pero siempre contempla todo como si fuera emocionante.-rió antes de tocar sus mejillas.-Está gordito, pero es lindo.

-¿Lo sabe Kamijo?-dije notando como abría sus ojos, para quedarme fascinado de nuevo.

Ni su ex ni él eran cien por cien japoneses, ambos tenían orígenes lejos de Japón. La madre de Yuki era una neoyorquina estúpida que huyó con dieciséis de casa y con veinte estaba dándolo a luz en un prostíbulo. La madre de su ex era francesa, otra estúpida como ella. Una mujer que pensaba que lo mejor que podía ocurrir era que le regalaran diamantes. Una murió por sobredosis, la otra en un atentado. Koji era una mezcla exuberante, no dudé ni por un instante que aquel niño creciera de una forma asombrosa. Sus ojos eran de distinto color, sin embargo no se debía a esa extraña mezcla sino a los genes de su abuelo. Sakine poseía esa característica especial, uno de sus ojos era negro y el otro era de color azul turquesa.

-Sí, le dije al día siguiente para que pudiera encontrar cualquier dato del niño. Quería saber sus informes médicos hasta ahora, cómo había llegado hasta mí y sobretodo poner una denuncia por abandono. La muy hija de puta, porque no le puedo decir de otra forma, lo abandonó como quien abandona una bolsa de basura. Esa maldita zorra me arrancó a mí hijo, una vida en común, y todo para pasear su coño caliente de cama en cama.-me miró furioso.-Más de un tio ha estado con ella, lo sé por informes, y porque Hidehiko estuvo con ella.-eso me provocó un extraño sentimiento.-Sólo fueron unas semanas, hasta que descubrió que tipo de pajarraca era. No la soporta nadie, no tiene amigos de verdad, y siempre se frustra y paga sus frustraciones con sus amantes.

-Cree que todos debemos amarla, yo lo hice admirando su voz pero luego descubrí que era un asco como persona.-murmuró.-Igualita que su padre.-añadió con rabia.

-Caprichosa, irresponsable, estúpida y engreída.-murmuré provocando que ambos me miraran.

-Sí.-dijo Yuki antes de mirar al niño y sonreír embobado.-Campeón ¿a que tu madre es una estúpida?-murmuró tocando su nariz, provocando entonces que riera.-Incluso él se burla de la idiota que abandonó todo, un proyecto de vida, por ser la diva de este mundo de estúpidos.

“Ojos de papel maché,
cometas que se alzan en las brumas,
y sonrisas ocultas en baladas.
Ojos de serpiente elegante,
piel de claro de luna,
y aroma de polvo de hadas.

Pequeño niño que juegas
en tu pequeña cuna,
ángel misericordioso
que lo espías desde las alturas...
sonrían ambos y canten
olviden vuestra tortura.

Nace un niño, nace un ángel,
alma envuelta en diabluras.
La ternura de tus mejillas
son besos que no te he dado.
Canciones de cuentos infantiles,
pecados de elfos malandrines
que juegan a ocultar sentimientos.

Duérmete niño, duérmete ya.”

1 comentario:

Athenea dijo...

Sólo puedo decir que ¡felicidades para Yoshiki! A mí no me gusta Miguel Bosé, pero para gustos los colores.

Pensé que Yuki jamás iba a encontrar a su hijo. Gracias a Dios, ya no está con la zorra de su madre. ME alegro de que haya tenido un final feliz. Un beso. :)

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt