Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 16 de diciembre de 2011

Tenshi - Capitulo 3 - Sombras chinescas - Parte V






Recosté el cuerpo de aquella pequeña joven, su rostro mostraba paz y una felicidad que deseaba que jamás le arrebataran. Eché el resto de mantas sobre su frágil cuerpo, para después girarme hacia la puerta. A pocos metros Frederick lloraba sentado en la orilla de su cama, sus manos estaban sobre su rostro y se sentía aún más viejo e inútil. Su corazón se rompía en más de mil pedazos, cada sentimiento era una espina que lo perforaba y maldecía tatuándole el alma. Ambos me producían inquietud, los sentimientos humanos no los comprendía con exactitud, después de cinco siglos ya nada era como antes.

Me moví sigiloso y rápido, entrando sin llamar en su habitación. Me senté junto a él, rodeándolo, mientras su cuerpo me aceptaba y su mente quería rechazarme. Contemplé sus ojos cubiertos por una espesa capa de lágrimas, sus mejillas estaban algo rojas, como si se hubiera maquillado dándose colorete, y sus labios tenían una apariencia apetitosa. Engullí su boca cubriéndola con la mía, ofreciéndole un beso diferente a cualquiera que hubiera aceptado en otras circunstancias. Se abrazó a mí acariciando mi cuerpo, deslizando sus manos por mi torso hasta mis caderas.

-Es el beso de Judas.-susurró agitadamente cerca de mis labios, cuando paré para dejar que respirara.

-Es un regalo.-dije alejándome de su cama, su cuerpo y por supuesto de su habitación.

En cientos de ocasiones había visto el amor de Frederick. Sabía que era puro, intenso, leal y tan sincero que hasta dolía. Me mantenía frío cuando se acercaba con la única intención de seducirme. Durante más de dos décadas había intentado todo. Si bien, para mí era sólo una persona inquietante y especial. Un pequeño tesoro helado en medio de un bosque, un hombre que caminaba por al senda que daba a dos mundos y ninguno de estos le aterraba. Era fuerte, a pesar de sus momentos de debilidad, y un excelente orador. Él era el único humano que conocía de mi existencia, hubo antes otros aproximados a mi maestro y los cuales tenía como instrumentos de Dios.

Aprendí de mi maestro a elegir personas inquietantes, imposibles de reproducir de nuevo con otro rostro. Personas que en sus ojos había algo más que vida, preguntas y recuerdos insondables que te hundían y ahogaban entre sus profundas aguas. Hombres y mujeres que terminaban cautivados por la presencia del inmortal, seducidos todos al deseo incontenible de darlo todo aunque únicamente fuera el alma. Atraían más que la sangre, porque su sangre era mucho más deliciosa. Pero, eran humanos a los cuales no destruir porque eran como ángeles sobre la paz del planeta.

Me deslicé hasta mi guarida, pero tras mis pasos escuché los suyos. Cuando destapaba el ataúd sentí incluso su respiración pegada a mi cuello, me había seguido tentado por el deseo de seguir fantaseando con lo imposible. Giré mi cabeza, para observar como bajaba lentamente y con cuidado cada peldaño de la escalera.

-Sé que detestas que baje aquí.-dijo antes de apartar su bata mostrándome su cuerpo desnudo.-Pero, por una extraña razón quiero que me eches y a la vez deseo que en esta ocasión me abraces como a ella.-susurró antes de quedar a escasos centímetros de mi cuerpo, el cual no se había movido ni un milímetro esperando que él tomara la mejor decisión, y no era precisamente quedarse allí junto a mí.-Abrázame, quiero que me rodees como a ella al menos unos minutos. No pido amor eterno, tampoco ser el favorito.-besó mi mejilla rodeándome por la cadera, pegando su cuerpo más menudo y pequeño al mío.-Sólo quiero sentirme querido una vez, una sola vez.

-Frederick, márchate.-respondí con mi tono de voz habitual, algo frío y lejano.

-No lo deseo.-murmuró.-He soñado contigo cada día, he besado prácticamente el suelo que has pisado y te he cuidado como si fueras un milagro.-dijo justo antes de ocultar su rostro contra mi cuello.-Bebe de mí, sácame todo y déjame como muñeco roto a tus pies.-susurró ahogado entre lágrimas, las mismas que podía sentir humedeciendo mi hombro y cuello.

Jamás había osado adentrarme en su mente, salvo los recuerdos que él me quería dejar observar y sentir. Si bien, en aquel momento lo hice y pude leer claramente que deseaba morir. Durante más de veinte años había permanecido a mi lado con el único deseo de ser amado, nadie había logrado darle afecto al niño de hielo. Nunca había sentido el amor de otro hombre, tampoco de mujer alguna, salvo los escasos momentos en los cuales agradecía su labor con un afectuoso y sincero abrazo.

Me mostró sus sueños, ofreciendo cada uno como si fuera un tesoro. Sueños que se prolongaban años, momentos que se repetían aunque él envejecía y se veía así mismo como el niño que era al conocernos. Podía ver en ellos sus jadeos, gemidos y gritos de placer mientras yo obraba el mayor de los milagros. Practicábamos un sexo salvaje, sujeto a reglas inventadas y miradas que podían fundir cualquier cuerpo hasta convertirlo en cenizas. Su cuerpo se veía tentador, cubierto por diminutas gotas de sudor, mientras el mío continuaba frío ofreciéndole alivio. Palabras románticas por mi parte y por la suya, dejándonos el alma en cada caricia y oración.

-Mata mi cuerpo, porque mi alma ha muerto hoy.-dijo en un susurro tan leve que incluso me costó escuchar, a pesar de mi perfecto oído.

-No.-respondí.

-Seré libre y tú podrás amarla, porque ese sentimiento tan extraño que te mueve hacia ella es amor. Te enamoraste de su alma, del poder que emana como una atracción magnética que te atrapa. He podido ver como caías a sus pies y ella ni siquiera sabe que eres real.-se apartó de mí para dejar caricias en mi rostro, como haría una madre con su hijo antes de verlo marchar a la guerra más cruel y violenta.-Estréchame entre tus brazos, besa mi frente y muerde mi cuello. Déjame vacía cada vena de mi cuerpo, después entiérrame en el jardín cerca de la capilla y olvídate que estoy allí.

1 comentario:

MuTrA dijo...

Pobre Frederick... Cuánta tristeza. :( Me da pena. Pero como te dije en el comentario anterior, siempre ha sido consciente de lo que había con Tenshi, pero parece no haber querido asimiliarlo, así que en última instancia, sufre porque quiere... O eso creo.

¿Qué hará Tenshi? ¿Satisfará los deseos de muerte de Frederick? :D Como siempre me dejas con la miel en los labios con ansias de saber más. :)

Besos. :******

Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt