Querido Louis
Más de mil noches, miles de sueños en
medio del sol más caluroso con el húmedo aire de los pantanos
acariciando dulcemente la madera de nuestro ataúd. Te amé desde el
primer día y mi reto fue que me amaras. Besar tus labios se
convirtió en un adorable encuentro que terminó por ser rutina
deseosa. Mis manos acarician tus cabellos coqueteando con cada hebra
de tus oscuros mechones, mientras mi boca surca tu rostro con besos
escuetos como los que se dan a las imágenes de una iglesia.
Te amo igual que si fueses un santo, a
pesar de tu frialdad y tus labios amargos. Te adoro a pesar que ya
nada es como antes, porque nada ha podido volver a vincularnos de
aquella forma. Una brecha terrible se abrió entre ambos, aún así
no puedo dejarte ni puedo permitir perderte. Te he dado tantos
caprichos como me he concedido, pues siempre pensé que era algo tan
nuestro que nos unía incluso en la abismal distancia.
Permanezco a tu lado porque es el
refugio más cálido que he conocido, ya que no puedo dormir sin
sentir tus brazos rodeándome y tu aliento frío mezclándose con el
mío. Cuando te contemplo dormido sé que eres tú, pero al abrir tus
ojos color lima las esperanzas se desvanecen. Me muestras una cara,
pero cuando crees que no te veo apareces con otra distinta. Puedes
llegar a ser tan cruel Louis, pero tan cruel, y yo lo sé. Eres
cruel, desgraciado y burlón pero te arrodillas frente a mi cuerpo,
el cual se queda como estatua de mármol contemplándote, como si
fueses ese chiquillo que moría por ver el culo de la botella.
¿Y sabes qué hago? Hago como si nada
hubiese pasado, visto u oído, y me inclino hacia ti tomándote del
rostro besándote de forma profunda. Acaricio tu rostro, cabellos y
nuca antes de bajarme los pantalones para que comiences el juego más
adictivo.
El sexo sigue siendo igual de
placentero, pero siento que ya es costumbre para ti intentando
retenerme cuando para mí es algo mágico que no he logrado con otro
hombre, aunque sí con una mujer. Puede que ella haya hecho que yo me
fijase en la diferencia de tus actos, pero no puedo remediarlo. Rowan
es la mujer que me ha conquistado, pero tú sigues siendo tú... a
quien recurro cuando siento miedo, el hombre que necesito en momentos
de tensión y el amante fiel que se deja tocar por mí aunque te
susurre palabras de desprecio tan falsas como falsas pueden ser tus
tímidas sonrisas.
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