Mi verdad y la tuya
Cabellos azabaches de ángel indómito,
piel de tibio mármol y sedas indias,
ojos llenos de gracia divina que son
zafiros
lo cuales son zafiros de tonalidad de
verdes pastos.
Jardín salvaje, tan indómito, que yo
profané...
Labios jugosos y delicados que devoré
y pobres sentimientos que hundí en la
lujuria.
No me arrepiento de nada, no aún.
Eres el muñeco de placer de éste
demonio,
el cual juega contigo sin pensar en tu
frágil condición.
Susurro plegarias obscenas tan
ardientes como el fuego
y te hundo en mi lecho de sábanas
revueltas.
Tu desnudez me excita incluso cuando la
cubres,
pues puedo imaginar tu figura masculina
de cintura ambigua, nalgas apretadas y
ombligo diminuto
arrojado en mi cama rogando que te haga
mío.
¿Cuántas veces te he colocado mis
esposas?
¿Cuántas veces has llorado por el
placer que te ofrezco?
¿Cuántas veces has rogado que no me
vayas?
¿Cuántas veces has gritado que me
amas por encima de todo?
Y lo harás hoy y siempre... porque no
puedes escapar de mi lado. No puedes huir porque jamás has gozado así con otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario