Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 4 de febrero de 2012

El caso - In a darkness room - Capitulo 3 - Parte 1



Capitulo 3

In a darkness room

Desperté súbitamente con breves fragmentos de sueños alojados en mi cerebro como vieja metralleta. Pasé mis manos sobre mi rostro frotándolo, intentando despejar cualquier mota de cansancio. Apreté mis labios mientras abría por una brizna de segundo mis ojos chocando de nuevo con la realidad. Mis piernas seguían descansando en la impotencia de no poderse mover por ellas mismas. La habitación seguía siendo la misma que en la noche anterior me acompañó a las pesadillas más intensas.

-Soy el claro ejemplo que Dios no ama a todos sus hijos, porque hay hijos bastardos que merecen ser olvidados.

Mis palabras sonaron crueles, y tal vez lo fueran, pero eran lo más sincero que podía escuchar mis orejas. Era un maldito bastardo sin principios ni moral, al menos eso me habían dicho y por lo que recordaba debía ser cierto. Un estúpido ensimismado en un mundo de drogas, perversión y mediocridad. Sabía que no tenía dos dedos de frente, para ello no tenía que levantarme de la cama y mirarme al espejo.

Mis cabellos dorados lo parecían aún más por los solitarios rayos de sol que penetraban hasta la cama. Podía sentir que el mundo llevaba despierto varias horas, pero yo no deseaba vivir un crudo invierno que seguro me recordaría lo impedido que estaba. Por momentos perdía el ánimo, pero nada más pensar en morir sin recuerdos me hacía volver.

Acabé incorporándome en la cama, dejando que mi espalda rozara el cabezal. Ya no quedaban cigarrillos. No sabía siquiera si había leche en la nevera, tampoco sabía como levantarme sin caerme al suelo. Miré mis piernas y recordé las palabras del médico, según él era todo mental.

-No quiero volver a caminar y a la vez lo deseo, no sé qué demonios me pasa.

Miré hacia la pared, todos aquellos casos me observaban mudos. No había hilo común entre ellos, tampoco había algo especial. Eran casos de asesinato, desfalco, campañas políticas frustradas o simplemente desapariciones sin resolver. Todo era un caos y sin embargo parecía tener sentido para mi antiguo yo, pero ese parecía estar aún en coma.

Guardé silencio, sólo mi respiración podía escucharse en aquella habitación. En el pasillo el trasiego normal comenzaba. Algunas amas de casa salían a la compra de los apartamentos contiguos, la casera iba llamando a las puertas para pedir la mensualidad y yo recordé entonces que estaba sin blanca. Pronto sus pisadas quedaron tras la puerta, aguardando tal vez escuchar algún ruido.

Las llaves sonaron tras la puerta, seguro que estaba buscando la correcta para la cerradura. Hubo unos tres intentos fallidos, pero al cuarto la cerradura cedió y la puerta se abrió con un leve quejido. Sus ojos pequeños y juntos me miraron como a un mendigo en la puerta de la iglesia, te dicen que debes tener caridad pero sólo entregas desprecio. Sus cabellos estaban adornados por canas, unas más blancas que otras, y sus ropas eran de luto. Aquellas arrugas jamás las olvidaré, eran como los pliegues de un acordeón mal tocado.

-¿Aún sigues aquí? El vencimiento del alquiler ya ha pasado, te he dado muchas oportunidades.

-Señora, llevo meses en el hospital y no puedo moverme de una silla de ruedas. ¿No le dicen en la iglesia que tenga piedad con el que menos posee?

Nos lanzamos una mirada desafiante, por momentos me sentí como si fuera un pistolero en el salvaje oeste. No sabía quien desenfundaría antes, pero podía asegurar que era hombre muerto. Mis ojos se fundieron en los suyos, ahogándose en su alma poco misericordiosa pero expuesta al “qué dirán” y su falsa pose de devota.

-No me pagues hasta que te recuperes, pero te cobraré intereses.

Su voz de viejo papagayo me sentenció como un juez que juguetea con su poder, sabiendo bien que condena a muerte a un inocente y no le importa porque lo hace por sus apariencias, las mismas que le encadenan al sistema. Yo era preso de una deuda que no sabría saldar, ni siquiera tenía empleo.

La puerta se cerró de golpe dejando la habitación nuevamente en silencio. Varios de mis mechones cayeron sobre mis ojos y no hice nada por evitarlo. Jugaba con mis dedos sobre las mantas, sabía que me pudriría allí mismo, que un día vendría a por el alquiler y estaría muerto sobre un montón de basura y recuerdos que desconocía.

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Lestat de Lioncourt